El derecho a la intimidad es -puede decirse- en una
perspectiva histórica, uno de los derechos más recientes aparecidos sobre la
tierra.
DESPERSONALIZACION |
En efecto, en el pasado, la esfera privada y, por lo tanto, íntima de
los seres humanos, se encontraba netamente sometida a los poderes de turno, ya
fueran estos las antiguas monarquías –absolutas o no tanto- o bien, bajo los
totalitarismos más cruentos surgidos en el siglo XX, entre los cuales
destacaron el comunismo, el fascismo y el nazismo, dentro de cuyas
"filosofías" el individuo es nada y el estado-gobierno lo es todo.
Pasada momentáneamente la fase más despiadada de los regímenes señalados, el
intervencionismo gubernamental-estatal mundial dominante por doquier en
nuestros días nos proporciona una dosis un tanto menor de interferencia en la
vida privada e íntima de las personas comparadas con aquellos, pero tiende,
cada vez que puede, a hacerse -paso a paso- más creciente.
Con todo, hay otros ámbitos en los cuales la intimidad se
ve amenazada, en los que los gobiernos no tienen una injerencia al menos
inmediata. Uno de ellos es por ejemplo, la prensa: "De más está decir que
la libertad de investigación periodística no puede lesionar derechos (nadie lo
puede hacer en una sociedad civilizada) lo cual implica respetar el derecho a
la intimidad.
Este derecho consagrado en todas las Constituciones liberales,
fue explicitado de modo detallado en 1890 por Samuel Warren y Luis Brandis en
un ensayo titulado “The Right to Privacy” (Harvard Law Review) y más adelante
el célebre libro de Vance Pakard que bajo el título de La sociedad
desnuda alude a todos los mecanismos y tecnologías gubernamentales y
privadas que pueden utilizarse como invasivas (rayos láser, potentes máquinas
fotográficas, telescopios y eventualmente aparatos que puedan captar ondas
sonoras de la voz a grandes distancias) y las preguntas insolentes, formularios
improcedentes y regulaciones invasivas por parte del Leviatán.
Por razones de
seguridad, la instalación de cámaras televisivas deben ser anunciadas por el
instalador para dar la posibilidad de no transitar o visitar los lugares así
vigilados. Por su parte, las llamadas cámaras ocultas en la mayor parte de las
normativas penales no se aceptan como pruebas de un delito al ser recabadas por
medio de otro delito."[1]
Efectivamente, hay que
tener en cuenta que nuestra intimidad no solamente se encuentra amenazada por
los aparatos estatales de coerción y compulsión como son los estados-gobiernos
cuyo poder es cada vez más progresivo (si bien bajo formas más amables y pseudo
–democráticas), sino que potencialmente todos nuestros semejantes, operando en
ámbitos institucionales (como pueden ser medios de prensa, organizaciones,
empresas, clubes, etc.) también representan un peligro potencial para la
intimidad de las personas.
De allí, la importancia de preservar y volver a
jerarquizar este derecho. La procedencia de este derecho es crucial porque: "Tal como escribe
Milán Kundera en La insoportable levedad del ser “la persona
que pierde su intimidad, lo pierde todo”.
El derecho a la privacidad significa
el resguardo a lo más caro del individuo, como consigna Santos Cifuentes en
El derecho a la vida privada, constituye una extensión del derecho de propiedad.
En la sociedad abierta, el sentido básico de resguardar ese sagrado derecho
está dirigido principalmente aunque no exclusivamente contra los gobiernos.
Las
personas tienen el derecho a resguardar sus personas, sus papeles, sus archivos
en sus computadoras, sus correos electrónicos, sus casas y en general sus
efectos contra requisitorias y revisaciones y que ninguna orden de Juez puede
librarse sin causa probable de delito sustentada en el debido juramento y con
la expresa descripción del lugar específico, los objetos y las personas a ser
requisadas."[2]
Sin embargo, últimamente, con la gradual irrupción de
Internet y de las redes sociales, ha surgido un fenómeno nuevo, que es el
desmesurado exhibicionismo que la mayoría de las personas que hacen uso de las
mismas exponen ante el mundo: "Pero es sorprendente que hoy haya entregadores
voluntarios de su privacidad que es parte sustancial de la identidad puesto que
de la intimidad nace la diferenciación y unicidad que, como escribe Julián
Marías en Persona, es “mucho más que lo que aparece en el espejo”,
lo cual parecería que de tanto publicar privacidades desde muy diversos ángulos
queda expuesta la persona en Facebook (además de que en ámbitos donde prevalece
la inseguridad ese instrumento puede tener ribetes de peligrosidad)."[3]
Hay indudablemente un trasfondo psicológico en toda
esta cuestión exhibicionista. Parece que -en efecto- asistimos a una cierta
pérdida de identidad y despersonalización individual masiva, lo cual -a nuestro
juicio- no es fruto directo de la tecnología en sí misma, sino que procede del
cierto giro que la civilización está tomando y que la lleva a abandonar el
otrora individualismo y volcarse hacia el colectivismo. Se trata de un vuelco
cultural que encuentra raíces profundas que, a nuestro modo de ver, debe
rastrearse en la educación que se imparte globalmente, en la que los gobiernos
no cumplen un rol menor sino que, por el contrario, podemos decir que nuestra
educación se halla cada vez más y más estatizada.
Existe un proceso de despersonalización, que se extiende
casi en una velocidad similar al avance tecnológico, y en el caso puntual que
nos ocupa, en forma directamente proporcional -nos animaríamos a decir- al
progreso de Internet. Resulta, a nuestro criterio, altamente paradójico que
exista gente que "se queje" de la intromisión del gobierno en sus
vidas "privadas" a la vez que -contradiciendo su propia conducta
anterior- ventile todas sus más detalladas intimidades en redes sociales como
Facebook y Twitter, entre las más populares. Entre los argentinos, esta parece
ser una conducta casi compulsiva, a la vez que irreflexiva, lo que denota -por
otra parte- la razón por la cual los gobiernos nacidos de sus elecciones son
cada vez crecientemente intrusivos.
[3] Alberto Benegas
Lynch (h) "Facebook y Compañía" publicado en http://eseade.wordpress.com/2014/04/24/facebook-y-compania/
Gabriel
Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.