Me escribe a menudo gente decepcionada, cansada de
que nada suceda.
Equivocadamente la toman contra los venezolanos,
generalizando, acusándonos de no servir para nada, de no reaccionar como
deberíamos.
Trato de entenderlos y no de juzgarlos, sé que sus
afirmaciones aunque injustas, son producto de la ira y la desesperación.
Si escribo diciendo que nos acercamos al fin de la
época oscura bolivariana, me tildan de iluso. Si afirmo que los venezolanos no
se rinden, me señalan que ya es demasiado tarde o que somos cobardes… o que ni
siquiera somos patriotas. Que somos egoístas o que nos vedemos por unos
mendrugos.
Eso sin hablar de los chavistas, que me insultan o
que intentan desmoralizarme, echándome en cara que tienen y usan el poder como
quieren.
Con estos últimos no pierdo el tiempo, sé que se
trata del equipo que llaman “los franceses”, quienes se ocupan de la imagen
gubernamental a fin de continuar con sus contratos. Por supuestos de la mano de
los esbirros castristas, especialistas en guerra sucia y en manipulación comunicacional.
Con ellos me divierto, los Labastida y otros
seudónimos con su agresividad me confirman que he metido el dedo en la llaga.
Siento como un fresquito.
Sin embargo a los primeros quiero decirles, que
responsables de lo que sucede somos todos. Empezando por aquellos que votaron
por el régimen con el objetivo de castigar a los políticos tradicionales.
Somos culpables por no haber sido más cuidadosos
frente a quienes elegimos, por no haber exigido el cumplimiento de los deberes
a nuestros representantes. Porque no medimos las consecuencias.
Por haber sido cómodos y dejado la política, en
manos de quienes se ocuparon más de sus partidos que del pueblo.
La lucha no está planteada entre el régimen
autoritario y los políticos o entre la policía y los estudiantes. El desafío es
entre demócratas y opresores, entre la libertad y el socialismo bolivariano.
La lucha no es de Leopoldo, María Corina o
Capriles, es de cada ciudadano que se sienta venezolano de verdad y decida
enfrentar al régimen que nos entregó a Fidel.
La pelea no es de Ledezma o de los estudiantes
contra la Guardia Nacional, es de cada venezolano que quiere un futuro para los
suyos.
Desde donde nos encontremos podemos aportar un
grano de arena en esta batalla. Buscar culpables, insultar al venezolano,
exigirle lo que no estamos dando, es muy fácil.
Lo difícil es ponerse a hacer algo concreto por la
causa, el reto es aportar, empujar, entusiasmar, tomar riesgos y no rendirse.
Cuando se escribe en un medio público se asume una
responsabilidad, que implica la honestidad intelectual.
En mi caso escribo para reconfortar a los que
sufren, a los que están luchando y se sienten solos, escribo para aquellos que
tuvieron que irse y quieren seguir creyendo en Venezuela.
A menudo me dirijo a los Ni Ni y a los indecisos,
tratando de acercar gente a la causa, de que se den cuenta de la tragedia en
que vivimos y se decidan a cambiar. Trato de infundir ánimo, de señalar caminos
y aportar lo que puedo.
A menudo denuncio los atropellos, los visibles,
inmediatos y materiales, pero también reflexiono sobre los psíquicos y
espirituales que marcan a los que sufren.
En ocasiones he tratado de definir conceptos,
principios y valores, sobre todo aquellos que nos señalan el camino correcto a
la libertad y la democracia.
He advertido sobre el peligro de los terroristas y
sus veleidades con el gobierno, sobre el apoyo a los guerrilleros colombianos y
a los extremistas islámicos. Sobre todo de aquello que pone en peligro nuestra
soberanía, especialmente el régimen castrista.
Me he opuesto al Antisemitismo bolivariano, así
como a cualquier otro tipo de violación de los derechos humanos.
Así como me he solidarizado con iniciativas
personales de gran valor, también he señalado mezquindades de nuestro lado,
especialmente las provenientes de aquellos que actúan como “chavistas” de
oposición.
¿Por qué he escrito sobre todo esto?, en primer
lugar para honrar a los caídos, a los privados de libertad, por los que sufren,
porque pienso que si hay salida y que no todo el mundo se vende.
Porque creo en mi pueblo, porque estoy convencido
que podemos retomar un camino juntos.
Tengo la certeza de que lo que aspiramos los
venezolanos, es poder desarrollarnos y brindarle un futuro a nuestra familia.
Que desde lo más profundo de nuestro ser rechazamos que nos tutelen los
cubanos.
Que queremos seguir libres y soberanos, que creemos
que con nuestro esfuerzo, trabajo y oportunidades podemos sentirnos realizados.
Rechazo que me digan que no estamos ubicados… que
el venezolano hace tiempo que vive en dictadura, pero que no lo sabe, por ser
demasiado ignorante, demasiado estúpido para vivir en democracia, como me
escribió un lector hace pocos días.
En mi País, en ese en el que creo, existen gentes
honradas, valientes que están dando la batalla, en la prensa, en cada tribuna,
en la calle. Existe una oposición que está luchando desde hace tiempo por
encontrar una solución democrática, sin que pase un día si enfrentar el
autoritarismo gubernamental.
Existe gente preparada pronunciándose, a pesar del
riesgo que eso representa. Contamos con artistas, profesionales, sindicalistas,
políticos, diplomáticos, periodistas, padres y amas de casa, que no se rinden.
Enfrentado un régimen asesino y opresor si armas.
Cada vez que veo los estudiantes arriesgando su
integridad física, a las madres que denuncian los atropellos, a Capriles
recorriendo pueblos, a Ledezma dando la cara, a Leopoldo preso y sin que se le
respeten sus derechos, a María Corina valiente frente a la fiscalía… es como si
algo me dijera que Dios no ha permitido que perdamos la fe en lo humano.
Nelson Castellano-Hernandez
nelsoncastellano@hotmail.com
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