La resistencia social para afrontar los embates impulsados por causa de los fiascos incitados por la revolución bolivariana, no contuvo el desmantelamiento que venía venirse por vía del ensañamiento de gobernantes resentidos y afanados por derruir el Estado Democrático de Derecho y de Justicia.
¿CONDENADO
POR LA HISTORIA?
Cada
ejecutoria gubernamental, desnuda una tragedia. El petropopulismo aplicado ha
devenido en procesos que lejos de “convertir a Venezuela en un país potencia en
lo social, lo económico y lo político dentro de la Gran Potencia Naciente de América Latina y el Caribe”, como
lo describe el cacareado Plan de la Patria, ha retrocedido al país a posiciones
en la cola de una cadena de realidades geopolíticas que buscan alcanzar
posiciones de desarrollo. La tempestad que azotó el terreno de la política
nacional, hizo aguas en el escenario de la economía. La crisis rebasó la
capacidad del país. Su resistencia para afrontar los embates impulsados por
causa de los fiascos incitados sañudamente por la revolución bolivariana, no
contuvo el desmantelamiento que venía venirse como producto del ensañamiento de
gobernantes resentidos y afanados por derruir el Estado de Derecho sobre el
cual se afianzaba el ordenamiento jurídico hoy desperdigado entre las ruinas
del republicanismo democrático que una vez pudo ostentarse.
La
carta de Jorge Giordani, elaborada con el fin de “rendir cuentas al país” se
convierte en un instrumento de acusación en torno al desmontaje de las
instituciones democráticas sobre las cuales se deparó el estado de gobernabilidad
alcanzado hasta el arribo al poder del militarismo reluciente dada su carácter
de protagónico y decisorio. Las confesiones de quien fuera miembro fundamental
del gobierno del finado presidente, dan cuenta de la implosión revolucionaria
que se acerca a toda velocidad. Más, si se considera el fantasma de la
conspiración que ronda los lados de la presidencia de la República y de las
principales carteras ministeriales.
No
hay duda de que este mensaje es la mayor revelación de la calamidad que ha
padecido la población venezolana, habida cuenta de lo que ha representado la
arrogancia de quien, aprovechándose del corsé que lo embute como
“revolucionario”, se atrevió a diseñar un modelo de país errado en virtud del
aislamiento social que lo ha caracterizado. No sólo en lo personal. Asimismo
fue su comportamiento en el claustro universitario. De hecho su idolatría, su
obsesiva pasión por el militarismo adosado al fascismo mussoliniano, lo llevó a
actuar a soslayo de consideraciones insinuadas, incluso, por militantes de base
del partido de gobierno a quienes dejó ver su desprecio. Ha sido de tal el
grado de soberbia que lo ha caracterizado en su vida pública, que hasta su
palabra escrita revela fuertes ademanes de malcriadez. Sus confesiones han
determinado en él posturas alejadas de todo dirigente político que, a decir de
los principios por los cuales se rige la ética política, debe actuar apegado al
respeto, la tolerancia y la solidaridad.
Sin
embargo, Giordani pareciera no haber dicho todo lo que sabe, ni todo lo que en
exacto es el comportamiento de un régimen engendrado de un modelo que
históricamente se vio siempre rebasado por las libertades propias de un
desarrollo autonómico. Aunque la corrupción que acusa su carta, no fue óbice
para haber corregido las distorsiones que desde el principio fueron
acumulándose. Peor aún, sin que la misma se evitara. Por el contrario, a decir
de la susodicha misiva, consintió alcahuetear múltiples decisiones que
privilegiaron posturas, razones y actuaciones accionadas a favor de necedades
consignadas en el Gabinete Económico por el extinto presidente.
En
el fondo de ni tan sorprendentes declaraciones, es indudable que se esconde un
duro cuestionamiento a la gestión del actual gobierno toda vez que la semántica
del escrito apunta a poner al descubierto intríngulis que denotan ineficacia,
ausencia de liderazgo, desorden administrativo y caos político incitados por el
propio cenáculo gubernamental. De hecho alega que “la herencia de Chávez está
en muy malas manos”. Ni siquiera le sirvió su sentido de planificador para
haber actuado en consonancia con el precepto constitucional que aduce “el
ejercicio democrático de la voluntad popular” como guía de orientación
política. Su arrepentimiento pudiera valerle, quizás, el perdón en la coyuntura.
Pero jamás, podría evitar ser condenado por la historia.
VENTANA
DE PAPEL
AMIGO,
LE LLEGÓ SU HORA
No
por nada, Jorge Giordani prefiere finalizar su impactante y reveladora carta
apelando a una frase de José Saramago que reza “mientras más viejo más libre, y
mientras más libre más radical”. En su pensamiento pareciera seguir anclado el
fanatismo que ha cultivado como razón para luchar desde el lado equivocado de
la historia política. Estar convencido de continuar “luchando por la
independencia de Venezuela y la del continente latinoamericano y caribeño”, es
una sutil manera de declarar su obstinación a partir de la cual ha justificado
sus acciones emprendidas indistintamente si los efectos de las mismas tenían el
final esperado en términos de objetivos plausibles, o acaso se asumían como
meros “mascarones de proa” para engañar a través del discurso maniqueo o de
decisiones tomadas engañosamente.
Es
indiscutible que dicha carta, además de asomar lo que siempre quiso el régimen
encubrir con gruesas y finas mentiras, ha querido utilizarla como instrumento
de desafío por lo cual Giordani busca que sea abierta la “caja negra” en la que
se han ocultado buena parte de los secretos mejor guardados por conspicuos
personajes del régimen.
De
esta forma, el ahora ex ministro pretende redimirse ante el país sin entender
que la divulgación de lo que parece ser un burdo guión de arrepentimiento le
arrojará una mayor acritud nacional. En medio de tan vejatoria situación,
intenta cobrarle a los actuales gobernantes la incompetencia de la cual se
valen para imponer autoritariamente decisiones inconsultas, inconsistentes y
desproporcionadas. De ahí que, aún cuando no lo denuncia Giordani, una de las
razones vitales para explicar el deterioro y desorden que vive la
Administración Pública tiene que ver con el pesado militarismo acomodado en
posiciones de alto gobierno.
Esta
carta de Giordani vista como una tardía forma de crítica a la situación actual,
“identificando la medida en que se aparta de lo construido en los 20 años
previos”, no es otro recurso distinto de aquel que pueda hacer alguien a quien
se le acerca el tiempo final. A quien lo espera la pena capital. Entonces, por
lo que se intuye, puede decírsele a Jorge Giordani, sin duda alguna: amigo, le
llegó su hora.
CONJURA
ANTIDEMOCRÁTICA
El
régimen venezolano continúa maniobrando con todos los tentáculos posibles ante
el propósito de desbancar la institucionalidad de un sistema político anclado
sobre el ejercicio de la democracia. La persecución política por medios
judiciales, así como la ocupación de militares activos en altas posiciones de
la administración pública, es el tono muscular de la gestión de gobierno. Con
la demagógica intención de llamar al diálogo, este régimen busca liquidar
política y moralmente a quienes representan al bloque contrario. De hecho, ha
copiado todo lo referente al léxico militar para denominar lo posible y hasta
lo imposible. De esa forma, justifica nuevos modos de accionar en nombre de
ilusas figuraciones que comprometen la política con una historia adulterada .
Inclusive, corrompida.
Con
términos como “estrategia de guerra asimétrica” o “contraofensiva económica”,
suplen lo que debería ser la “conciliación política” tal como lo prescribe el
tiempo histórico actual. Sus ejecutorias las ha basado en contradicciones
imposibles de razonar, pero que sostienen a costa de lo que sea y con el apoyo
de recursos del Estado. Todo ello, al margen de las leyes republicanas.
“Conmigo o contra mí” ha sido criterio de decisión gubernamental desde 1999.
Con la mentira de mostrarse como un gobierno “obrero o de los trabajadores”,
dado el presunto espíritu socialista, han estado derribando la estructura donde
se cimentó el esfuerzo de construir un Estado de Derecho y de Justicia Social
con la capacidad necesaria para articular procesos democráticos, de libertad y
de excelencia.
De
nuevo, el régimen le da una vuelta de tuerca de represión judicial sectaria a
todo lo que se atreve a contrariar sus métodos. Vuelve a tocarle a las
universidades autónomas y críticas, cuando la insultan con mezquino interés
politiquero buscando desviarlas de su rumbo académico para alinearlas con el
bodrio de una educación amarrada a esquemas inútiles y fracasados como aquello
del socialismo del siglo XXI. Con quienes han fracasado en el gobierno y en las
universidades, el régimen sigue empeñado en revertir los postulados del
desarrollo económico y social para lo cual se valen de una manifiesta conjura
antidemocrática.
“Aún
cuando la palabra pueda ser testimonial de propósitos, las realidades son inexorables.
Sobre todo, cuando se utiliza desde la perversidad de políticos disfrazados de
demócratas” AJMonagas
Antonio
José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
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