viernes, 18 de julio de 2014

AMÉRICO GOLLO CHÁVEZ, EL PREDICADOR

         Atardecía.  De los suelos  había efluvios de fuego.  Más de seis meses consecutivos sin gota de agua, todo parecía como si se acercara aceleradamente alguna catástrofe o se anunciara el acabo del mundo. Los astrónomos y astrofísicos se admiraban de ver arrugas en el sol, las propias de la sequia que inventa la amargura.  Las autoridades del gobierno descendían esperanzas  refugiadas en la información de que hacia más de  cincuenta años no se conocía tan inmisericorde sequedad.  

Con asombro y miedo los ancianos contemplaban la ausencia   de la luna porque, según  su sabiduría, se escondía del calor. Los perros se morían  deglutiendo su lengua  tostada por el sol. El ganado perdía lentamente sus gemidos, desvanecidos quejidos imposibles de oír,  donde se refugiaban antes de caer por última vez.  Y los zamuros para preservarse habían huido buscando algún oasis donde abrevar la sed.

         El espacio donde se congregaban había sido un viejo cine en el cual años ha se reunían los moradores  para ver las películas  de vaqueros en las que siempre ganaban los buenos sin recargar su revólver y sin que se  cayera  su sombrero o pudieran penetrarlos las balas o  las mexicanas,  siempre llenas de historias como las  que consigo lleva cada quien. Desengaños, despechos, traiciones, infidelidades, pero sobre todo, la lucha por salir buscando  algo mejor de cuanto no se tiene y se desea poseer.  Temas de justicia y amor,  de aciertos y despechos, temas de muerte y vida, de virtud y pecado,  de miedo y fe. Unos ventiladores  grandes estaban   dispuestos para aliviar con su corriente de aire la pesadez del hacinamiento y el oscuro olor que despiden los cuerpos bajo el calor y el miedo y el hedor que expelen los pecados capitales. A la entrada, en lo alto donde ayer se anunciaba la  identidad del local o el nombre  de la función o la película,  había un   letrero  grande, BIENVENIDOS  JESUS ESTÀ AQUÍ.

         Donde  otrora  estaba la pantalla para las proyecciones, frente a ella, se dispuso un escenario de madera y algunos días de fiesta o entre la semana o cuando no había electricidad se presentaban actos culturales, con  niños de diversas escuelas de los alrededores o mas allá venidos, o  conciertos populares de décimas, villancicos, y los bailes al estilo llanero como los crearon la princesa del llano y un sabio de amores,  conocedor de teatro y hacedor de poemas.  Ahora, además del escenario medianamente reformado, se instaló una especie  de púlpito hecho de cedro rojo con la posibilidad de servir del atril al  director de una pequeña orquesta  o de adecuado mueble   sobre el cual se ponía la biblia o la palabra de las santas escrituras. Casi invisibles al ojo de la sala,  dos aparatos modernos de aire acondicionado  para garantizar  sosiego a quien tuviera  que dirigirse a los presentes que copaban la sala.

         Era lo hora décima cuando llegó  el predicador.  De modesta estatura,  muy blanco, de tanto blanco era  que se diría más bien de rubio intenso como de intenso azul sus  ojos que, según los comentarios de entre sus conocidas, eran tan bellos, sublimes,  como los  que ponen al  hijo de dios y  se ve en algunas estampas repartidas en las iglesias católicas, bello, como el Jesús de la Misericordia.  Decir que él rechazaba esos  juicios por el parecido no seria justo con el hijo de Dios. Creyentes,   incrédulas y escépticas hablaban de la  belleza del pastor, de su atractivo, que de no ser  él tan pío, tan  casto, tan  fiel a Jehovah y a su familia, como era su reputación,  bien se pudo  creer que había  sido hecho por la mano de  Luzbel para inducir a la mujer a  abominables pecados de lujuria. Mas no, su prestigio  de hombre recto, trabajador de mundiales éxitos, marido incuestionable, padre sin mácula. obediente a la palabra de dios, incapaz de adulterio,  se conoció, por testimonios de  interesadas que confesaron su voluptuosidad, que él mismo,   tantas veces con dureza ascética  rechazó insinuaciones seductoras, con la misma fuerza con la que Cristo  rechazó todas las tentaciones de Satanás y fue tan  convincente con  tantas y diversas que  las propias seductoras  contaban con orgullo sus insinuaciones y así aun más resaltaban la pureza del pastor, con lo cual borraban en confesión pública sus abominables pecados de deseos, que suelen  ser mas graves porque se ensucia el alma y, como él predicaba, es mas difícil lavar el alma que librarse de los placeres impúdicos del cuerpo. Así hablaba  el pastor cuando enaltecido contaba sus frecuentes y diversas tentaciones y las abstinencias y renuncias a la vida mundana tal como una gran lección de la misma naturaleza de cuanto hizo Jesús para ganar la pelea a Satanás.

         No puso su atención en el público que ansioso lo esperaba. Tomó el micrófono inalámbrico que le entregara una doncella virgen, condición que había de jurarse sobre las Santas Escrituras para poder ser digna de servirle en el rito.  Ya en sus manos y aun sin  ver de frente, caminaba una y otra vez en postura mística, miraba  hacia el techo, como esperando la  voz del propio dios o  le iluminara para la perfección de su predicación.   De pronto se detuvo y, casi como un rayo,  en voz un tanto atiplada, al estilo de Jaramillo, pero con la pose de Alejandro Fernández,   empezó a  hablar de la verdad bíblica como la única verdad  porque fue rebelada por  el propio Dios.  Alzaba  la voz, en tono de alarido,  la recortaba luego hasta alcanzar silencios, se escondía en ellos y proseguía.  El escenario se convirtió en altar y él, en supremo sacerdote.

         Este libro, lo dijo  a grito abierto que llegaba al cielo y apagaba luego,  respiraba hondo,  parecía a esos desesperados que gritan fuego, fuego y pasada la tormenta regresan a la infancia para contar  felices lo riesgosas de sus  travesuras. Aquí está  la palabra, la única verdad, la única  verdad verdadera, y levantaba con su mano izquierda un libro robusto, casi gordo, y con la derecha convertida en batuta con su índice conducía las miradas al libro empastado de negro. A estremecedora voz repetía,   aquí están todas, en esta obra que antes de nosotros, antes de nuestros padres, antes del tiempo histórico, conformó la palabra que se fundiría en libro, la biblia, para  jamás borrarse, nunca jamás, hasta hacerse verdad  como un todo, que nosotros hemos traducido del hebreo, arameo y del griego al ingles, porque de Dios iluminados nos obligamos a superar los graves, por interesados, errores de esas que venden los hijos de Satán  en las iglesias católicas. Esa es una adaptación, una deformación y por ese pecado que nunca, nunca, nunca jamás perdonará dios, son una trampa, una trampa,  para esconder la verdad de dios a los hombres y para esconder  con astucia sus pecados de Soberbia,   avaricia, falsedad, mentiras.

         Vean cómo está el mundo, desastre naturales nunca conocidos, terremotos, tsunamis, inundaciones en distantes lugares,  desértico verano  en otras partes, como ocurre aquí;  guerras en el Medio Oriente, en África, justicia escasa y hambre en abundancia  en todas partes,  pornografía, pérdida de valores  en la familia, pedofilia y pederastia en las iglesias, estafas, violencia, todo eso y mucha más no es otra cosa que los anuncios irrefutables de que el fin del mundo está  cerca,  que está próximo a venir Armagedón para que con Cristo y  por Cristo   salve a los escogidos para que habiten en esta tierra, que es la tierra  escogida de Dios y por Dios prometida.

         En estas cosas de la materia, de la naturaleza, es sencillo ver  y comprobar la ira de dios.  Ver allí sus lecciones y sus prevenciones  no solo son evidentes a quienes llevamos la palabra de Dios, sino a crédulos e incrédulos, de distintas  religiones o sectas, creencias o razas,  solo que el pecador no quiere oír ni ver porque sus ojos están vendados, sus oídos tapados por las maquinaciones constantes de Satanás.   Pero Satán no cesa, no descansa.  Cada día inventa nuevas tramas. Cada día más finas más sutiles, en las que todos podemos caer porque se  construyen en nombre del bien,  de la solidaridad, la convivencia,  de la paz.   Y la última de sus granes trampas, la más fina de todas, pero la mas macabra,  es el ecumenismo.  Esta ha sido la más fina de todos los tiempos.

         El obispo de Roma, y papa de la iglesia romana,  Juan XXIII,  un hombre recio, bueno, extraordinario, pero  de esos se vale muy bien Satanás, fue uno de los grandes impulsores del ecumenismo político y el mas grave de todos, el religioso.  Y en el campo de la sociedad no cristiana, uno de los grades impulsores ha sido Eboo Patel. Uno de los mas importantes consejeros del presidente Obama. Yo, agregó, con tímida arrogancia, no los descalifico, quiero eso sí  evidenciar la necesidad que tenemos los testigos de dios, de cuidar su doctrina, su pureza,  siguiendo el ejemplo de nuestros fundadores  y guías Russell, Rutherford  y siguiendo las orientaciones infalibles  que nos da el Cuerpo  Gobernante  de nuestra  hermandad y que se precisan en Despertad y Atalaya.   En los círculos bíblicos debemos ir a todos estos documentos y, por encima de todo, a los textos de las santas escrituras, pero yo quiero tocar con ustedes, algo aún no dicho, pero que es imprescindible sea oído y pensado.

         Nosotros, ninguno de nosotros, tiene que inmiscuirse en política, mientras más lejos de ella, más cerca estamos de la purificación.  Nos está   vedado pronunciarnos sobe las crisis económicas, políticas, las guerras, y otros asuntos  del poder humano.  Nada se mueve sin la decisión de dios, pero ya dios  ha advertido que deja las cosas del poder a Satanás,  que es quien gobierna realmente al mundo y sus  pecados solo se acabarán con el castigo  tal como está  establecido en el Apocalipsis, pero, yo quiero que se vayan pensando más allá de  esto.

Aceptar el ecumenismo en nombre de la paz, y todo lo que se ha dicho, es negar el valor único  de Jehová.  El es el único dios y taxativamente nos impuso  que no podemos adorar a los ídolos, negó toda posibilidad de creer en ningún otro dios fuera de él, porque él es único dios verdadero, los demás son  creaciones de Satán.   No podemos desconocer que  con buena voluntad los budistas, los católicos, los protestantes, islamistas y todos los demás que hacen coro, se reúnan para buscar la paz, para acordar sobre asuntos políticos pero, en ¿donde queda dios? ¿Donde Jehová, el dios verdadero?   Nuestro trabajo es logar que todos reconozcan a Jehová como el único Dios y a Jesucristo como su único hijo enviado a la tierra para librarnos del pecado…

Hubo un largo silencio y luego  se regodeó en citas y más citas. Con timidez la doncella virgen que al inicio entregara el inalámbrico, le pasó un papel. El lo  observó y exclamó, debo irme, imprescindible es que me vaya a Cabimbú  con urgencia, mi presencia  se reclama  para salvar a nuestra hermana de las garras de Satán.  Sacar de su cuerpo  los siete demonios es tarea  que me impone Jehová.

Margarita lo esperaba.  Al fin llegas, largos meses de espera son mil meses y quiero pedirte me digas en nombre de dios la verdad. Lo que soy para ti, lo se. Una mas, una más. Creo, que tu predicación y tu vida  son una inmensa farsa. Cuanto dices si dices la verdad la contradices con lo que hacemos. Si mientes engañas a la gente por ingenua por ignorante y  buena.  Tu mandato de que solo en las revistas que a manos llenas  reparten, está la verdad, es una afrenta a la razón y a la verdad y a la vida y un intento de engañar  a Dios.  Hoy lo se,   soy una entre varias de tu colección. La más oculta, dada mi situación,  pero la que más te ama. Lo se. Abrí los ojos.  Eres parte de una gran compañía que con su indiferencia al compromiso social, político,  las guerras, los aprovechan como medios para el trabajo de los mercaderes que negocian con sus dioses o con el diablo y se llenan de dólares utilizando el nombre del señor. De Nuestro Señor Jesucristo, Dios e hijo del Padre, Dios y el Espíritu Santo, espero su perdón. Dios es amor, verdad, justicia, Paz.

         El Predicador miró  a su amiga.  A ti jamás te he mentido, creo que a nadie, mis  negocios, inversiones, se hacen limpias según las leyes del mercado  y  de acuerdo a mis habilidades en mis relaciones con el poder.  Mis prédicas son ajustadas a la verdad de las santas escrituras,   tú y yo sabemos lo que somos cada uno,   y juntos hemos trazado a otros su destino. Juntos. Pero cuanto mas sabes de mí y lo supiste desde el comienzo, verdad que ocultamos y juntos cultivamos,  es que soy ateo.

         De los cielos  se desgarró  un inmenso aguacero como hacia más de 50 años no se veía por estos suelos.

Americo Dario Gollo Chávez
americod@gmail.com
@americogollo

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