De acuerdo al diccionario, pederastia es el
abuso deshonesto de un menor de edad, por supuesto, su connotación sexual priva
en muchas de las alusiones comunes del término, pero en Venezuela se hace patente cada día que tenemos un gobierno que
abusa de los menores, que los manipula para sus fines, que se vale de su
condición de educador y guardián de la infancia para violar su inocencia más
sagrada; los deforma, en cuanto tiene la
oportunidad, para hacer de ellos seres violentos, irrespetuosos de la
autoridad, pequeños espías de su propia familia y amigos, autómatas que repiten
discursos revolucionarios y loas al líder de los socialistas, pequeños
guerrilleros urbanos en armas.
Igual que en la Cuba de Fidel, como lo fue en
la Unión Soviética de Stalin, la Alemania de Hitler y la China de Mao, los
líderes de la revolución socialista se distinguieron como unos abusadores de
niños, les encantaba rodearse de ellos, tocarlos, besarlos, para resaltar su
imagen de “padres bondadosos”, creaban leyes que forzaban a la familia a
dejarlos en manos del Estado, que les dedicaba programas especiales, y que,
tras la fachada de bellos parques, vida al aire libre, actividades físicas,
juegos, uniformes y desfiles, ocultaba invariablemente el oscuro e implacable
crimen de deshumanizarlos, convertirlos en “cuadros” para el partido o el
ejército, hacer de ellos el semillero de un oprobioso sistema de terror y
despotismo… si no morían en las guerras por el socialismo, quedaban seriamente
afectados en su personalidad.
Una y otra vez, el resultado de estos
infaustos experimentos sociales demostró que se trataba de una industria
promovida por los estados socialistas para tener carne de cañón en existencia,
esclavos que decían y hacían lo que el gobierno quería, adeptos ciegos de una
ideología totalitaria. Por ello la
importancia de arrebatarlos en su tierna infancia, cuando no tienen una
personalidad formada, sin mecanismos de defensa desarrollados, crédulos e
inocentes, una materia prima virgen para moldearla a su imagen y semejanza, en
monstruos sin alma que repiten frases hechas como loros, sin pensamiento
propio, carentes de toda capacidad crítica, pues lo primero que le roban es su
capacidad de iniciativa, de valerse por ellos mismos, para someterla a la del
grupo, al interés del colectivo.
Por ello los alejan de sus familias, los
visten, los alimentan, los cuidan, mientras unos delincuentes deformados se
encargan de su “educación”, que no es otra que la exaltación al líder, al
proceso revolucionario, a la violencia y al exterminio del “otro”, del que
piensa diferente.
Maduro y sus ministros (lamentablemente
muchas mujeres entre ellos), están violando no sólo cada una de las leyes
venezolanas que protegen a los menores de edad, sino que se ponen al margen del
ordenamiento jurídico internacional, que protege a la infancia como Derecho
Humano; se trata de uno de los crímenes más despreciables. Los intentos de separar los niños de sus
padres no han cejado desde que la tiranía socialista se hizo con el poder; pero
la oposición de la gente decente y democrática, que le duele sus muchachos, que
no quiere “generaciones perdidas” en el país, está dando la lucha y dispuesta a
dar la vida por los niños de Venezuela.
Esa monstruosidad denominada “Comandos de
Guerrilla Comunicacional” es un intento del gobierno por apoderarse del futuro
del país, y gira en torno al concepto de “falsa conciencia”, implantado por
Marx y sus seguidores para el análisis de otras ideologías, el cual,
arrogantemente y sin objetividad, es utilizado para concluir que todo aquello
que no esté conforme con los ideales comunistas es un error y, por lo tanto,
falso.
Maduro, el hijo de Chávez, pasará a la
historia como el Herodes venezolano, por su maltrato a la infancia que se
expresa en muy diversas acciones.
La terrible situación hospitalaria que vive
el país, por el descuido culposo de un gobierno ha permitido que la suciedad y
la falta de mantenimiento de pabellones y salas de partos, se conviertan en
caldo de cultivo de virus y bacterias asesinas, que asaltan a las madres en
labor y contaminan a los neonatos, para inmediatamente llevarlos a la muerte, y
cientos de estos pequeños venezolanos son descubiertos con siniestra
regularidad en fosas comunes, dispuestos como si fueran deshechos.
La crisis del sector salud ha dejado sin
medicinas, médicos y espacios a miles de niños con problemas graves de salud,
desde el cáncer hasta las enfermedades del corazón, pasando por las
enfermedades contagiosas transmitidas por insectos; los informes sobre las muertes
de niños indígenas son estremecedores; afecciones como la disentería y la
fiebre amarilla, controladas en el país en gobiernos anteriores, son ahora
epidemias terribles que amenazan la supervivencia de nuestra etnias.
A los niños que sobreviven la ordalía de su
venida al mundo les espera un largo camino de sufrimiento; aquellos afortunados
que pueden ir a una escuela verán truncado su derecho a una alimentación
balanceada y digna; no nos caigamos a mentiras, el desabastecimiento, la
inflación y la falta de empleo obligan muchas veces a las familias a enviar a
sus muchachos a las escuelas sin desayuno, con la esperanza de que en las
escuelas, según la ley, los programas de alimentación se hagan cargo de
brindarles ese vaso de leche escolar o esa arepita con queso… la realidad es
que los chavistas responsables de estos programas se han robado los recursos,
trafican y hacen contrabando con estos alimentos destinados a los niños, no les
importa que los muchachitos se desmayen en los colegios por hambre, porque eso
es lo que está pasando, y cada vez más.
Eso sí, les regalan a las escuelas de
párvulos la Colección Bolivariana, unos libros llenos de veneno ideológico, de
basura socialista, obligando a los maestros a meterles esa fantasía chavista en
sus mentes, a costa de sus empleos, si se negaren a hacerlo.
La estadística de muchachos que, cada vez más
jóvenes, acuden armados al colegio es conmovedora, se hacen parte de bandas
delincuenciales o las usan para defenderse de las mismas; el clima en escuelas
y liceos ya no es de seguridad y paz para el estudio, en muchos de esos
planteles, muchos de ellos en ruinas, en condiciones sanitarias deplorables,
sin agua la mayor parte del tiempo, nuestros muchachos ya empiezan a tomarle el
pulso al país que el chavismo quiere para ellos.
Tan poco le importa la juventud al gobierno
de Maduro, que prefiere gasearla con sustancias tóxicas cuando protesta porque
no ve futuro en las universidades, la apalea y tortura y luego la trata como a
criminales comunes, enviando a los muchachos a cárceles de alta peligrosidad o
los ejecuta en las calles a fuerza de perdigonazos al rostro…
Mientras, los niños venezolanos siguen siendo
cada día víctimas de la violencia doméstica, de la prostitución infantil, son
usados como mano de obra esclava en muchos sitios del interior del país, los
utilizan como mulas en el comercio de la droga, muchos de ellos terminan sus
días mendigando en las calles… una realidad que se trata desesperadamente de
ocultar y negar, pero que crece en igual proporción a los miles de hogares que
se destruyen por la crisis social y económica que este gobierno fomenta, en
nombre de unos perversos ideales.
Esa visión carcelaria, aplicada a un país,
donde los ciudadanos son los presos y los políticos sus guardianes, está generando
una juventud y una niñez enferma y sin posibilidades de futuro; si se sigue al
pie de la letra el Plan de la Patria, los chavistas estarán condenando a los
venezolanos a la extinción como grupo social, un hecho que nadie admite, y
ocultan la disidencia, aduciendo que se trata de propaganda de guerra de los opositores. Hemos visto a los chavistas usar a los niños
para cerrar periódicos y televisoras, pero permitir que los colectivos armados
los disfracen de guerrilleros y que manipulen armas de verdad; hemos visto
también a Maduro aplaudiendo las alabanzas de niños de la patria que, como
robots, aprenden de memoria para recitarlas en actos políticos.
¿Cómo puede un gobierno mantenerse en el
poder en un país democrático con estas actuaciones? ¿Qué puede justificar su
demencial sed por el dominio de una sociedad con tal grado de violencia?
Esa Guerrilla Comunicacional es la manera más
perversa y cobarde de atacar el núcleo de creencias de niños y jóvenes, para
inculcarles el comunismo de la manera más virulenta posible; pero Venezuela no
es Cuba, y aparte de los colectivos, que le celebran la gracia al pederasta
mayor, sólo aplauden algunas desquiciadas mujeres rojas rojitas que,
embriagadas de poder, olvidaron lo que es ser madres.
A los chavistas se les ha olvidado que el
arte de gobernar es ocuparse de las cosas que verdaderamente importan para el
desarrollo de una sociedad, no es para ganar montones de dinero mal habido ni
para rodearse de prebendas y privilegios del poder, gobernar y ocuparse de los
niños y jóvenes es fundamental para cualquier país decente y progresista, y en
este sentido, por una tara mental, los chavistas no han podido poner en orden
sus prioridades, dejando que los más inocentes, los más indefensos sean quienes
sufran las consecuencias de sus ineptitudes.
La situación de nuestra juventud es grave y
no admite espera en su atención inmediata, el país todo debe estar consciente
de esto y exigirle al gobierno que cumpla con su deber, o renuncie. –
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul
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