La
salida se va por burladeros. Más vale tarde que nunca descubre que era gradual,
por etapas, con una ruta; y discretamente en alforjas muy sutiles, guardaba
tiempo para crear conciencia aunque puede dudarse que tuviera una molécula de
tal componente.
Como las excusas rodaron al nacer aparece la hoja de parra: pedir la amable colaboración de Maduro, su renuncia y así convocar elecciones adelantadas, constituyente, todas las anteriores, o cualquier otro desatino. Inventamos y erramos.
Dividir y acabar la oposición si es preciso, con tal de
no presentar cuentas de la aventura. Tiene de bueno que es un regreso a la vía
electoral y ya hablan de reunificar la oposición, aunque por el momento sobre
bases de plastilina y extraña que no lo digan en la reunión semanal. Esto se
debe a que 80% de venezolanos repudian la salida pero es también una volada a
ver si "pasa algo" que les saque los cascos del barro.
Pedir
a Maduro renuncia, la partida de nacimiento u otra amable colaboración es
hacerse el dormido. Se sabe que eso no va a ocurrir y nadie cree que un
trompetazo derrumbará las murallas de Jericó. Se es libre de escribir cartas al
niño Jesús pero no para mantener en peligro muchachos crédulos. No después de
42 muertes, alcaldes destituidos, miles de heridos y procesados, un dirigente
preso, otra defenestrada, la oposición dividida que baja su porcentaje y no
capitaliza el descontento social. Gente decente, profesionales distinguidos, de
buena fe solicitan un imposible (ni hablar de los bucaneros que quieren salir
en la foto) bajo inspiración de los forjadores de la tragedia, descocados
beneficiarios de imperios cuartorrepublicanos que no supieron edificar pero si
perder, empresarios, políticos o capitanes de medios de comunicación que
tuvieron todo (varios inmerecidamente) y lo desperdiciaron. Ningún argumento
para creer que pueden hacer algo bien.
EL
BURRO AL TRIGO
Conviene
coleccionar esos papeles que recogen la historia de la destrucción por sus
protagonistas. Búsquela y aprecie incoherencia, confusión y dislate. Primero se
lanzaron con furia que al destruir los partidos, con ilusión de llegar al poder
en 1993, y así fue pero los manejaron los más astutos. Prosiguieron la
desestabilización y se produjeron a Chávez. Felices por destruir los partidos,
controlaron la oposición, pensaron que tendrían el camino abierto e hicieron el
paro, plaza Altamira, el retiro de candidaturas en 2005, y este año trancas y guarimbas,
antipolítica y extravagancia. Ahora sueñan que el gobierno de Maduro se hunda y
los llamen a ellos dirigir la patria. Creen que ahora si va a salir su número y
quieren degollar, desacreditar, empantanar la Unidad que luce inerme. A alguien
se le metió en la cabeza ponerle la mano al poder.
Luego
de tremendos esfuerzos de enmienda, y cuando se suponía aprendida la lección,
"vuelve el burro al trigo". Regresa la bulla impotente y engañosa
para que el club delire y se alejen las mayorías. Es hora de la vaciedad
moralista, consignera sobre el coraje, la abnegación, el amor a la patria, como
si esa hojarasquería afectara al adversario. No hay orientaciones sobre la
complejidad del cuadro político, ni cómo enfrentar un régimen autocrático,
amoral, cuyo inmenso poderío y encono son retos a la inteligencia. Arrinconan
al gobierno con una ofensiva de luces de Bengala, "la cosa se cae y aquí
estoy yo". Por eso hay que matar la Unidad en esta versión que hace que
los dirigentes demuestren serlo con votos. Los líderes señalan caminos,
deshacen entuertos, trazan estrategias, crean tácticas. No son caballeros
andantes, ni proponen desvaríos, ni amenazaban sin fuerza molinos,
encantadores, ovejas
EL
CASCO Y LA BACINILLA
Cervantes
le puso a su personaje una simbólica bacinilla en la cabeza en vez de yelmo y
un caballo enclenque para un viaje igual. A veces las retiradas son
inevitables, pero los héroes verdaderos impiden la descomposición, el desorden,
la emigración a oriente. Las planifican los estados mayores con cuidado, para
no multiplicar los efectos perniciosos y no saltar de un error a otro hasta la
ruina. A menos que Maduro ponga su granito de arena, -perdón por el ripio que
da piquiña-, les toca decidir cara o sello revocatorio o constituyente. Si cae
cara, revocatorio. Con un gobierno que jugaría a aplanarlas, tendrían que
recoger firmas Tascón equivalentes a 20% del RE a partir de 2016, la mitad del
período, y obtener un voto más de los 7 millones y medio que sacó aquél en
2013.
Eso
es tan fácil como comprar Plaza Venezuela en Monopolio, pero la Unidad no
tendría que morderse los dedos del pie al confundirlos con cacería, y antes que
eso la única realidad son las parlamentarias de 2015. Si cae sello, "la
constituyente", se necesita 15% de las firmas Tascón del RE. La empresa no
luce muy viable porque casi nadie compra soga en casa de ahorcado. Cuidar la
retirada es tan importante como cuidar la victoria. La política en equipo
enseña que en los debates se escuchan diversas perspectivas para formarse opiniones
y no convertir en enemigo al que disiente.
Pero el objetivo de algunos no es derrotar a Maduro sino acabar la Unidad para heredar un poder ajeno. Los aprendices de brujo siempre terminan en el barranco y deberían sin esguinces regresar a la estrategia trazada, electoral, pacífica, constitucional. Hacia 2015.
Carlos
Raul Hernandez
carlosraulhernandez@gmail.com
@carlosraulher
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