La
necedad del culto al presente, y que refrenda con mayor fuerza, ya fue con
anterioridad denunciada por Tolstoi: “Una de las principales causas de la
mediocridad de la gente de nuestro medio intelectual es que siempre están a la
caza de lo actual, siempre quieren conocer o por lo menos tener una noción de
lo que se ha escrito recientemente. Y se escriben montañas de libros sobre cada
tema. Y hay que darse prisa y leerlos. Y son cerros. Y esta prisa y esta forma
de llenarse la cabeza con una actualidad vulgar, confusa, excluye cualquier
posibilidad de un conocimiento serio, verdadero, necesario. Y, se podría
pensar, qué obvio es el error.
Tenemos los resultados del pensamiento de los
más grandes pensadores, que durante milenios se han distinguido de millones y
millones de personas, y estos resultados del pensamiento de estos grandes
hombres han pasado por la criba y el tamiz del tiempo. Se ha desechado todo lo
mediocre, únicamente ha quedado lo que es original, profundo, necesario. Han
quedado los Vedas, Zoroastro, Buda, Lao-Tsé, Confucio, Meng-tse, Cristo,
Mahoma, Sócrates, Aristóteles, Platón, Marco Aurelio, Epicteto, y los nuevos:
Rousseau, Pascal, Kant, Schopenhauer y muchos otros. Y la gente que persigue la
actualidad no conoce nada de eso, y se atiborra la cabeza con salvado y con
residuos que pasarán por la criba y de los que no quedará nada”. (23/10/1909).
Ubicando
algunas pistas…
En el pasado cercano, precedente a 1998,
cinco analistas políticos colmaban la cúspide de los más lúcidos de cuantos
influían en los medios de comunicación escritos. Estos eran Fausto Massó, Luís
García Mora, Juan Carlos Zapata, Manuel Felipe Sierra y Manuel Malaver. Los
llamados Cinco Jinetes del Apocalipsis de la democracia representativa. A excepción
de Fausto Masso, cubano de nacimiento aventado al exilio con destino a
Venezuela, gracias a la amistad con una de las heroínas del Movimiento 26 de
Julio durante la resistencia contra el oprobioso régimen militar de Fulgencio
Batista, los cuatro restantes, de una u otra forma estuvieron vinculados al PCV
y al MIR; alguno de ellos hasta fue el representante del MIR en La Habana, en
el momento en el que Germán Lairet lo era del PCV. Sin embargo, todos, en el
ejercicio profesional como periodistas, y hay que admitirlo tuvieron el arrojo
de profundizar a fondo en los intersticios de la política y el poder, con
particular referencia a la praxis desarrollada por AD, COPEI y los factores
económicos dominantes. A manera de resumen, se hicieron adecólogos, copeyanólogos,
fedecamarólogos, doceapostólogos, en fin, todos unos especialistas consumados
en analizar la praxis de los partidos políticos que manejaban el poder
político, así como la espesura de las relaciones de éstos con los grupos
económicos.
Eran expertos en trazar escenarios posibles a
las salidas coyunturales, y con ello daban algunas pistas a sectores de
izquierda con quienes habían desarrollado en el pasado grandes afectos de
militancia política. El problema de esa izquierda antojadiza es que no yegó a
captar ni a entusiasmarse con los cantos de sirena que le dispensaban los cinco
grandes opinadores y actuar en consecuencia o desbloquear el
autoenclaustramiento y salir del ghetto al que se habían reducido. Esa
izquierda prefería leer los análisis de ese fablistán que harto conocido Rafael
Poleo. Y por supuesto, lo consideraban la Biblia de la opinión de la derecha,
vertida en la revista Zeta y en el diario El Nuevo País, en sus frecuentes y
extraordinarias visiones tropicales, que les turbaba el instinto, dejándose
llevar por esas palabras aferentemente enhebradas pero sin asidero
histórico, construcción diestra de una
imaginación expectante del redactor con una cultivada, estrecha e íntima
relación con factores del poder, actuando “a petición de parte interesada”, en
esa lucha entre apoderados por erguirse y estar en las proximidades de la toma decisiones. Los resultados de esa
dirigencia izquierdista rafaelpoleísta no se hacían esperar: fueron de derrota
en derrota, y cada vez más sus fuerzas reducidas. Un sector empresarial captó
estos desatinos de lo que pudo haber sido una alternativa de izquierda dentro
de la democracia representativa, y con el conocimiento que les da la
experiencia y el haber desandado los intersticios del entramado publico-privado y contestes que en política no hay vacíos,
algún causante los llena siempre, iniciando así un intento a destiempo de gestar la tesis de un nuevo
liderazgo, como zócalo de la antipolítica. Esto llevó a muchos de estos
patrones a insertarse en el Plan golpista que desde 1982 venían fraguado los
oficiales Ramón Guillermo Santeliz Ruiz y Carlos Santiago Ramírez. Caminaban
detrás de un nuevo 18 de octubre de 1945, pero de este tiempo.
Lo
sustantivo es que esos cinco articulistas de opinión desarrollaron habilidades
que les sirvió para demoler la estructura de poder representada por AD y COPEI.
Y esa pericia se les instalo en el instinto a partir de aquel momento, y con
ese fleje siguen embalando la nueva situación con aprestos pasados. Tal es el
caso de Luís García Mora en sus artículos in comento.
En el primer párrafo de uno de sus recientes,
señala que “Venezuela vivió una conmoción política”. La expresión Conmoción la
esgrime inadecuadamente. Ella está referida a un evento que provocaría en el
país un impacto que impactaría en todos sus integrantes, independientemente de
cualquier posición política, económica, religiosa o raza.
Conmoción
Política fue la defensa de La Guaira y
Puerto Cabello contra los ingleses, que realizaron las Milicias capitaneadas
por los criollos don Mateo Gual y la de los hermanos Lorenzo y Gaspar de
Córdova, respectivamente, que provocaron opiniones de alta credibilidad como la
del sacerdote criollo, reaccionario, el padre Terrero reconociera estos méritos
y que los criollos opuestos a la Guipuzcoana señalaran: “pues es evidente
–señalan los documentos que todos los de la Compañía huyeron, y esto supuesto
informaron en contra, de donde le resultó el título de Excelentísimo a Don
Gabriel José de Zuloaga, sin merecerlo.” Al punto que un juez del proceso
seguido a Juan Francisco De León declarara que toda la Provincia quedó
“alborotada y libertosa”.
Por
cierto, don Gabriel José de Zuloaga es ascendiente directo de Nicomedes
Zuloaga, padre e hijo, como también de Guillermo Zuloaga y de María Corina
Machado. Y ese Nicomedes Zuloaga junto a otros, como Juan José Mendoza,
redactaron el 22 de noviembre de 1861 un documento suplicando la intervención
de una potencia extranjera y ofreciendo “…entregar girones del territorio
patrio a cambio del orden y del respeto de sus propiedades amenazadas” por la
guerra social, como nos los relata el General en Jefe José Antonio Páez,
indignado justamente, ordenó iniciar una investigación inmediata y someter a
juicio por traición a la patria a quienes no habían vacilado en solicitar la
intervención extranjera en la vida política del país, y además ofrecían en pago
de su perfidia prácticamente la tercera parte de la superficie de Venezuela.
Pedro José Rojas logró importante información al respecto, pero el desarrollo
de la cruenta guerra social no permitió profundizar las averiguaciones. El
documento se encuentra archivado en la Cancillería venezolana, firmado
justamente por apellidos que desde 1830, considerándose representantes del
orden y de la sociedad, “constituían una oligarquía de tenderos enriquecidos
con aires de personajes”, según la punzante caracterización que de este grupo
social, hiciera en su tiempo Laureano Vallenilla Lanz, el autor de los libros”
cesarismo Democrático” y “Disgregación e Integración”. Hay que señalar y podría
ser producto de la serendipía que Juan José Mendoza es ascendiente de Leopoldo
López Mendoza, quién en coalición con María Corina Machado, pariente de Gabriel
José de Zuloaga y de Nicomedes Zuloaga, planificaron “La Salida” y el “SOS”
clamando por la intervención extranjera en nuestra política interna. Ayer sus
ascendientes consanguíneos clamaban a Inglaterra se injiriera en nuestros
asuntos domésticos, hoy sus descendientes contemporáneos lo hacen a los Estados
Unidos. Está en su ADN y esto lo debiera saber Luís García Mora, que como
adecólogo debió leer los libros que publicó la Presidencia de la República,
durante el gobierno de uno de los líderes adecos más influyentes: Carlos Andrés
Pérez, para responderse el porqué y por cual razón los había mandado publicar.
Conmoción
Política fue la ejecución de la sentencia en la Plaza pública de José María
España magistralmente descrita por el conservador Juan Vicente González en su
biografía del general José Félix Ribas, demostrándose que lo que no había
logrado el juicio anterior en ausencia, que no alcanzó en el seno de la
sociedad caraqueña, la capital de la Provincia, el interés debido, lo logró la
ejecución de la sentencia.
Conmoción
social y política causó José Tomás Boves, o en la Guerra Federal, en los
saqueos de 1936 después de la muerte de Gómez, del 23 de enero de 1958 y del
Caracazo de 1989.
Conmoción
política fue la toma del poder por Cipriano Castro y los andinos, la revolución
de octubre de 1945 de acción democrática y el triunfo electoral de Hugo Chávez
en 1998, del que Luís Herrera Campins describió con mucho realismo y certeza al
expresar: “a ponerse alpargatas que lo que viene es joropo”.
Conmoción
económica fue el viernes negro de Luís Herrera Campins que todavía hace
estragos. Gobierno por cierto donde el Dr. Ramon Guillermo Aveledo, era uno de
sus más entusiastas oficiantes.
Parece
que este analista In comento, dedico su periplo vital en especializarse en la
praxis política de AD y el COPEI, para no dejar piedra sobre piedra, pero nunca
se ojeó por lo menos alguna obra de la literatura española del llamado siglo de
oro. Ni de nuestros historiadores como Augusto Mijares, Mariano Picón Salas,
Mario Briceño Iragorri, Guillermo Morón, Luis Alberto Sucre, Ramón J. Velásquez
y hasta el mismo Domingo Alberto Rangel (lo que sin han hecho, Henry Ramos
Allup, Ramón Guillermo Aveledo, José “Pepe” Rodríguez Iturbe, Luis Emilio
Rondón, Roberto Henríquez, y Claudio Fermín. Si García Mora hubiese leído algo,
sabría diferenciar lo que los funcionarios de la Corona española, ya tenían
perfectamente definido cada situación de hecho para darle el tratamiento de
juris, como por ejemplo: Motín, Cimarronera, Alzamiento, Conspiración,
Alboroto, Revuelta, Asonada, Trifulca, Confabulación, Conjura, Sublevación,
Invasión, Desórdenes, Partidas, Levantamiento, Inconfidencia, Rebelión,
Insurrección, Sedición, Complot, Manifestación Popular, y demás. Todos estos
conceptos están perfectamente definidos en la Historia, en las Letras, en los
Códigos militar y penal y en las ciencias políticas.
Estos
significaciones las conocían muy bien Rómulo Gallegos (¿Con quién vamos?),
Rómulo Betancourt (¿Con quién estamos y contra quién estamos?), Andrés Eloy
Blanco, Gonzalo Barrios, Leonardo Ruiz Pineda, Valmore Rodríguez, Luís Beltrán
Prieto Figueroa, Raúl Ramos Jiménez, Domingo Alberto Rangel, Simón Sáez Mérida,
José Ignacio Casal, Humberto Cuenca, Moisés Moleiro, Americo Martin, Jóvito
Villalba, Alirio Ugarte Pelayo, José Vicente Rangel, Fabricio Ojeda, Rafael
Caldera, Pedro Del Moral, Lorenzo Fernández, Gustavo Machado Morales, Salvador
De La Plaza, Juan Bautista Fuenmayor, para nombrar solo algunos. Y por esa
razón ocupan en nuestra historia política posiciones cimeras.
No
se puede hablar en propiedad de Conmoción Política cuando se han ejecutado
desórdenes y disturbios en sólo 19 municipios de 335 existentes. Y menos aún si
en esos 19 municipios iniciales están radicados en determinados sectores de
cada uno de esos municipios coligados a habitabilidades de clase media (media y
alta) que se extinguirán porque no
responden a verdaderos sentimientos del ejercicio de la violencia por parte del
pueblo, precisamente por falta de pueblo, o lo que es lo mismo se siguen
expresando vanguardistamente en no menos de seis focalizaciones por el solo
hecho de ser sostenidos artificialmente, mediante gratificación por los
servicios ofrecidos y dotación de insumos para el ejercicio de la intimidación.
Dónde la pretensión de iniciar focos de arrebato que fueran prendiendo la
pradera en toda la geografía nacional.
Frente
a la represión, los jóvenes no divisan
por su edad, algunos hechos pero que si deben recordar algunos integrantes de
la MUD, que el país ha tenido represión en los periodos democráticos
evidenciada durante en los regímenes de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni; y la
feroz arremetida contra el movimiento estudiantil durante el régimen del
profesor universitario Rafael Antonio Caldera Rodríguez. Betancourt, Leoni y
Caldera zanjaban esos focos el mismo día y lo hacían aplicando la contención
necesaria. En esta oportunidad el gobierno ha utilizado doctrinas de seguridad
foráneas, insuficientes y torpes, que por supuesto son responsables del
doloroso fallecimiento de un grueso de venezolanos, lo que hay que denunciar
con insistencia. “Regresaremos sobre el tema”
pgpgarcia5@gmail.com
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