El refranero
popular criollo, muy exquisito por cierto, recoge innumerables proverbios que
se acomodan de acuerdo a las circunstancias y el momento indicado, bien sea en
la cotidianidad del venezolano común, y a veces hasta en la política.
Esta
viene al pelo: “El que no enseña, no
vende”. Maduro declaró rimbombantemente: “Qué dolor que se repita una
masacre contra el pueblo inocente y sufrido de Palestina. Lo que hay en
desarrollo compatriotas es una guerra de exterminio; ésta es una guerra del
poder financiero, militar y mediático del capitalismo mundial por apoderarse de
la tierra de Palestina y exterminar al pueblo” .
En Venezuela no hay una guerra, pero los hechos ocurridos en los últimos meses arrojan un trágico saldo de más de 40 compatriotas fallecidos por el solo hecho de disentir de las políticas que lleva a cabo el actual régimen, bajo una feroz represión, jamás vista en nuestro país desde la época de nuestra independencia, sólo por el afán de perpetuarse en el poder.
Y este otro: “¡Que
bonito es ver llover y no mojarse!. Maduro señaló que desde el Gobierno
nacional libran “una batalla permanente en materia económica por lo que
insistió en su llamado a los venezolanos a la perseverancia y al acompañamiento
de las decisiones económicas y a la implementación de nuevas instituciones”.
Para que se lleve a feliz término este propósito es necesario predicar con el ejemplo, del cual estamos enormemente distanciados, más aún si recurrimos a las críticas estadísticas que ubican a nuestro país en una escala vergonzosa de inflación en América Latina, pese a los ingentes recursos económicos que percibe el gobierno por concepto de la venta del petróleo.
Debería el inquilino de Miraflores recordar este otro refrán: Quien mal anda, mal acaba
Entre sus
recurrentes peroratas Maduro en un acto que tuvo lugar con motivo de la
graduación de nuevos Oficiales de las Fuerzas Armadas, expresó: “La vacuna
antirrábica golpista es la unión cívico-militar indisoluble, unión
cívico-militar de todos los días… unión en base a la Constitución, unión en
base al plan de la patria que es ley de la República”.
Subestima la letra que contempla la Constitución Nacional tantas veces calificada por el extinto Chávez como “La Bicha”, de que la Fuerza Armada Nacional, según el Art. 328, constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y la soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional, de acuerdo con esta Constitución y con la Ley”.
He aquí otro de los refranes: “Por el humo se sabe dónde está el fuego”
Señala Paul
Sabourin, releyendo a Maurice Halbwachs en su obra sobre la Memoria social, que
"la memoria, en su acepción básica, tiene por función inscribir los
momentos de la existencia en una continuidad: espacial, temporal y de
observaciones que reúnen y homologan los contenidos sensibles e incorporan los
hechos que se dieron". Muchas cosas forman parte de la memoria social de
un pueblo, un grupo o comunidad, por tanto, el concepto es diverso e incluye
una memoria nacional o de amplio grupo.
Tal vez la de
mayor interés ha sido la memoria colectiva, que resulta más impersonal pero
penetrantemente y masiva. No obstante ello, el reto para los pueblos y sus
instituciones responsables, es mayúsculo. El término suena bien pero es de
grandes compromisos su desempeño, su funcionalidad, su efectividad, sus
resultados, máxime en sociedades sometidas a una presión externa intensa, que junto
a la globalización pretende aparecer como modelo dominante, con identidades y
particularidades.
En todo ese
proceso, la memoria es esencial para lograr determinados fines. Desde los
discursos históricos, la conciencia de un pueblo se consolida a partir de la
fuente que suministra el historiador y la manera de jugar con la interpretación
de los hechos del pasado que nos explican como país y que a la vez, explican
otras cosas del entramado social, hasta llegar al papel de las instituciones
estatales.
El régimen se
empeña en fortalecer la memoria social, como una tarea primaria en procura de
involucrar distintos mecanismos y estrategias, para fortalecer la memoria
histórica, descontaminar sus componentes negativos y viciados, ideológicamente
pautados, tal como ocurre en los actuales momentos con los textos escolares, en
los que prima la ideologización en procura de adocenar a los niños estudiantes
hacia una seudo revolución socialista, denominada del siglo XXI, por su mentor,
hoy divorciado del régimen, Heinz Dieterich, y en los medios de comunicación
públicos, (TV e impresos), que sin empacho alguno alaban las supuestas bondades
del socialismo, con imágenes y mensajes del finado, cuyos restos reposan
supuestamente en el Museo de la Montaña.
Vivimos sin percatarnos
y valorar el pasado, de ahí deriva la
fuerza de la desmemoria, sin importarnos el presente y ese camino no nos conduce a ninguna parte.
Es necesario que
reflexionemos y estamos a tiempo, no sin antes hacer un detenido análisis sobre
los aspectos que inciden en la psicología social y la cultura de la
confrontación, que tiene que ver con:
a) La mala (y
deficiente) calidad y la escasa cantidad de la cultura política y conducta de
líderes, partidos y adherentes.
b) El diseño,
presencia y acción de una supuesta democracia, tutelada y excluyente, que
restringe y bloquea la participación social y del desarrollo democrático. Esto
tiene que ver con un gobierno que no procesa ni asume la diversidad
socioeconómica, política y cultural del país. Un gobierno que excluye la
sociedad y la diversidad, que no educa para el consenso sino para la
confrontación.
c) Una
estructural debilidad de la cultura, tradición e institucionalidad que se
caracteriza por el despotismo, el grito y el insulto.
d) La
persistencia de la práctica de “acuerdos políticos mercantilizados” (el hombre
del maletín, el tráfico de influencias, etc.), que no practican el ejercicio
del consenso democrático, lo cual debilita la institucionalidad.
e) La calidad de
la educación social y cívica (a todo nivel) que se imparte en las aulas, y que
poco o nada contribuyen a crear una ciudadanía crítica, participativa
democrática y respetuosa del pluralismo ideológico, así como de la diversidad
cultural.
f) La relación
Estado-sociedad, Estado-ciudadanía, crea constante confrontación, pues excluye
a una y otra, creando en consecuencia una psicología y cultura del excluido,
que para ser considerado sujeto político, voz y ciudadano, debe acudir a
elementos no institucionales.
Debemos
comprender de una vez por todas, que el actual régimen socialista, marxista,
bolivariano y por ende comunista como lo definiera el propio Fidel Castro, no
entiende que para hablar hay que saber escuchar, binomio que sustenta el
diálogo y crea las bases del respeto y tolerancia, del que tanto hace alarde
sin el más mínimo rubor y desvergonzadamente.
Carlos E. Aguilera A.,
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas
(CNP-122)
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Muy pertintente las reflexiones de Carlos
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