Al régimen la economía se le volvió un enredo. El "Plan de la Patria" sólo animó inflación y escasez por lo que la actividad privada se tornó en un nudo difícil de desatar.
¡A
GOLEAR AL RÉGIMEN!
En
nada ha cambiado a pesar de los compromisos adquiridos en tiempos de
elecciones. El régimen sigue haciéndolas de una manera grotesca y sin cálculo
de las consecuencias. Es decir, sin medida, ni dirección, ni tampoco sentido.
La brutalidad que rige sus decisiones, junto con el poder económico incautado a
través de artificiosas determinaciones jurídicas asociadas con la
ideologización de los estamentos del poder del Estado, han llevado al país casi
que al cadalso. O sea, al pie de su propia tumba la cual ha cavado valiéndose
de las más vergonzosas extorsiones, chantajes e impúdicas exfoliaciones.
Las
libertades fueron secuestradas por el afán de poder de sus dirigentes y
funcionarios en cargos de alto gobierno. Las garantías las conculcaron con la
misma perversa intención manejada al mejor estilo chauvinista desde 1999. Sin
embargo, las cosas empeoraron a medida que los tiempos fueron pasando. Y con
ellos, permitiéndose el desangre del país razón por la cual apelaron a la
impunidad para cometer los desbarros que concibieron bajo el oscuro cauce del
llamado "socialismo".
2014,
completó el cuadro de torcidos "méritos" que le valieron el
reconocimiento internacional a su ineptitud, incompetencia e indolencia. Tanto
que, ante los estragos realizados
gracias a la escasez provocada, la mayor de la era democrática, se logró el
apoteósico éxito del macabro plan de desabastecimiento a lo cual contribuyeron
la patética socialización de los medios de producción y la concepción comunal
de la geopolítica nacional. (Léase: Estado Comunal)
Había
que inventar lo de la guerra económica. Pero poco a nada consiguieron, pues los
absurdos propósitos gubernamentales cayeron en la desgracia de su misma trampa.
Se revirtieron, a lo que ayudó la protesta estudiantil heroicamente iniciada el
día de la Juventud, el pasado 12 febrero. Tampoco les ha válido el maloso y
aburrido cuento del "gallo pelón". O sea, el del
"magnicidio" manipulado con el auxilio de la represión.
Al
régimen el mundo se le complicó tanto, que hasta perdieron el camino en
principio trazado. La economía se le volvió un enredo. El "Plan de la
Patria" sólo animó inflación y escasez por lo que la actividad privada se
tornó en un nudo difícil de desatar. De hecho, la inflación ha comenzado a
bordear límites inesperados al punto que en los últimos meses llegó a 60.9%.
Puede decirse que la gestión gubernamental provocó la distorsión del
funcionamiento del país sin que haya hecho nada para revertir tan serio
problema.
Quizás
por apostarle al proselitismo demagógico, el régimen devino en una situación
que lo indujo a caer en las contradicciones de su propio modelo económico. Se
ha visto que tan bajo ha caído, no sólo la popularidad del presidente de la
República, sino también la de la nación ante los ojos del resto del mundo que,
para evitar hundirse, continuó tomando decisiones totalmente contraproducentes.
Así profundizó la represión. Sus arbitrariedades activaron mecanismos de
persecución contra medios de comunicación negándole la venta de papel
periódico, expulsando corresponsales extranjeros y conminando la línea
editorial de la poca prensa libre todavía existente. No conforme con esto, el
régimen persiste en su afán de amedrentar a activistas de derechos humanos,
estudiantes demócratas y venezolanos con conciencia.
Ni
siquiera la realización de la vigésima edición de la Copa Mundial de la FIFA,
ha sido óbice para apaciguar la protesta. Por el contrario, en distintas
ciudades venezolanas se revivieron manifestaciones y pancartazos exigiendo la
libertad de los presos políticos y respeto a la democracia. Y a pesar del uso
desmedido de la fuerza por parte de la Guardia y la Policía Nacional, las
acciones de calle no se hicieron esperar.
El
miedo de los gobernantes ante sus propias equivocaciones, que si bien no
reconocen públicamente sí las han entendido, ha sido la razón para actuar con
el desafuero característico del despotismo. Imponen la máxima del autoritarismo
en la que pensar diferente convierte al ciudadano en sospechoso. Luego lo
inhabilita, despojándolo de sus derechos ciudadanos. Y por tanto, del bien
político más preciado: su ciudadanía. Pero aún cuando el régimen insista en
acallar la valiente resistencia popular, castigando con violencia la disensión
política y negándole al venezolano sus derechos civiles y las libertades
políticas constitucionales, en el país no cesará la protesta mientras no haya
un giro rotundo que coloque las cosas en su santo lugar. Más aún, con los
eventos que significan el Mundial Brasil 2014. Pensando en fútbol, habrá que
exclamar a toda voz: a golear al régimen.
VENTANA
DE PAPEL
CUANDO
LA INCERTIDUMBRE CAMPEA
El
problema en el desarrollo de toda confrontación o competencia deportiva, es la
incertidumbre por lo cual las apuestas juegan un papel interesante no sólo por
su significado. También, por las implicaciones que alcanzan una vez que se
define el encuentro.
En
política sucede lo mismo. Aunque la mayoría de las veces, la situación se
vuelve más complicada en virtud de los distintos elementos que toman partido
desde una u otra posición. Es cuando cualquiera de las partes, hace de la
violencia un instrumento de retalación con el cual busca imponerse. Sin
importarle la tendencia de la confrontación. No hay contemplación alguna con el
adversario toda vez que lo considera su enemigo.
La
ciencia política habla de la relación "amigo-enemigo" sin atender
otras variables que puedan poner en juicio la presencia de valores en alguna de
las facciones en pugna para así considerar el problema con una óptica diferente
de la que simplemente determina la realidad vista con la aspereza de la
coyuntura. Venezuela ha sido vapuleada por este problema el cual tiene una raíz
cardinal en la precaria cultura política de las clases sociales con mayor
incidencia en el momento electoral. De manera que esto ha sido una situación
difícil de remontar. Más, en el caso cuando la incertidumbre campea.
NO
SERÍAN LA EXCEPCIÓN
Persiste
el malestar en la comunidad académica por causa de la contradicción en la que
se ve atrapada la universidad venezolana. Mientras el discurso académico va por
un lado, las ejecutorias institucionales van por otro. No hay concordancia
alguna que exhorte el sentimiento universitario de cara a los problemas de
índole económica, política y social que afectan el discurrir del país. Lo
contradictorio que reside en el fondo de tan enrarecida situación, tiene parte
de explicación en lo que refiere la actual Ley de Universidades en su artículo
2º cuándo indica que "a ellas corresponde colaborar con la vida del país a
través del esclarecimiento de los problemas nacionales".
No
obstante en términos de este propósito, se desata todo un conjunto de intereses
que en nada se corresponde con dicho precepto. Sobre todo, cuando estos
intereses se ven confundidos con circunstancias que terminan obligando a las
universidades a mantenerse silenciadas ante los problemas que, su misma razón
de ser, motiva a estudiar con acento crítico.
De
esta manera, la Universidad pareciera desconocer los dictámenes que su propia
ley suscribe de cara a las dificultades que surgen a su alrededor. En este
sentido, deberá reconocerse que estas Casas de Estudios Superiores, cuyas
capacidades deben actuar comprometidas con el desarrollo regional y nacional,
extrañamente lucen apagadas ante la crisis económica y política que arrolla a
la sociedad venezolana. No declaran su postura ante el manejo equivocado de
políticas económicas y sociales por cuya insuficiencia el país se ve atorado y
atrapado en una grave crisis de Estado que arrastra una crisis de la economía y
otra de índole política. Han mantenido un ruidoso silencio que no se compadece
de la situación de crisis. O se intimidan ante ella por razones de una inducida
mesura que, incluso, afecta su misma esencia. Particularmente, porque le han
venido limitando facultades autonómicas que, constitucionalmente, le permiten
dictarse normas que han de regir sus orientaciones académicas y
administrativas.
Definitivamente,
es tiempo de amarrar compromisos que devengan en acciones. En medio de las
resquebrajaduras que han desarreglado al país, la Universidad no puede seguir
"corriendo la arruga". No debe retrasar más su salida a la arena de
la lucha frontal. Debe ahora mismo, elevar su voz de protesta ante el
desbarajuste que el gobierno ha venido incitando desde sus entrañas. De otra
manera, las coyunturas harán prisioneras a las instituciones nacionales. Y las
universidades autónomas, no serían la excepción.
“En política, es propio vencer al adversario haciéndole goles (como se habla en fútbol). El problema es cuando en dictadura busca vencer al otro mediante métodos opresivos e injustos que ahogan libertades y asfixian derechos” AJMonagas
Antonio
José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
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