lunes, 7 de julio de 2014

RAFAEL MUCI-MENDOZA, ELOGIO DE LA ANOMIA...

Devenimos en un país donde Constitución y leyes están allí para ser vulneradas cada día...

Para los médicos, es un trastorno neurológico del lenguaje que imposibilita a una persona llamar las cosas por su nombre; el sistema cognitivo se ha hecho inatento e ignorante. Cuánta ansiedad, confusión y desesperación en el vacilante parlamento del anómico. 

Pero existe otra connotación para la palabra anomia donde el lenguaje y la acción se envilecen: Es ese estado que surge cuando las reglas sociales y las leyes se han degradado al punto de carencia o se han eliminado conscientemente, y ya, no son respetadas por los integrantes de una comunidad. Reciben también este nombre todas aquellas situaciones que se caracterizan por la ausencia de normas o riendas sociales que las restrinjan.

El estado forajido que hoy nos hunde en la vergüenza mundial comenzó a fraguarse con la juramentación del tristemente célebre presidente Chávez y su lenguaje de germanía, considerada y celebrada como travesura infantil y no como un juramento anticonstitucional y por tanto, írrito. Jurisconsultos y pueblo llano aceptaron aquél adefesio, y desde allí se dio visa y puerta de ingreso a la anomia nacional que creció vigorosa y veloz como la mala yerba que ahoga los cultivos fecundos y bondadosos. 

Devenimos en un  país donde la constitución y las leyes están allí para ser vulneradas cada día por arte de la trácala y la mentira sistemática; un pueblo retrotraído a la ignorancia y a la miseria por la rapacidad de sus conductores, que sin grima, alza la mano en busca de limosna. Los hemos hecho más pobres y dependientes. Sirve a nuestros propósitos. De nuevo, los letrados se convirtieron en rábulas, las academias se ocuparon de lo ¨académico¨ y la cobardía se hizo norma, ignorando el cambio de los tiempos hacia la ignominia y el juicio del tiempo que demandará su indiferencia.

El olvido y la anomia son formas de barbarie...

ADDENDUM

Los principales impulsores del concepto de anomia fueron los sociólogos Émile Durkheim (1858-1917) y Roberto Merton (1910-2003). Este último especialista indicó que la anomia aparecía cuando los objetivos de una cultura y la posibilidad de acceso de algunos grupos poblacionales a los medios necesarios se encontraban disociados. 

La asociación entre medios y fines, por lo tanto, comienza a debilitarse hasta que se concreta el quiebre del entramado social. La situación de la Venezuela actual no puede ser más afín a estas ideas. La degradación social ha llegado su más baja cota.

Según Émile Durkheim, cuando un grupo está sumamente unido, desarrolla una cantidad determinada de normas para regular el comportamiento y mantener el orden dentro de él, las cuales establecen límites para las aspiraciones y los logros así como también el accionar de cada individuo para brindar una cierta seguridad al conjunto. Para él no era posible pensar en la acción social de una forma absolutamente libre, porque sin normas no pueden existir convenios para la armonía en una sociedad y guías que colaboren con una conducta lineal que sea favorable para toda la comunidad.

A través de las expectativas del grupo pueden actualizarse las relaciones y compartirse en un entorno cultural. La sociedad venezolana en sí misma, es la más desnuda definición de la anomia, de la irreverencia y del caos.

Rafael Muci-Mendoza
rafaelmuci@gmail.com
@MuciMendoza

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