Los líderes populistas tienden a prometer la
solución de todos los problemas del país que gobiernan o aspiran a gobernar, sin entrar a considerar
si cuentan con las posibilidades materiales y el conocimiento necesario para
poder realizar sus proyectos.
El populismo se caracteriza por el voluntarismo de
sus líderes, por lo que quizás fue un dirigente populista el que inspiró la
expresión “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”.
La presidenta de Argentina, Cristina Fernández es
uno de esos dirigentes de grandes ideas que tienden a negar el sentido común y
violar el derecho de los demás, en particular los de aquellos que han logrado
desarrollar proyectos sin sinecuras gubernamentales.
Fernández ha cabalgado y compartido proyectos
hemisféricos con los apocalípticos jinetes de la Alianza Bolivariana de las
Américas, ha sido solidaria con sus pares de Cuba, Venezuela, ha apoyado sin reparos a todos los despostas
del continente, y al interior de su país ha impulsado la crispación política y
social con gran esmero.
Por ejemplo Argentina lidera el ranking de países
de Latinoamérica donde hay una mayor percepción del aumento de la corrupción en
los últimos dos años, según el Barómetro Global de la Corrupción de
Transparencia Internacional. La inseguridad ciudadana ha motivado que varios
supuestos delincuentes hayan sido “linchados”.
El propio vicepresidente Amado Boudou, un protegido de la
mandataria, está enfrentando un proceso
judicial por corrupción aunque él afirma ser inocente.
Desde que el difunto presidente Néstor Kirchner llegó al poder, la familia presidencial multiplicó su fortuna, de 1,5 millones de dólares, según declaraciones patrimoniales en el 2003, a 11,1 millones de dólares, en el 2008. No cabe duda que algunos gobernantes a pesar de que se les paga para dirigir los destinos de la nación, tienen tiempo para hacer inversiones que dejan impresionantes ganancias.
La mandataria también ha procurado “democratizar”
el Poder Judicial de su país, una propuesta que fue rechazada por una de las
principales fuerzas de la oposición en el Parlamento, la Unión Cívica Radical y
también hasta entre los peronistas que son antikirchnerista, un diputado al
Congreso, Gustavo Ferrari, declaró al
respecto "un nuevo y lamentable avance del Ejecutivo sobre la
independencia y autonomía del Poder Judicial".
La democratización de la justicia de la presidente
solo pretendía situar bajo su control a los jueces y tribunales, y lograr
sentencias que favorecieran sus intereses, muy parecido a lo que ocurre en los
países donde priman las dictaduras institucionales, ejemplificadas, en
Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia.
Uno de sus objetivos prioritarios fue controlar los
medios de comunicación, durante un acto en la periferia de Buenos Aires en
Octubre del 2010, expresó "a veces pienso si no sería también importante
nacionalizar, no estatizar, que se entienda bien, los medios de comunicación,
que adquieran conciencia nacional y defiendan los intereses del país, no los
del gobierno".
Un año antes había promulgado una nueva Ley de
Medios Audiovisuales que fue rechazada
por diferentes grupos multimedia y particularmente por la Sociedad
Interamericana de Prensa.
Fernández
acusó a los medios de ocultar información, de publicar exclusivamente lo que se
ajustaba a sus intereses. Su gobierno tiene conflictos con varios medios, en
particular el Grupo Clarín, al extremo que al mejor estilo chavista caducó la
licencia de una de sus empresas e intento confiscarle la fábrica de papel
periódico.
Pero
evidentemente la propuesta más notable del gobierno de Cristina Fernández es la
creación dentro del Ministerio de Cultura de una Secretaría de Coordinación
Estratégica para el Pensamiento Nacional, una chabacanería similar al
Viceministerio “para la Suprema Felicidad Social del Pueblo” de Nicolás Maduro.
La
entidad estará dirigida por Ricardo Forster,
un intelectual que defienden las políticas del kirchnerismo, un intento
como apuntan analista argentinos, se aproxima al ministerio de Propaganda e
Información que dirigía en la Alemania hitleriana Joseph Goebbels.
El
objetivo declarado, el real lo dejamos a la imaginación tomando como base las
acciones de gobiernos de Néstor y Cristina Fernández de Kitchner, es según el
propio Foster "diseñar, coordinar e instrumentar una usina de pensamiento
nacional, ajustado a los lineamientos que fije la Secretaría”, para "generar
instancias de diálogo y debate sobre temas contemporáneos, promoviendo nuevas
corrientes de pensamiento, que hagan partícipe a toda la ciudadanía".
En
realidad todo parece indicar que las enseñanzas de George Orwel han germinado
en Argentina y que en breve contaran con un pequeño hermano que dirigirá los
destinos de cada ciudadano bajo la orientación de la Gran Hermana, Cristina
Fernández.
Cierto que el mandato de Fernández llega a su final, que su popularidad es baja y su intento de reelección fracaso, pero esta herencia es peligrosa y forma parte de las tentaciones totalitarias como escribiera Jean Francois Revel..
Pedro
Corzo
pedroc1943@msn.com
@PedroCorzo43
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