Quienes vivimos en la pequeña Venecia,
andamos caminando por una especie de túnel sin salida, un verdadero laberinto
donde la luz de resultados positivos en materia económica, pareciera estar a
cien años de tocar el cerebro de aquellos ciudadanos privilegiados que hoy ostentan el poder unísono en esta
tierra dotada por Dios, con inmensas riquezas naturales, pero son administradas
por la ineficacia y la piratería.
La inflación
lleva su marcha a pasos agigantados, la especulación le acompaña y la
corrupción es la crema diaria en las manos de los bribones que no piensan en
nuestras generaciones futuras- en la educación y la salud, en la tragedia de
los hospitales, en el pobre que no tiene pan para saciar el hambre. La barbarie
de unos pocos y la costumbre de una mayoría, cuenta la historia de un País que
nos duele en el alma, que nos llena de impotencia en oportunidades al
visualizar el salvajismo de sus autoridades gubernamentales las cuales tienen
un pésimo ejercicio de gestión administrativa, enlodada por su desastroso
desempeño, pero que el reparto de migajas les lleva a tener todavía manos que
los sustenten y la impunidad como
abrigo para perseguir a la disidencia democrática.
La esperanza de
ver aterrizar y normalizar los precios, no está en el pensar del ciudadano
común, no existe confianza del pueblo en el
equipo económico, las cuentas nunca “cuadran” y las reservas
internacionales deben estar tocando piso, los lingotes de oro que llegaron hace
tiempo y que desató una enorme publicidad por parte del gobierno. A ciencia
cierta, abrimos los brazos y con cara atónita expresamos “quién sabe si estará
en Cuba EL ORO PATRIO”.
Los dólares
provenientes de las ventas del petróleo, se le preguntará al Zar Ramírez? amo y
señor de ese contingente para ver si alguna vez da respuesta, pues; el “pueblo protagónico es utilizado y pasan las
mismas necesidades el rojo, el azul, el anaranjado, el verde, el blanco”. La
transparencia es un olvido en el régimen, ella está secuestrada con la
honestidad y la decencia.
Por cierto, se le
debe a China, Rusia y ya el FMI volverá por aquí a dar sus préstamos leoninos.
La mentira y demagogia es un dúo que hace reír a los “enchufados”, estamos
endeudados hasta los tuétanos, la independencia económica es puro “buche y
pluma”.
Cada día gastamos
más para comer y difícilmente encontramos un producto producido aquí. Viene más
inflación… La especulación es otro de los resultados de la incompetencia del
régimen, es el tropiezo asiduo del ama de casa (para estirar su dinero), del
chofer, de la familia, del obrero, del estudiante.
El rebusque es un
torbellino que toca cada rincón “en este país que nos duele”. La gente busca
las mil maneras de sobrevivir.
La anarquía de la
economía está en el aire y el virus se expande. Los precios justos, que tanto
cacarean los altos funcionarios y que
los pone petimetre para las fotos en la prensa, están allí: el dólar a nivel de
nubes, los automóviles saliendo de la órbita, las casas rozando el satélite
Simón Bolívar, la leche: NO HAY! Y como ayer, el Ministro amigo del comerciante
juega su domino entre tragos y banquetes.
¿El pueblo? Para
ellos no hay dólares preferenciales. Para el pueblo hay colas e inseguridad.
¿El pueblo? Sudor
y quejas, para los enchufados el negocio del arroz Argentino y el paseo en
aviones del gobierno.
¿El pueblo? A
sufrir con el alza de las nuevas tarifas del pésimo servicio de energía
eléctrica.
¿El pueblo? A
esperar el bus que los lleve a casa, los enchufados del régimen van en su carro
último modelo con aire acondicionado y chofer incluido.
Sin embargo, el
pueblo es la soberanía, es el motor que hace transformaciones sociales, es la aurora a la desesperanza, es la unión
de las manos para lograr un mejor mañana. El pueblo somos todos, pero debemos
despertar por UN PAIS QUE NOS DUELE!
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