viernes, 2 de mayo de 2014

RUBÉN DE MAYO LEGITIMACIÓN DEL CURRÍCULO CHAVISTA

Coincidimos con el Profesor Leonardo Carvajal, miembro de la Asociación Civil Asamblea de Educación, en que se debe participar en la Consulta Nacional por la Calidad Educativa, pero sólo por sumarse a dicha actividad, para que no se diga que la oposición está cerrada a la participación y al diálogo (hay que cuidar las formas), así la consulta sirva para legitimar socialmente lo que se pretende hacer desde el Ministerio de Educación.

El estudio cualitativo del currículo, que comienza en la década de los sesenta con las propuestas de Michael Scriven, Robert Stake y Barry MacDonald, pluralizó y democratizó la evaluación curricular al incorporar en el estudio a todas las audiencias o grupos directa o indirectamente implicados en el hecho educativo. La metodología de investigación que se comenzó a utilizar fue el "estudio de caso", que permitía retratar una situación en particular desde muchos ángulos (de ahí que se acuda a la opinión y puntos de vista de todos los grupos de interés) para que así se pudiese tener una perspectiva más amplia, holística, del desarrollo y los resultados de los programas educativos. Esta evaluación se hacía en las escuelas con un trabajo etnográfico intenso, en el cual el investigador observaba in situ la vida cotidiana de los centros escolares, haciéndose de los variados puntos de vista e intereses que afectan lo educativo. El informe emanado de esta investigación suele ser un ejercicio contrapuntístico de los distintos grupos de interés, de las distintas voces, de forma tal que no se perjudique a ninguna audiencia participante en el proceso. Como vemos, esta metodología es inclusiva, invita a la participación de todos los sectores y los resultados de la investigación deben hacerse eco de la metodología empleada.
  
Nada de esto es lo que se propone desde el Ministerio de Educación, no se habla de investigación o evaluación, sino de Consulta a secas, como si los datos hablaran por sí mismos, sin cabezas que los interpreten, estudien y los organicen en un conjunto. Se habla entonces de una Consulta como si ella abarcara también, por obra y magia de Héctor Rodríguez, actual Ministro de Educación, el procesamiento de la información, que es investigación.

En relación a los datos, a las preguntas de la Consulta, bien sabido es que, como sostiene Barry MacDonald (padre de la evaluación curricular en el Reino Unido), quien hace las preguntas determina y condiciona las respuestas y los hallazgos de la investigación, y en este caso de la Consulta. Las preguntas no salieron, como sabemos, de las inquietudes e interrogantes de los grupos de interés escolares sino de los burócratas y pseudo especialistas del Ministerio de Educación, quienes decidieron, de forma excluyente, el tipo de respuestas y los hallazgos de la Consulta, condicionándola. Esta limitación de la Consulta a lo que sólo ellos (los del Ministerio de Educación) desean que se responda, se intenta torpemente superar con ese espíritu oclocrático propio de los Gobiernos populistas, incluyendo en la Consulta a todo el mundo, no importando su valía e importancia como informante. Qué podrá responder, por ejemplo, un niño de 7 años a la pregunta: ¿cómo te gustaría que fueran tus maestros? Pues que sean "chéveres", eso es lo que respondería un niño normal, promedio, y esa respuesta es vacua, porque: ¿qué podría hacer una comisión curricular con ella? Y cómo es eso que se le pregunte a un niño de cuarto grado: ¿Qué le gustaría aprender?, obviando con ello que los contenidos del currículo, por mucho que adaptemos la educación a sus necesidades e intereses, son una selección y criba de lo culturalmente valioso y útil de aprender en una sociedad determinada.
   
Quién procesará la información obtenida de esta Consulta, quiénes la interpretarán, es decir, qué investigadores harán el estudio. Porque de esta Consulta lo que se desprende es información, es un proceso de recolección de datos, que es la primera parte de una investigación.
   
A Héctor Rodríguez, hombre que ha dado muestras suficientes de radicalismo (a Héctor le gusta mucho hacer uso de la palabra "derechista" para descalificar al opositor político, como si ser de izquierda es un honor luego de asesinos como Stalin o Mao, verdaderos monstruos genocidas), le encargaron la misión de legitimar colectiva y socialmente la "educación socialista-bolivariana", y no otra cosa puede hacer una persona ajena a la pedagogía desde el Ministerio de Educación sino comportarse como un político.
   
Hay que participar en la Consulta, como dije al principio, pero no nos engañemos: a  Héctor Rodríguez lo que le importa es este ejercicio de participación, en el cual, contrariamente a lo que recomienda Séneca, se contarán las opiniones, no se pesarán.

Rubén De Mayo
rub_dario2002@yahoo.es
@rubdariote

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