lunes, 9 de junio de 2014

ALBERTO RODRÍGUEZ BARRERA, COHERENCIA INTERNACIONAL Y CON LAS FUERZAS ARMADAS, 1960- 1962, HISTORIA,

  También en la política internacional, para comienzos de 1962, el Gobierno de Coalición iba anotándose triunfos innegables. Tal fue el caso con la República Dominicana. La desaparición física del déspota que oprimía a ese hermano país fue posterior al riguroso cordón de aislamiento que contra su régimen propició e impulsó, con enérgica decisión, el gobierno de Venezuela.

 
Rómulo_Betancourt,_1961
En las horas de incertidumbre que vivió Santo Domingo tras la muerte del tirano, el Gobierno de Coalición cooperó en una acción interamericana que impidió que se prolongara, por interpósita mano de causahabientes y familiares del déspota eliminado, un gobierno similar al que aquél personificó, y para que  se estableciera un régimen de libertades públicas. 

Tal como fue reconocido en la reunión de Ministros de Relaciones Exteriores realizada en Punta del Este por el representante dominicano: “Es para mí motivo de singular complacencia expresar públicamente nuestro agradecimiento al pueblo de Venezuela y a su gobierno, que fueron paladines de nuestra cruzada en la ayuda infatigable para la restauración del pueblo dominicano”.

 De la misma manera, en las Naciones Unidas se manifestó la irrenunciable e inmodificable decisión del pueblo venezolano para que se le reconozcan sus derechos sobre extensas zonas del territorio nacional que le fueron usurpadas por la Inglaterra victoriana de expansión imperialista. La posesión colonial que los ingleses adquirieron de Holanda, en las vecindades geográficas de Venezuela, pasó de 20.000 millas cuadradas a 109.000 millas cuadradas, a costa de territorio venezolano. El diferendo entre la débil Venezuela y la arrogante Inglaterra victoriana fue resuelto en un inicuo e inaceptable laudo pronunciado por un tribunal político y no de derecho, en sentencia de 1899.

  Quedó claro que Venezuela jamás aceptará el desprendimiento de su territorio. Por ser fieles a nuestra tradición y vocación anticolonialistas propiciamos para la Guayana Británica la aplicación del principio de autodeterminación y de su propia independencia. Pero exigimos la reintegración de territorio venezolano sin desplantes publicitarios, a través de una serena y firme gestión diplomática.

 En las Naciones Unidas, junto con la India, la República Arabe Unida y Yugoslavia, Venezuela presentó un proyecto que debía servir de guía para las discusiones sobre el desarme, en declaración conjunta contra la reanudación de pruebas nucleares y la difusión de armas de ese tipo, e hizo hincapié en la desconfianza que existe entre las grandes potencias para no entenderse entre ellas.

  La mayor parte de estos principios fue acogida posteriormente por Estados Unidos y la Unión Soviética e integrada en la declaración conjunta suscrita por dichos países (20 de septiembre de 1961). La línea de conducta de Venezuela en las Naciones Unidas permitió que fuera escogida para formar parte del Consejo de Seguridad, el segundo órgano de jerarquía después de la Asamblea General, por 96 votos de las 103 delegaciones presentes en el momento de su elección.

     Las relaciones diplomáticas y consulares con el gobierno de Cuba fueron rotas el 11 de noviembre de 1961, en respuesta a los humanitarios llamamientos del Gobierno de Coalición para que en ese país cesaran los fusilamientos en masa y el campeante irrespeto a las libertades públicas y a la dignidad humana.

     Veinte Cancilleres de América, en la reunión de Punta del Este, avalaron la decisión de Venezuela, y reconocieron que en Cuba gobernaba un régimen  subordinado al Eje chino-soviético y que era incompatible con el sistema interamericano, basado en la Carta Constitutiva de ese organismo regional aprobada en Bogotá en 1948. El gobierno de La Habana fue excluido de la comunidad interamericana, y Venezuela expresó nuestro apego invariable a la norma de que en ningún caso se justifica la intervención unilateral de un país de América, por otro de los que forman esta comunidad de naciones.

     Venezuela recibió la visita de Jefes de Estado, como fue el caso con John F. Kennedy, con quien se discutieron problemas que afectan la economía y el desarrollo de Venezuela, haciéndole interpretar y comprender con franqueza los reclamos aplazados que afectaban a la economía y el desarrollo de América Latina frente a su país. Se lograron préstamos a largo plazo y sin dádivas humilladoras. Durante las visitas de los Presidentes de Argentina, Colombia y Costa Rica se estudiaron problemas y se convinieron estrategias sobre la urgencia de que los pueblos y gobiernos latinoamericanos unificaran sus planteamientos y dejaran de ser un archipiélago disperso de repúblicas sin nexos reales que las unan y vinculen.

 Las Fuerzas Armadas, por otra parte, constituían un sólido respaldo a la constitucionalidad, ajustadas a sus tareas profesionales y al margen del debate político nacional. Pero a la vez se iban integrando cada vez más a la nación, contribuyendo a la solución de sus problemas. En remotas áreas del Amazonas, oficiales y tropas de la ingeniería militar hacían de pioneros en la construcción de caminos carreteros, reforestaban al país y participaban en la recuperación de riquezas naturales renovables. Se elevaba así el concepto de la defensa nacional de manera coherente, borrando la imagen de autoritarismo y rapacidad  legada por la dictadura.

     El Hospital Militar cedió 500 camas al Instituto de los Seguros Sociales, para atención de sus afiliados. En Maracay comenzó a funcionar la primera granja militar, donde los soldados que prestan servicios en filas adquirían nuevas destrezas como agricultores. Y con igual empeño y en todo el país colaboraban –oficiales y suboficiales- en la tesonera e intensa labor pedagógica para la alfabetización de adultos. Antes de 1998, la labor de alfabetización democrática alcanzaría en torno al 90% de la población analfabeta.

 El Gobierno de Coalición continuó su esfuerzo para que las Fuerzas Armadas estuvieran bien dotadas, bien adiestradas y bien comandadas. Y en las sesiones ordinarias del Congreso de la República se discutía la aprobación de la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, que sustituyó a la muy anticuada que para principios de 1962 estaba en vigor.

Alberto Rodriguez Barrera
albrobar@gmail.com
@albrobar

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