La
Universidad”, en el sentido estricto de su significado, además de la docente,
tiene otras funciones que no son accesorias ni marginales, sino fundamentales,
inherentes al “ser y hacer universidad”. Por eso hay que dejar claro que el
compromiso de la universidad va más allá de la profesionalización, su misión es
buscar la verdad, su compromiso es el desarrollo humano -“el desarrollo de las
potencialidades y del talento del ser humano”-, su función primordial es
transformar la sociedad a mejores niveles -contribuir al cambio y desarrollo de
los pueblos- y su trabajo principal es plantear soluciones a las diversas
problemáticas surgidas de la sociedad misma.
Dentro de las funciones intrínsecas del ser universidad destaca su dimensión intelectual. La universidad busca formar hombres y mujeres intelectuales, pensantes y críticos. A la universidad se llega a hacer vida intelectual no a recibir y recitar lecciones.
La
universidad como centro de formación intelectual, está constituida igualmente
por intelectuales, por académicos, por tanques de pensamiento que buscan
interpretar y entender la realidad, que critican y también proponen soluciones
a los distintos problemas. Dentro de la dinámica académica-intelectual se
desarrollan congresos, simposios, conferencias, conversatorios, lecciones
magistrales, intercambios con otras universidades.
Igualmente
se publican libros, revistas y pronunciamientos que dan constancia de su
quehacer intelectual y académico. La universidad es el espacio de la sociedad
para el desarrollo y el debate intelectual y académico. La sensibilidad social
y su carácter humanizante es otra función inherente al ser academia.
La
universidad también busca formar hombres y mujeres sensibles; ciudadanos
críticos, éticos, con valores humanos que precisamente contribuyan a la
conformación de una sociedad más humana, justa, inclusiva y solidaria. La universidad
no puede ser sorda, ciega o muda ante la variedad y complejidad de los
fenómenos sociales, económicos y políticos ni a los diferentes retos, problemas
y abusos que día a día se presentan en la sociedad.
Sus
acercamientos hacia la sociedad deben estar marcados por el pronunciamiento, la
crítica, la denuncia, la propuesta o alternativa de solución y no por fines
propagandísticos y promocionales. La universidad autista o indiferente o
neutral no existe. Por su naturaleza, “La Universidad” es una institución
socialmente comprometida.
Otra
función de “La Universidad” es la de generar, preservar y difundir la cultura.
La universidad busca además formar al hombre culto así como promover todas las
manifestaciones artísticas, proteger y enriquecer el patrimonio cultural
nacional y universal. La universidad es un verdadero centro cultural y por eso
en ella hay bibliotecas, hemerotecas, videotecas, museos, exposiciones,
festivales, recitales, conciertos, teatro, cine y un sinfín de eventos que
promueven y dan cuenta del quehacer cultural a la sociedad.
Pero además, una función sustancial del ser y quehacer de “La Universidad” la constituye su capacidad para generar y difundir el conocimiento. La universidad es un verdadero centro de investigación científica, del desarrollo de las ciencias, de la generación de conocimiento y su puesta al servicio de la comunidad científica y académica, de la empresa y de la sociedad en general.
De
hecho, se es universidad porque se hace investigación, no porque imparte
clases. La investigación es el compromiso que marca la pauta, la razón del “ser
y hacer universidad” ya que ahí se engendran y paren nuevos conocimientos. Por
eso la universidad tiene laboratorios y campos experimentales, institutos de
investigación, investigadores, equipos y tecnología para la investigación,
patentes, revistas científicas, simposios que dan cuenta del quehacer
investigativo y la generación del conocimiento.
Lo
que la universidad hace no tiene sentido si no se difunde y proyecta a la
comunidad, si no resuelve e incide en la sociedad. De ahí que una de las
funciones fundamentales de la universidad es su proyección social, esa
interacción entre lo académico, lo científico, lo cultural y lo social puesto
al servicio de la comunidad.
Por
eso, cuando se gradúa un joven de “La Universidad”, no sólo se tiene la certeza
que tiene las competencias laborales, sino también se tiene la certeza que se
ha formado y educado un hombre y mujer pensante, crítico, sensible, culto,
propositivo, emprendedor, socialmente comprometido y además líder que va a
incidir positivamente no sólo en su lugar de trabajo, sino también en el
entorno social donde se desenvuelva.
Así
entendida la universidad, así revalorada
en su verdadera y justa dimensión, se hace universidad. Por eso no debemos
seguir insistiendo en una universidad donde abundan los administrativos y
docentes pero escasean los académicos e investigadores, donde abundan los
licenciados e ingenieros pero escasean los doctores, donde abundan las aulas
pero escasean los laboratorios, donde se prioriza la docencia pero se descuida
la investigación.
Zenair Brito Caballero
britozenair@gmail.com
@zenairbrito
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