La novela de espionaje es una forma literaria
creada y popularizada por los ingleses, fue con la Guerra Fría, en ese enfrentamiento
soterrado entre las dos grandes potencias mundiales la Unión Soviética y USA,
con el telón de fondo de un enfrentamiento nuclear, donde florece la época de
oro de este tipo de narrativa teniendo como escenario los países de Europa.
El escritor más famoso del espionaje es el
británico Ian Fleming, autor de las novelas de James Bond, y el que elevó este
género a un forma de arte es su coterráneo, John le Carré.
Es una literatura donde se destaca el complejo
mundo psicológico de los espías y de quienes intentan cazarlos y anularlos en
aras de la seguridad de sus naciones, un mundo de secretos, trampas y
traiciones donde el patriotismo, los intereses ideológicos, económicos y
militares se entremezclan con el romance, la violencia y las oscuras personalidades
de sus actores.
Algunos críticos temieron que con la caída del muro
de Berlín y el fin de la Guerra Fría la novela de espionaje pasaría a ser una
reliquia de la literatura, pero con el advenimiento de nuevas tecnologías para
mantener y descubrir secretos, guerras locales, el terrorismo y la nueva
geopolítica de fragmentación de naciones en pequeñas regiones autonómicas, la
escasez de recursos naturales y la proliferación de armas de destrucción
masiva, el advenimiento de los technothrillers, alta tecnología y espionaje, le
inyectó nueva vida a este tipo de novelas.
El factor humano, la novela de espionaje más famosa
del escritor inglés Graham Greene, publicada en 1978, es sin lugar a dudas un
puente que unió la historia de espionaje clásica con la moderna, se adelanta a
estas tendencias fundamentales introduciendo los cambios políticos que se
estaban dando en Suráfrica con el recrudecimiento del apartheid, pero permanece
fiel a lo que expertos en la materia consideran la más valiosa forma de espionaje,
y a su vez, la menos confiable, que es la inteligencia obtenida por el
espionaje humano (human intel, le dicen los norteamericanos, que resulta la
mayoría de las veces por donde revienta la cuerda de todo sistema de espionaje,
ya que se trata del elemento menos predecible y el más delgado).
Cuando se piensa en colectar inteligencia de los
países africanos se piensa en guerras entre distintas tribus, golpes de estado,
el éxito o fracaso de las cosechas, la exploración petrolera o los problemas de
agua, pero en algunos países como Zaire, Mozambique, Rhodesia con sus minas de
oro, uranio y diamantes, firmas tan importantes como De Beers para las finanzas
internacionales operando en la región, la penetración cubana, rusa y china en
el continente apoyando revoluciones y movimientos independentistas, los
intereses norteamericanos en esa parte del continente negro para contener el
terrorismo; el comunismo y el capitalismo jugando un ajedrez peligroso y
sangriento en esas ex colonias, todos estos elementos, más el racismo y la
brutalidad de los servicios secretos locales, salpimientan el interés de las
grandes potencias en enfocar su vigilancia sobre el continente, del cual surge
esta interesante historia que revolucionó su época.
Lo primero que llama la atención en esta novela, es
su ritmo trepidante y el uso magistral del suspenso, son herramientas que usa
Greene para mantener al lector pegado al libro pero, con la virtud, de que
jamás sacrifica la calidad del texto, el dibujo de los personajes principales
es, por decirlo de alguna manera, digno de Dostoievski; Maurice Castle es un
personaje complejo, un hombre de clase media, funcionario de “La Firma”, que no
es otra cosa que uno de los órganos secretos de seguridad británicos, encargado
de la oficina que maneja asuntos africanos, casado con Sarah, una mujer negra,
activista comunista que trabajó para él en Pretoria consiguiendo información, y
que luego, salvó de una muerte segura de manos de los servicios de inteligencia
de los Afrikaners.
La novela se inicia cuando la oficina de Castle es
investigada para encontrar una fuga de información, nos enteramos de cómo
funcionan estos procedimientos de “barrido y limpieza” de los departamentos en
una acción de contrainteligencia que llevan tiempo y tacto; descubrimos en
Castle un hombre rutinario, introspectivo, creyente en los valores
fundamentales de la familia, muy cercano al alcoholismo, culto a su manera y
creyente en un mejor futuro para la humanidad.
Es interesante mencionar sobre Graham Greene, que
su vida personal está rodeada de misterio, algunos estudiosos aseguran que fue,
durante buena parte de su vida, un espía para el gobierno británico y que sus
viajes alrededor del mundo, sobre todo a Latinoamérica, donde se le consideraba
simpatizante del comunismo; fue muy amigo, entre otros, de Gabriel García
Márquez, era la fachada perfecta que le permitía estar en los lugares de
conflicto para sus análisis de inteligencia, Cuba, México y otros países eran
frecuentemente visitados, se dice que tuvo una participación importante en los
preparativos a la invasión de Panamá, y menciono esto, porque el mundo del
espionaje que nos pinta en esta novela se siente no solo real, sino que abunda
en detalles que sólo un connaisseur pudiera dar cuenta, la vitrina de eventos y
personalidades, estilos de vida, procedimientos, como se manejan las alianzas y
colaboraciones entre servicios de inteligencia de otros países, e incluso,
conversaciones entre espías, revelan un profundo conocimiento de ese particular
mundo.
Es interesante resaltar que en esta obra se hace
mención a la introducción de la practica administrativa de “terminación” de los
informantes descubiertos pasando información al enemigo, una práctica usual en
las operaciones de campo, pero no dentro de la organización en condiciones
normales de oficina, en esta obra nos enteramos como es llevada a cabo una de
estas terminaciones sin que levante sospechas y malestares dentro del personal.
Retrata magistralmente la vida en Londres en los
años 70, sus exclusivos clubs, los pubs, las librerías de libros raros, los
matrimonios y funerales, la vida en los suburbios, los fines de semana en la
campiña inglesa… una línea de humor negro se entreteje en toda la novela y hace
soportable una desoladora historia de amor y separación, es un relato donde se
entretejen fidelidades y traiciones, y donde los errores y sospechas se pagan
con la vida.
Dos cosas llamaron mi atención, el whisky que toman
los espías ingleses con el J&B y el Cutty Sark, en ningún lado se hace
mención a los whisky doce años ni a otras marcas Premium, lo otro, es la
popularidad de las truchas ahumadas en las mesas de los jefes de la
inteligencia británica, acompañada de un buen pedazo de queso Stilton y
generosamente rociadas por buenos oportos.
El factor humano es una obra que se puede leer de
una sola sentada, es una excelente novela y punto, además de que sirve de
introducción para otros clásicos de Greene, tales como, Nuestro hombre en la
Habana, El tercer hombre, El americano apacible, todas ellas convertidas en
taquilleras películas.-
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul
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