miércoles, 23 de julio de 2014

GOLFREDO DAVILA, SERVICIOS PÚBLICOS (PARTE I)

Los servicios públicos en Venezuela son una calamidad y no es por falta de recursos. Lo que ocurre se resume en la combinación de varios elementos; están los conceptuales, la ineficiencia, el negocio o carencia de ética y la falta de voluntad política.

Para el progresismo, un servidor público debe ser un promotor social, es decir un agente que promueve la participación ciudadana en función del desarrollo social. Papel que deberían cumplir todos y cada uno de los miembros de la administración pública. Lamentablemente aquel precepto de que lo público es para servir a la gente, ha sido pervertido desde hace rato. Por el contrario, el poder se esfuerza para servirse de lo público, es decir servirse de la gente, hay sus excepciones por supuesto. Y si a esta conducta de irrespeto al ciudadano, le sumas la modorra y la incapacidad gerencial, logras ciudades llenas de basura, anarquizadas y carentes de los más elementales servicios.

Por si eso fuera poco, existen mafias y/o grupos de intereses que les importa un comino lo público, hacen negocios con el caos; allí participan funcionarios de cualquier nivel o personas que dirigen tras bastidores, que actúan en complicidad con los jefes de alguna dependencia gubernamental. Ellos están allí para hacer negocios, ¿qué les puede interesar cumplir con sus funciones? Lo más grave de esto es que dicha práctica se traduce en baja autoestima de la población, la gente se individualiza en su quehacer cotidiano, para sobrevivir a los estragos de la crisis económica.

Pareciera que no hay para dónde agarrar, la administración pública es como una rémora, un pesado fardo para la sociedad, es un problema más. Cabe preguntarse, ¿habrá alguna posibilidad de cambiar la anomia colectiva, hoy convertida en paradigma?, ¿será posible que quienes dirigen el Estado cumplan las leyes y normas sociales?, ¿qué la convivencia democrática de la ciudadanía se convierta en cultura de vida? y ¿Qué se pueda reconstruir el tejido social y progresar en armonía con la naturaleza? Claro que sí, pero hay que sacudirse de quienes gobiernan a puerta cerrada y de espaldas a la gente.

La participación ciudadana, que es un principio fundamental de las leyes y la Constitución de la República, es olvidada y echada a un lado por la mayoría de los funcionarios públicos. La sociedad los elije, les paga sueldos y les cubre sus gastos operativos y no cumplen sus funciones, entonces le corresponde a la ciudadanía el papel de participar y exigir el cumplimiento de sus derechos. Los “escasos recursos” o la baja participación ciudadana, no pueden ser la excusa y el escudo para la ineficiencia gubernamental.

Todos, de una u otra forma somos coparticipes de lo bueno o lo malo que ocurra, por lo tanto debemos organizarnos y luchar por lograr gobiernos abiertos, participativos, democráticos, inclusivos y unitarios para que pasen cosas buenas. Ojalá logremos que los representantes de los poderes públicos cumplan con la norma y se conviertan en promotores sociales. Así tendríamos un país distinto.

Golfredo Davila
golfredodavila@yahoo.es
@golfredodavila

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