“ Maldito el soldado que empuña su arma contra su propio pueblo”.Simón Bolívar.
Esta expresión del
Libertador Simón Bolívar se mantiene vigente a través de los siglos y es el
muro de contención para bárbaros y opresores. Al igual que en reiteradas
intentonas de fuerza contra la democracia, en América esta semblanza ha sido
esgrimida para ahuyentar a desalmados de las Pampas, Los Andes y el Caribe. Hoy
apelamos de nuevo a su ejemplar y didáctico contenido.
Los venezolanos sufren una
dictadura de un régimen con barniz democrático. Es ahora cuando toma pleno
vigor como adalid el ideario del padre de la patria. El criollo rechazó el
menosprecio y esclavizante trato recibido por sí y los suyos en migajas por
cédulas reales.
La ira que despertó tal
realidad lo llevó a un profundo cavilar en el Monte Sacro, Italia, para finalmente
jurar no descansar hasta liberar a su pueblo del yugo español.
El acceso de los habitantes
de la colonización a volúmenes impresos que enaltecían la libertad, la
fraternidad y la igualdad plasmados en el contrato social de Jean Jacques
Rousseau que inspiraron en buena parte la Revolución Francesa, causaron el
mismo efecto en tierra tropical como en suelo galo.
Los sucesos del 19 de abril
de 1810 marcaron una época de cambios que resultó mas allá de la designación de
autoridades temporales en defensa de Fernando VII, depuesto rey de España por
Napoleón Bonaparte.
Cuarenta y tres diputados
de las provincias Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita, Mérida, Barcelona y
Trujillo se reúnen en Caracas en marzo de 1811 para regir al entonces real
territorio de ultramar en nombre del monarca.
En el calor de la discusión
la idea de independizarse esta colonia cobra tal fuerza que en pocos días solo
el diputado de La Grita disentiría del arquetipo de libertad allí expuesto.
Desde el inicio de las deliberaciones de la institución hay coincidencias entre
diputados en declarar la liberación definitiva de la nobleza peninsular.
Quien con el tiempo fue el
libertador de Venezuela, desde la sociedad patriota aúpa la emancipación. En su
ánimo estaba presente el juramento hecho en la colina romana.
El 5 de julio, en encendido
debate, Manuel Vicente Maya, representante por La Grita, exige lealtad hacia el
nimbo hispánico. Los discursos contra cualquier sometimiento de Juan Germán
Roscio, Francisco de Miranda y Francisco Javier Yánez sumados a la decisión de
los representantes de las jurisdicciones que no están en manos de los españoles
—Coro, Maracaibo y Guayana— acallan su reclamo.
El día seis anuncian
oficialmente el resultado de la votación que declaró a la Capitanía General de
Venezuela desvinculada de los ibéricos, por abrumadora mayoría.
La novedosa nacionalidad
reorganiza el estado. La reunión deliberante de marzo de 1811 pasa a llamarse
Federación Americana de Venezuela y la Junta Suprema del 19 de abril de 1810
poder ejecutivo. En las primeras decisiones adoptadas organizan un ejército
para la defensa y designan a Valencia como la capital del régimen no
monárquico.
Posteriormente redactan la
primera Constitución. La iniciativa provincial queda plasmada para la historia
en las siete estrellas de la bandera tricolor.
Dos tendencias destacan a
la hora de dotar al país de un legajo guía; el centralismo y la federación.
Venezuela se debatirá durante el siglo XIX entre ambas tendencias, como por
igual el continente americano.
Para 1812 ante el avance de
los hombres de Domingo Monteverde piden a Francisco de Miranda conducir la
moribunda causa.
Bolívar, luego del
terremoto de Caracas que diezmó a la población de la ciudad emigra con este
contingente humano hacia el oriente huyendo de las huestes realistas que toman
el centro de Venezuela para dar al traste con la primera republica, que surgió
desde el 19 de abril de 1810 hasta el 25 de julio de 1812.
En marzo de 1813 inicia La
Campaña Admirable desde el río Magdalena en La Nueva Granada. Luego de limpiar
el curso de las aguas de hispánicos, traspasa Los Andes para dirigirse
triunfante hacia el centro del país. Recibió entonces en Caracas el titulo
inmortal de “El Libertador”.
Desde su “Delirio sobre el
Chimborazo” en 1822 dota el demócrata líder de la tierra de Guaicaipuro a
Hispanoamérica de civilistas leyes en defensa del derecho del hombre. Toca
ahora a los ciudadanos evitar que tiren a la hoguera tales máximas los
bucaneros caribeños y mandatarios tiránicos que acechan los territorios de
libertad hasta el confin austral.
Manuel Corao
@manuelcorao@gmail.com
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