lunes, 9 de junio de 2014

SAÚL GODOY GÓMEZ, UNA EQUIVOCADA VISIÓN AGRÍCOLA,

Los chavistas tienen una visión de la agricultura excesivamente romántica y fuera de la realidad, empezando por asumir, sin razón que lo soporte, que el campesino venezolano es un ecologista, y que la agricultura, es una actividad que no produce daños al ambiente.

He escuchado las charlas de inducción de funcionarios del Ministerio del Ambiente a jóvenes en edad escolar y jamás advierten sobre los riesgos de una agricultura sin control, de las malas prácticas de cultivo que no respetan las limitaciones de los suelos, no mencionaban los problemas del uso indiscriminado de fertilizantes, plaguicidas y herbicidas (aunque hay ciertos cultivos y áreas del país donde sin estos químicos la agricultura es imposible, pero ya este problema fue erradicado pues no se consiguen los productos desde que el estado se hizo cargo de su distribución), de la posible contaminación de las aguas, del problema de la desertificación, del uso intensivo de la maquinaria agrícola (tampoco se consigue las maquinarias), del no respetar los ciclos de siembra y recolección, del problema de los incendios, de la deforestación indiscriminada, del abuso de la tierra sin dejarla descansar.
La agricultura es vital en la producción de alimentos que sustenta la vida humana, no menos cierto es que dicha producción es parte de un complejo intercambio energético con el medio ambiente que es regido por las leyes de la termodinámica, lo que significa que sembrar, criar animales, cosechar los productos del campo tienen un costo ambiental y energético, hay un agotamiento de recursos que va involucrado en la actividad, principalmente en nutrientes del suelo y en el uso del agua.
Para empezar, en el lugar donde se va a preparar la tierra con fines agrícolas, se debe despejar de las especies vegetales autóctonas del lugar, esto implica deforestar, limpiar para luego preparar la tierra, romperla con el arado, preparar los surcos de siembra, luego se acostumbra fortalecer el suelo con fertilizantes, complementar los nutrientes con químicos, cuyos residuos y subproductos penetran el suelo y con la lluvia alcanzan los acuíferos contaminándolos.
El agua que se usa para la agricultura invariablemente se degrada y su disposición final, al menos que se recicle con un proceso de tratamiento, queda definitivamente inservible para el uso humano, el consumo de agua limpia para la agricultura es enorme, de cada diez litros que gasta cada hombre en el planeta, siete son para la agricultura.
La recomendación de variar las cosechas en un lote de tierra productiva no es en vano, diferentes especies consumen diversos nutrientes de la tierra, el maíz necesita componentes orgánicos diferentes al sorgo, el café absorbe distintos minerales que la naranja, si un cultivo se hace permanente en un lugar consume con mayor rapidez los recursos del suelo que si hay rotación de cultivos, de igual forma, a la tierra hay que dejarla descansar, que se recupere, para que no pierda su valor productivo.
La física juega un papel importante, la inclinación de los terrenos cultivables es clave, sembrar en terrenos de mucha pendiente aceleran los procesos de erosión por el viento y las lluvias, técnicas como hacer terrazas siempre ayuda pero, inevitablemente las laderas de las montañas perderán sus puntos de apoyo y en algún momento cederán, por ello es importante obedecer las regulaciones sobre las pendientes permitidas para la agricultura.
Hay buenas y malas prácticas en el uso de la tierra, hay técnicas y conocimiento suficiente para alargar la vida de las tierras cultivables, siempre conscientes que la agricultura intensiva terminará por agotar los suelos y finalmente no producirán, la agricultura y la ganadería son de las principales causas de los procesos de desertificación en el planeta.
Lo que ha sucedido con la agricultura en Venezuela durante esta mal llamada revolución socialista, fue la promoción, por parte del estado, de las peores practicas posibles en el manejo de la tierra, esa situación se multiplicó en todo el país, la terrible tradición de la agricultura de conuco fue reeditada y aplicada indiscriminadamente, las mejores tierras agrícolas del país fueron entregadas a colectivos ignorantes de la agricultura a mediana y gran escala, hatos en plena producción, a cuyos legítimos dueños les tomó décadas fundar y hacer productivos, fueron llevados a la ruina en cuestión de semanas.
Todo empezó por el irrespeto a la propiedad privada, esa ola de expropiaciones, ocupaciones y simples robos de predios productivos por parte del estado socialista, le propinó un duro golpe a nuestra agricultura tradicional, pero también fue la inseguridad jurídica que se propició para hacer un reparto “equitativo” de las tierras, que terminó en ocupantes y supuestos campesinos que no tenían ni la menor idea de cómo se manejaba una siembra de papa.
Esta guerra al latifundismo tal y como la propaganda comunista la promueve, fue la peor excusa para meter en un solo saco a los grandes propietarios de tierras productivas del país, sin ninguna otra consideración que el tamaño de los fundos, obviando que en nuestro país, sólo con grandes extensiones de tierras es posible una agricultura sustentable sobre todo en la ganadería y agricultura extensiva cuya necesidad viene dictada por los rubros a producir, condiciones medioambientales y costo por hectárea.
Bosques protegidos y reservas naturales fueron pasadas por el hacha y el machete para parcelarlas, se destruyeron hectáreas de sistemas de riego, se desecaron lagunas y ríos, se incendiaron vastos cañaverales en plena producción y sabanas de pastos para la cría extensiva, se cambiaron las vocaciones de las tierras por sembradíos que las empobrecieron, la contaminación y la destrucción fue lugar común en esta fiebre del comunismo agrario. Tal vendaval de calamidades afectó de igual manera la ganadería, la pesca, la agroindustria, todo lo que el estado tocaba lo convertía en empresas quebradas y en cierres por falta de financiamiento y atención al sector.
El resultado lo tenemos a la vista, un país más pobre y desabastecido, la seguridad alimentaria enterrada junto a las toneladas de alimentos podridos que se tuvieron que importar y se importan, una agricultura arrasada y sin futuro a corto y mediano plazo.
Nuestras penurias se multiplicaron al aparecer el fantasma de la inflación desbocada, nuestros problemas monetarios y de cambio afectaron de manera profunda nuestra capacidad de compra de bastimentos en el extranjero, el desabastecimiento se hizo crónico y la calidad de los productos que entran por nuestros puertos para el consumo, apenas rayan en lo apto para el consumo humano.
Las fuentes de financiamiento, seguros y garantías para la actividad agrícola se redujeron a su mínima expresión, tampoco se cuidaron los mercados, las vías de comunicación, los almacenes en frío, la cadena de silos y graneros se convirtieron prontamente en ruinas inservibles, los arrime de cosechas a los puntos de recepción de las grandes empresas procesadoras empezaron a desaparecer a medida que las políticas económicas interventoras y reguladoras impidieron el negocio.
Lo que hizo Chávez y su movimiento político con nuestra agricultura es imperdonable, porque fueron advertidos, pero no escucharon, embriagados por el mesianismo y el voluntarismo se creyeron capaces, en su ignorancia, de declararse ambientalistas y parte de la revolución verde, solo para entregarnos un país degradado y con gravísimos problemas ecológicos.
Maduro parece no haber aprendido la lección, si bien se han dado casos de colectivos que han sido exitosos en la actividad agrícola a pequeña y mediana escala, son insignificantes ante las necesidades del país, se sigue manteniendo una terrible política de puertos, los insumos agrícolas están en manos de una mafia bolivariana que trafica con ellos en su propio beneficio, no existen programas serios de acompañamiento técnico ni supervisión con los créditos agrícolas, se desmantelaron centros de investigaciones y experimentación agrícolas, bancos de semillas, procesadoras de semen para razas vacunas, eso sí, se gasta dinero en promocionar la agricultura familiar, el nuevo nombre para el conuco, que está comprobado, no resuelven nuestros graves problemas alimentarios.
Quizás lo más ha impactado nuestra capacidad de auto sustentación alimentaria haya sido el desmontaje de los mercados naturales de nuestra economía agrícola, principalmente esa insolente e inoperante manía del estado socialista de querer regular los precios de los productos por medio de esos listados de “precios justos”, que lo que ha hecho ha sido hacer inviable la producción de alimentos.
La gran lección de estos años de abuso es que, una actividad tan importante y vital como la agricultura, mal hecha y peor entendida puede convertirse en cuchillo para nuestra garganta, recuperarnos va a costar mucho tiempo, trabajo y hambre...  si es que logramos sacudirnos al socialismo.
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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