Nicolás fue en ese momento un triunfo
de los Castro, habían colocado en la aparente “conducción de Venezuela” a un
admirador de Fidel, formado en sus años mozos en Cuba para sembrar marxismo en
América. Quien debe su designación a los Castro sería fiel, y así ha sido, su
gratitud se manifiesta en la profundización de la entrega de Venezuela a Cuba,
confiándole las gerencias claves de las actividades públicas y productivas.
Venezuela está hoy en manos de los cubanos, incluida la Fuerza Armada y también
los cuerpos policiales. La traición a la Patria está consumada, se ha entregado
pacíficamente la soberanía nacional a unos fracasados, buenos para nada excepto
para aferrarse a las tetas del poder, como lo han demostrado durante más de
medio siglo.
Un Procónsul, durante la época
imperial romana, era “el que gobernaba una provincia senatorial por un año” y
por cuenta ajena. Eso es lo que ha ocurrido, la “provincia cubana” llamada
Venezuela se la han confiado los Castro al procónsul Nicolás por un tiempo
limitado, que parece estar llegando anticipadamente a su fin, al no convenirle
ya a los Castro el procónsul Nicolás por el fracaso estruendoso de quien no
sabe gobernar, ni tiene el liderazgo mínimo necesario para conducir lo público
y controlar ese saco de víboras llamado PSUV, que acaba de “elegirlo” Presidente,
en el acto menos auténtico que se haya conocido en nuestra convulsionada
historia republicana. Ese Presidente del PSUV es un comodín que conviene a
todas las víboras, no obstante que no satisface plenamente a nadie, menos aún a
las bases del partido que, junto al resto del pueblo, ya sale a manifestar
contra la carestía, el agua que no llega y la luz que se va, o contra
cualquiera de las otras tragedias que padecemos.
El discurso más reiterado y ya
fastidioso de Nicolás es el del fantasioso magnicidio, invento con el que
pretende suscitar simpatías entre los suyos por aquello del “pobrecito”. En
reflexiones publicadas hace cuatro semanas bajo el título “El magnicidio que
mata”, alerté a Nicolás: “Cuidado con los Castro que podrían considerar asesinarte,
para matar dos pájaros de un solo tiro. Por un lado, abrirían camino a otra
figura más carismática y de mayor pegada (se habla de una Chávez), que le
garantice a Cuba la teta de Venezuela, y por otro lado, como es claramente
previsible, culparían a la oposición del crimen para intentar remontar la
cuesta de la opinión pública. Ese magnicidio sí mata, ojo pela’o Nicolás. Tu muerte no sería buena para nadie en
Venezuela, no solo podría generar una ola de violencia, sino que es además
darle continuidad al camino de la muerte. Estamos con la vida”.
“Nicolás,
puedes dormir tranquilo ‘como un bebé’, ante los nada peligrosos magnicidios
que tú inventas, pero el que sí debe quitarte el sueño, preocuparte y ocuparte
es el que podrían mandar a ejecutar los Castro desde La Habana, por
recomendación de la Sala Situacional, donde observan el creciente desastre de
tu gobierno, donde palpan tu impopularidad galopante y la caída del proyecto
socialista en tus manos. El descontento de los pesuvistas, particularmente de
los que se identifican con el chavismo y se deslindan del madurismo, es
evidente”.
Nicolás,
estás en un atolladero, tu condición de procónsul de los Castro te pone en
peligro. Cuídate, sal del atolladero.
Paciano
José Padrón Valladares
pacianopadron@gmail.com
@padronpaciano
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