domingo, 6 de julio de 2014

CARLOS E. AGUILERA A., EL ESEQUIBO Y LOS “REVOLUCIONARIOS” CHAVISTAS

La canciller guyanesa Roselyn  Rodriguez, en recientes declaraciones insistió nuevamente en solicitar la delimitación de aguas marinas y plataforma continental con Venezuela, solicitud que antes había formulado en la ONU, con el propósito de crear matrices de opinión favorable a las pretensiones expansionistas de su país.

Refirió entre otras cosas que el Laudo de 1899 es legal y perfecto y que no existe discusión alguna respecto al territorio Esequibo, declaración que no preocupó en absoluto al régimen socialista bolivariano, el cual ha hecho mutis sobre tan delicado asunto, pues Maduro se ocupa más de hacer creer al país de que es víctima de una perversa conjura en contra de su persona para acabar con su vida. El supuesto magnicidio viene ocupando espacio y tiempo desde que asumió el poder, posiblemente para distraer a los venezolanos de los graves problemas que confronta, tales como la inseguridad, desabastecimiento, alto costo de la vida, desempleo, corrupción y otros temas que los agobian día a día.

Por eso, ni siquiera se ocupa de defender los derechos venezolanos sobre  el Esequibo, situación que es aprovechada por el gobierno guyanés para insistir en que la zona en reclamación perdió vigencia desde hace mucho tiempo.

Bueno sería que este régimen que se dice bolivariano, además de socialista, o lo que es igual comunista, según Fidel Castro, dejara de lado la negligente actitud que ha asumido al respecto, y de una vez por todas le haga saber al gobierno guyanés que firmó el Acuerdo de Ginebra de 1966, el cual exige la solución práctica y pacífica de la controversia territorial, ratificando que el límite de la naciente república guyanesa , es el río Esequibo al oeste, el mismo en el que ellos vienen explotando sus riquezas conjuntamente con potencias extranjeras, violando el espíritu de lo acordado en aquel entonces y dejando de lado deliberadamente las decisiones y jurisprudencias de la Corte Internacional de Justicia de la ONU, que entre otras cosas sentencia que “la tierra precede al mar, o lo que es igual, que la demarcación terrestre es primordial, ante de la delimitación de las áreas marinas, que es lo que caprichosamente ahora reclaman los vecinos guyaneses.

Un poco de historia

El 2 de febrero de 1897, Venezuela e Inglaterra firmaron en la ciudad de Washington un Tratado en el que se estableció un Tribunal de Arbitraje, en cuyas instancias se determinaría la extensión original de los territorios que fueron de Holanda y de España y que ahora reclaman ambos países.

En el inicio de este litigio Venezuela demostró en forma contundente la titularidad de todos los territorios situados en la margen occidental del río Esequibo, mientras que Inglaterra no pudo hacer lo mismo, y por el contrario presentó pruebas forjadas que no resistieron el cotejo con los instrumentos jurídicos y gráficos presentados por Venezuela.

Sin embargo, casi tres años después el 3 de octubre de 1899 se reunió en París el Tribunal Arbitral y burlando lo acordado en el Tratado que tuvo lugar en Nueva York, tomó una decisión que no se corresponde hasta la fecha actual, pues en la misma se acordó mediante un fallo írrito y fraudulento, determinar que “la línea de demarcación entre Venezuela y la Gran Bretaña seguía una línea equivalente a los actuales límites del territorio en reclamación”. Con esta decisión inapelable Venezuela fue despojada de 159.500 kilómetros cuadrados, ubicados en la margen occidental del río Esequibo.

Cabe significar que por las condiciones que imponía el reino de Inglaterra, ningún venezolano fue admitido en el Tribunal de Arbitraje que deliberó en París. Por lo que los intereses venezolanos fueron representados por dos juristas norteamericanos: Melville Weston Fuller y Davis Josianh Brewer. El árbitro fue un ruso, Fiódor Martens y los representantes ingleses: Charles Baron Rusell y Sir Richard Hens Collins.

1966

Sesenta y siete años después de este despojo territorial, en el año 1966, durante el gobierno del Presidente Raúl Leoni, se originó una situación que fue aprovechada por la diplomacia venezolana, pues las fuerzas políticas que actuaban en aquel momento en la Guayana Inglesa, reclamaban su independencia de la metrópoli.

Venezuela, consecuente con su reclamación territorial sostenida durante tantos años, reiteró la nulidad de la decisión del llamado Laudo Arbitral de París. Inglaterra condicionó las conversaciones  sobre reconocimiento por parte de Venezuela, de la naciente República de Guyana, como a partir de entonces comenzó a denominarse la ex colonia británica.

Venezuela, a su vez, supedita el reconocimiento a la fijación de las conversaciones, lo cual acepta Inglaterra, pero  a cargo de la naciente Guyana.

Inglaterra, nación favorecida por el Laudo Arbitral de París, admite la reconsideración del reclamo venezolano y el 17 de febrero de 1966 firma el Acuerdo de Ginebra con Venezuela, conveniencia que garantiza la reanudación de las negociaciones limítrofes, esta vez y a futuro con Guyana.

El artículo 1º del Acuerdo de Ginebra reza textualmente: “ Se establece una comisión mixta con el encargo de buscar satisfacciones para el arreglo práctico de la controversia entre Venezuela y el Reino Unido, surgida como consecuencia de la contención venezolana de que el laudo Arbitral de 1899 sobre la frontera entre Venezuela y la Guayana Británica es nulo e írrito”.

En el Acuerdo de Ginebra se establece como señalamos en párrafo anterior, la constitución de una Comisión Mixta paritaria, con representantes de Venezuela y Guyana, que debía explorar alternativas de negociación y acuerdos. Transcurrieron cuatro años, lapso durante el cual se celebraron 17 reuniones sin acuerdo alguno, por lo que cesó en sus funciones el 17 de febrero de 1970 durante el ejercicio presidencial del primer gobierno de Rafael Caldera.

Protocolo de Puerto España

Ante el fracaso de la Comisión Mixta, el gobierno venezolano propuso la firma de un Protocolo que posteriormente sería conocido como de Puerto España, en el cual quedaron congeladas las conversaciones sobre el diferendo. Dicho protocolo se firmó el 18 de junio de 1970 en la capital de Trinidad y Tobago, entre representantes de Venezuela, Guyana e Inglaterra.

Mediante este instrumento, el gobierno venezolano propuso la suspensión de las conversaciones por espacio de doce años, en busca de una especie de plazo de espera que propiciara nuevas y mejores condiciones para las negociaciones. Esto implicó la suspensión durante ese lapso de la aplicación de los artículos 1 y 4 del Acuerdo de Ginebra y del artículo 33 de la carta de la ONU, que exhorta a las partes en conflicto a buscar una solución por vía de negociaciones.

El plazo de doce años venció en junio de 1982 durante el gobierno de Luis Herrera Campins, quien descartó la prórroga del Protocolo, y acogió la aplicación del Artículo 33 antes referido. Y fue precisamente esta disposición, la que posibilitó la escogencia del nuevo mediador, el pasado 9 de octubre del 2009 en la ciudad de Nueva York, quien como buen oficiante, debió actuar como alto comisionado del Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moom, para procurar una definitiva solución del diferendo territorial de nuestro país y Guyana, que alcanza ya los 117 años.

Y este gobierno que presume ser fiel intérprete del pensamiento y acción del Libertador, cuyo nombre  invocan populista y demagógicamente a cada instante, conjuntamente con el del fallecido  “Comandante Supremo”, no ha asumido la responsabilidad que impone tan delicado tema como son nuestros derechos sobre el territorio Esequibo. ¿Acaso no esto un delito de traición a la patria?.

Olvidan estos revolucionarios de nuevo cuño una de las máximas de Bolívar: “Al separarse Venezuela de la nación española, ha recobrado su independencia, su libertad, su igualdad, su soberanía nacional. Constituyéndose en  una república democrática proscribió la monarquía, las distinciones, la nobleza, los fueros, los privilegios: declaró los derechos del hombre, la libertad de obrar, de pensar, de hablar y de escribir. Estos actos eminentemente liberales jamás serán demasiado admirados, por la pureza que los ha dictado”

Carlos E. Aguilera A.,
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)

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