"¡Nadie está exento!". Fue la
advertencia que nos hizo la mamá de Marco Coello, Doris de Coello, el día que
la entrevisté.
Lleva cuatro meses bregando en los tribunales
para lograr la libertad de su muchacho –algo que en ocasiones se aleja; pero,
que no la hace desmayar en su intento. Presenta pruebas para demostrar la
inocencia de su hijo, alerta a otros sobre la situación, agradece el apoyo que
ha recibido en todo este tiempo. Sin embargo, aún no obtiene los resultados que
quiere. Pero, no se amilana. Tampoco cede. Doris es abogado y forma parte del
equipo defensor de su Marco. Cuando la escuché, viví su dolor que a veces asoma
visos de rabia y, otras, de esperanza, esa que no se pierde cuando lo que está
en juego es mucho: la vida en libertad de su hijo. Me imagino la impotencia de
Doris cada vez que comprueba que la justicia venezolana actúa amañada y
claramente inclinada hacia la voluntad del régimen, un régimen que -a como dé
lugar- tiene que encontrar culpables.
Presiento su tristeza los días de visita, los
dos únicos días cuando puede ir a ver a Marco que, como ella misma describe, se
transforman en las cuatro horas más anheladas de la semana... y las más amargas
cuando llega el momento de despedirse. Cuatro meses lleva Marco privado de
libertad: privado de sus estudios, de sus compañeros de clase, de su vida en
familia, de su bicicleta y de su fútbol... preso por no aceptar una culpa que
no es de él, por no aceptar una oferta de libertad a cambio de admitir como
suyos unos hechos que él no cometió. Marco apenas tiene 18 años, recién
cumplidos. Y ni siquiera está inscrito en el Registro Electoral...
"Nadie está exento" dijo Doris de
Coello. Pero, lamentablemente, se equivoca. En Venezuela hay muchos
"exentos". Mucho criminal comprobado y confeso, con prontuarios,
prohibición de salida de sus localidades, con antecedentes penales, con
crímenes horribles a cuestas, que están exentos. No están detenidos o, si lo
estuvieron, lograron en un santiamén su libertad para seguir circulando
libremente por las calles o seguir cometiendo sus trasgresiones con la
impunidad con la que los blinda la justicia venezolana.
¿Dónde está Yonny Eduardo Bolívar
Jiménez –el asesino de la joven
embarazada Adriana Urquiola? Ese crimen no era su primer delito. Bolívar tenía
su historial con la justicia... ¡y también credenciales como comisionado de la
PNB!
Pero allí no se detiene la lista de
"exentos famosos", a pesar de que los merodean sus antecedentes
penales y rencillas, y quizá hasta terminen ajusticiados en las calles luego de
salir de reuniones del Palacio de Miraflores. ¿O es que ese no es el caso del
Gordo Bayón?
¿De dónde salía este delincuente apodado el
Gordo Bayón el día que lo asesinaron? ¡De Miraflores! Salía de una reunión con
representantes del Gobierno para discutir los contratos colectivos de los
trabajadores de la Siderúrgica del Orinoco.
Otros, son estafadores con doble identidad,
millonarios de la noche a la mañana –como Jhon Quiroz, el presidente del Concesionario
La Venezolana, quien ni partida de nacimiento tiene; pero, logró sacarse dos
cédulas con las que se libró del "peso" (blandengue) de la ley. ¡Si
hasta participó en una feria automotriz en Fuerte Tiuna! Sí, nada más y nada
menos que en el recinto emblemático de los militares venezolanos.
¿Y qué tienen en común estos exentos
privilegiados? De alguna manera u otra, todos han lucido sus franelas rojas y
expresado –tácita o explícitamente- su simpatía por el Gobierno. O han estado
estrechamente vinculados con personeros de las cúpulas de poder. Y eso ¿cómo lo
asumimos? Porque, de verdad, no se justifica de ninguna manera. "Dime con
quién andas y te diré quién eres", reza el dicho. Qué malas juntas estas
que tiene el régimen. Qué amiguitos los que se gasta. ¡O qué régimen se gastan
estos amiguitos!
Y mientras esos "exentos" andan
libres -fugados o ajusticiados- Marco sigue privado de libertad, compartiendo
celda con Cristian Holdack, de 34 años, a quien no conocía; pero que la
Fiscalía se empeña en calificar como su compañero de fechoría –esta trastada
montada que a ambos le imputan.
Holdack, no es más que otra víctima
desafortunada que, por azares del destino, se estrenó en las marchas el 12F
para terminar padeciendo una pesadilla. Esa que Luisa Ortega le hace vivir
porque decidió que él sería uno de los elegidos como cómplice de Leopoldo
López. Un dirigente político a quien nunca había visto y conoció el día de la
audiencia.
Cristian no milita en ningún partido
político, trabajaba reparando computadoras, le apasiona la fotografía y su
única arma el 12F fue su cámara. Pero, para la justicia venezolana es cómplice
de Leopoldo y de Marco. Aurora Armesto, su novia, no entiende por qué él, no
entiende cuál es el ensañamiento contra Cristian, a quien espera, como Doris a
Marco, de vuelta en su hogar. Ese que este desgobierno se niega a dejarles
soñar.
José Domingo Blanco (Mingo)
mingo.blanco@gmail.com
@mingo_1
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