jueves, 26 de junio de 2014

ALEXIS ORTIZ, FELIPE II Y FELIPE VI


El hijo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, nieto de los Reyes Católicos Isabel y Fernando, Carlos I de España y V de Alemania, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, en el año de gracia de 1556 abdicó a favor de su hijo Felipe II, y después se retiró al monasterio de Yuste, a arreglar sus asuntos del espíritu para la definitiva entrega al auténtico Señor de los Cielos.

Felipe II fue un monarca rezandero, hesitante y envidioso. A través de la batalla de Lepanto que comandó su medio hermano Juan de Austria (la más alto ocasión que conocieron los siglos, según el soldado Miguel de Cervantes Saavedra), salvó a la Cristiandad del dominio musulmán. Y con la derrota de la Armada Invencible en aguas inglesas, comenzó la decadencia del imperio español, aquel donde jamás se ponía el sol.

En descargo de Felipe II hay que apuntar que el imperio que heredó era insostenible por razones políticas, económicas y hasta religiosas. Su padre quiso levantar una corona universal y sus logros se sintetizan en el desangramiento financiero ibérico, el cisma cristiano y los primeros motivos para la futura insurgencia de la España ultramarina.

En este desajustado 2014, saturado de incertidumbres, redes sociales, indignados y fútbol,  Don Juan Carlos de Borbón y Borbón, I de España, abdicó a favor de su hijo Felipe VI. Juan Carlos I fue un estadista de alto vuelo, protagonista principalísimo de la transición española y factor de unidad y moderación en una sociedad diversa y díscola.

Felipe VI arriba al trono en una España sacudida por los fanáticos nacionalistas que despliegan su chantaje contra los pueblos de Cataluña y Euskadi y, estremecida también por una crisis económica creada por el populismo socialista, que el presidente Rajoy trata de superar con enormes dificultades. Además con la corona desprestigiada por algunos lances frívolos de su padre Juan Carlos I, inducidos por alguna veleidosa trepadora de esas que pueblan las páginas históricas.

Ya algunos agoreros desahucian a la Casa Real de España. No me refiero solo a fablistanes tremendistas como el señor Jorge Ramos, uno de los adalides de la noticia como show y de la civilización del espectáculo. Sino también a intelectuales y tratadistas de prosapia.

Otros reconocen la rigurosa preparación de Felipe VI para las responsabilidades que acaba de asumir, la alta valoración de la monarquía que tiene la inmensa mayoría del pueblo español y, por añadidura, que varios de las naciones más prósperas y avanzadas del planeta mantienen el modelo constitucional monárquico parlamentario. Las monarquías absolutas residuales apenas sobreviven como teocracias musulmanas, o en algún ignoto reducto asiático.

Con  respecto a España y su nuevo rey con una esposa plebeya, yo prefiero compartir el prudente optimismo de una periodista de solera, como la señora Gina Montaner.  

Alexis Ortiz
alexisortiz9347@gmail.com
@AlexisOrtizB

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