El
encabezado de este breve escrito, amigo lector, posee una explicita referencia
cernudiana. "La desolación de la quimera" es el título de la última
creación literaria de Luis Cernuda (1902-1963); poeta sevillano de la
generación del año 27.
Lo
utilizo porque me parece que resume en forma apropiada la situación política,
social, cultural y psicológica que caracteriza al país en los actuales
momentos. La quimera bolivariana ha desolado al país y ha expuesto al
escrutinio público el carácter fantasioso y utópico del llamado socialismo del
siglo XXI. Desde luego, el costo ha sido alto, tanto desde el punto de vista
colectivo como individual. La energía y la fertilidad intelectual que
caracterizó las primeras décadas de vida democrática, por ejemplo, han sido
suplantadas por una mezcla de corrupción, oportunismo e ignorancia cuyos
resultados están a la vista de todos los venezolanos.
Posemos
la atención, por ejemplo, en el ámbito cultural. Desde su inicio, el sistema
democrático impulsó y, fue sometido a su vez, a una recia confrontación con
intelectuales que conformaban una red cultural de sesgo izquierdista. Basta
recordar los escritos del grupo Sardio, El techo de la ballena o el teatro
crítico de dramaturgos como Cesar Reginfo, José Ignacio Cabrujas, Carlos
Jiménez, por citar algunos de los más conocidos autores del teatro nacional. En
aquello años, esta oposición cultural no tan solo era respetada, sino que con
sus actuaciones y espíritu contestarlo incrementó, igualmente, la densidad
cultural de la vida política del país. La quimera, pues, aún no estaba
desolada. Sin embargo, ese respecto y tolerancia hacia el espíritu crítico que
caracterizó aquella fase democrática ha sido sustituida, en la actualidad, por
una intransigencia de corte autoritario que ha llegado a los extremos, por
citar un ejemplo emblemático, de derrumbar la estatua de Cristóbal Colón el 12
de Octubre del 2004 -día de la resistencia indígena-. Monumento este que
contaba con más de cien años de antigüedad y se encontraba ubicado en la Plaza
Caracas.
Démosle
una vuelta a la tuerca y encaremos, ahora, la situación de pobreza que embarga
a la población. En su inicio la revolución vendió, con relativo éxito, la idea
de acuerdo a la cual esta condición estaba siendo superada. Sin embargo, cifras
oficiales muestran su incremento y, lo que es más importante, lo errado que
estaban las políticas diseñadas para combatirla. Hoy en día, la pobreza
económica y cultural atenaza a más del 80% de la población del país. Desde
luego, el incremento de este flagelo va acompañado por el declive de la
economía. El cuadro general se puede describir como sigue: inflación rampante,
déficit fiscal incontrolado, escasez de bienes básicos, sobrevaloración de la
moneda, reducción de reservas o alzas del riesgo país.
En
el plano estrictamente político esta desolación ha llegado para quedarse. El
gobierno se encuentra fracturado. Algunos oficialistas, por ejemplo, estiman
que la continuidad de Maduro pone en riesgo la prolongación del chavismo.
Otros, por el contrario, impulsan la ejecución de políticas de alta intensidad
represiva. Esta opción, encuentra resistencia en mandos militares. En fin, la
unidad de mando que existía en los tiempos de Hugo Rafael Chávez comienza a
desmoronase. El gobierno, en consecuencia, transita una senda peligrosa para el
país.
La
coyuntura exige rectificación y diseño de políticas que vayan al encuentro de
quienes conformamos la totalidad de la nación. La polarización extrema puede
conducir a situaciones lamentables y delicadas. El Chile de Salvador Allende es
un buen espejo para echar un vistazo a la tragedia política que pudiera
amenazar a todos los venezolanos.
La
quimera se ha esfumado… y solo permanece la desolación que ella provocó.
Nelson
Acosta Espinoza
acostnelson@gmail.com
@nelsonacosta64
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