HÉCTOR DE LIMA, LAS ELECCIONES DE COLOMBIA ¿QUIÉN SE RINDE PRIMERO?

Conocí a Bogotá un Domingo de franelas blancas. Voluntariamente la  gente bajaba de los edificios, salían de las casas, desembocaban en callejuelas y caminaban hasta las grandes avenidas como riachuelos que se convertían en ríos humanos. 

La muerte de un niño engañado por la FARC, que utilizó su bicicleta para transportar cuarenta y cinco kilos de explosivos, colocados en una bolsa de pan, hasta una caseta policial, fue el detonante de ese grito ¡NO MAS FARC! que escribió Oscar Morales en su computadora.  Ese grito NO MAS FARC, que sintió toda Colombia, y se trasmitió por las redes sociales, resonó en todos los confines del mundo.

Mas de veinte países se hicieron eco en lo que espontáneamente se convirtió en las mas apabullante convocatoria mundial contra el terrorismo y la muerte. Desde Colombia hasta Australia, pasando por Europa y muchas capitales en Estados Unidos,  ese cuatro de Febrero del 2008 se unió el mundo en un solo abrazo contra la FARC. Si el objetivo de una guerra de guerrillas es atraer la simpatía de la población hacia su causa, ese día selló la derrota definitiva de un movimiento que apenas cuenta con el 3% de apoyo político en Colombia. Los colombianos tienen muy claro que la FARC no es un movimiento que lucha por reivindicaciones campesinas, es un negocio que produce cerca de tres mil millones de dólares, cuyo exponente mayor es la FARC. Con ese cartel se sienta hoy en día el pueblo de Colombia en la Habana, negociando el ultimo chantaje que les queda: O permiten que continúe impunemente mi guerra utilizando medios electorales o continúo con mi locura de exterminio sin fin en las selvas de Colombia.

Las próximas elecciones tienen como trasfondo esa disyuntiva, que en ningún caso puede ser la guerra o la paz, de lo que se trata es de una rendición incondicional representada por Santos o una rendición con condiciones representada por Zuluaga. Las FARC perdieron la guerra hace tiempo, cuando impunemente apagaron las esperanzas de un niño que quería ganar cinco dólares haciendo un mandado llevándole pan a unos policías de guardia. Las FARC mostraron lo que eran cuando impunemente dieron tiros de gracia a once concejales del Valle del Cauca, porque hubo una confusión entre ellos mismos y creyeron que el ejercito venía a liberar los prisioneros. Las FARC mordió el lodo de la derrota cuando Colombia se enteró del niño Enmanuel de Clara Rojas, secuestrado cruelmente por la guerrilla con un brazo roto. Las ironías de la madre de Ingrid Betancourt desesperada, acudiendo a Miraflores cuando el verdadero libertador era el presidente Uribe a quien ella odiaba.

Todas esas historias se vuelven a repetir ahora en este desenlace de las elecciones de Colombia. Una de ellas pasó desapercibida por el relumbrón de los periodistas entrevistando a Ingrid Betancourt la tarde de su liberación. La actuación digna del soldado Garzón, quien a pesar de once años de martirios y torturas, declaró al falso camarógrafo de un canal de Venezuela que entrevistaba al jefe guerrillero César, que el también “quería declarar a nombre del glorioso ejército de Colombia”, a sabiendas de las graves consecuencias que eso podía acarrearle. Lo que Garzón dijo fue: “Colombia no se rinde”. Esa es la verdadera disyuntiva en estas elecciones. La elección no es la guerra o la paz, la elección es quien se rinde primero, la FARC o se rinde Colombia.

Mas de veinte millones de colombianos no votaron por nadie en la primera vuelta. El 97% de esos colombianos quieren la paz, pero están profundamente desengañados con el estamento político de Colombia, como en su momento lo estuvo el pueblo de Venezuela. La FARC fue derrotada en Colombia pera está vivita y coleando en Venezuela, agazapada y con los colmillos afilados, esperando enterrarlos en el corazón de Colombia.

Aunque no lo sepan, en las próximas elecciones los colombianos deciden el futuro de las dos naciones. Ojala se decidan por Uribe.

Hector De Lima

hectordelima@gmail.com

@venecolombo

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