“La corrupción como ciertos monstruos del antro nace mirando la penumbra; porque en lo moral, como en lo físico, existen enfermedades que dejan ciegos a los hombres, así como existen cegueras que los iluminan”. (Pedro R. García).
Ya en el siglo pasado el poeta, Esteban
Echeverria nos enseñaba: "la perfección moral es la virtud. La virtud
consiste en la devoción incesante, en la práctica fiel de los deberes que no
impone a ley moral o divina. Porque para ser hombre de bien no basta con cierto
numero de acciones buenas.
Para ser virtuoso no basta abstenerse de obrar el
mal es preciso buscar las ocasiones de hacer el bien. No importa tener
sentimiento de benevolencia, es necesario manifestarlos ejerciendo la caridad
con el prójimo. No importa amar a la patria, sino pudiendo hacer por ella toda
clase sacrificios: no hay virtud sin abnegación ni sacrificio, ni habrá lugar a
la prueba y al sacrificio permaneciendo en la inacción.
Solo es digno de
alabanza el que penetrado de su misión esta siempre dispuesto a sacrificarse
por la patria, y por la causa sagrada de la libertad, la igualdad la
fraternidad de todos los hombres")
Ubicando algunas pistas…
Hay una disciplina poco conocida entre
nosotros, la Dexiologia su nombre proviene de la raíz griega “dexis” que
significa “mordida”. La mordida es el
modismo mexicano, del cual se ha apropiado el pueblo para nombrar la asfixiante
Corrupción.
El fundador de la dexiología no podía ser otro
que un pensador mexicano: Gabriel Zaid, economista y poeta, autor de un extraordinario ensayo:
Para una ciencia de la mordida.
Una de las primeras preguntas que se hace
Zaid en su ensayo son:
¿Dónde esta la antropología de la mordida que
estudie seriamente esta manifestación social como se ha estudiado, por ejemplo,
el Potlach?
¿Quién ha hecho el psicoanálisis de la vida
esquizoide que hay que llevar para enriquecerse en un puesto público predicando
lo contrario?
¿Qué marxista ha denunciado la falsa conciencia
marxista por la cual se pueden tener becas, viajes y empleos privilegiados
(Zaid escribe esto en México de mediados de los años setenta), sin dejar de
sentirse explotado y con la necesidad histórica de efectuar discretas
“expropiaciones revolucionarias” (les suena familiar), para consolidar las
posiciones progresistas en la lucha de clases? ¿Qué sociología ha investigado
cómo funciona el respeto filial, de los hijos de un policía de tránsito, de un
funcionario de aduanas, de un concejal, de un Alcalde, de un Gobernador, de un
Magistrado de un Ministro de un Diputado enriquecido súbitamente?
¿Quién elaborará una teoría del Estado
fundada en los intereses de los servidores públicos?
¿Dónde están los especialistas en sistemas
que analicen cómo la corrupción genera complejidad en los procedimientos (para
evitar la corrupción) y cómo esta complejidad aumenta los costos, distorsiona
las operaciones y multiplica las oportunidades de corrupción? ¿Dónde está el
análisis económico de la corrupción?
IMPUESTO AL CUANTO HAY PA ESO |
Buena parte de arrojo intelectual que
invierte Zaid en pensar la corrupción, sin predicar en torno a su manifestación
la astronómica mordida, pretende si defender una idea suya, recomendable de ser
meditada formalmente: que las naciones como la nuestra implanten un gravamen a
la mordida. En criollo podría ser “impuesto a la bajada de mula”, “impuesto al
cuánto hay pa´eso” al “impuesto al aplique” fifty-fifty, o dame lo mío.
El elemento esencial del argumento de Zaid no
puede ser más loable legitimar hacer transparente, natural y fiscalmente
contabilizable un impuesto a lo que el funcionario alcanza a quitarte por
entregar un pasaporte una solvencia, por ejemplo haría más razonable y decente
el servicio público. Ello además, para
usar la expresión de Zaid, un efecto de “multiplicador moral”.
Se trata de una medida verdaderamente
revolucionaria que traería consigo indiscutible justicia social, pues como es
notorio, el sector público es el más vasto y el menos igualitario: sus
pirámides, bien observa Zaid, son en México, y agregaríamos tanto como en
Venezuela, las más grandes.
Si se elaborarán las respectivas curvas de
Lorenz y se calculará el coeficiente de Gini, para la administración pública
nativa, contaríamos con un recurso valiosísimo para explicar desigualdades hasta
ahora sólo achacadas a la ineptitud del funcionario alto y medio o a la
rapacidad de las oligarquías.
En el caso venezolano un impuesto a “bajada
de mula”, suena vulgar, pero los burócratas venezolanos no son los más
negligentes y con seguridad encontrarán una denominación más imponente y sobria
para un tal impuesto, que asumido con coraje fiscal por el organismo
competente, contribuiría a la convivencia ciudadana.
Zaid, aparte de reconocido economista, es un
poeta de indiscutido talento y quizás sea a través de los ininteligibles
caminos de la intuición poética por donde le llega a la perspicacia de la
degradación del hombre.
Se nos dice que la “pureza moral” la abnegada
rectitud, son atributos de los que presumen todas las revoluciones populistas
(o socialitas del siglo XXI), es el antídoto de la corrupción. ¿Cómo se
entiende esa pureza en esos regímenes?
Esa moralidad es utópica y solo puede dar
lugar a más corrupción; sencillamente porque exige desvirtuar al ser humano.
“Afinar los mecanismos revolucionarios para luchar contra la corrupción” con
variantes retóricas de esta consigna, los voceros de la depuración moral, no
cesan como Júpiter de tronar contra las corrupción que pudiese prosperar en sus
filas y de amenazarla con perseguirla implacablemente para castigarla como
nunca antes se hizo.
Pero el milenario diezmo, mordida, “cuanto
hay pa` eso, dame lo mío”, ha sido siempre más rápida que las
revoluciones. Esto es así y Zaid advierte sin sorna alguna: en el populismo,
casi lo único verdaderamente moderno es el mercadeo de la concesión, es en esta
primera parte y como para borrarle la sonrisa a los “neoconservadores” de
cabeza cuadrada que tanto abundan en América Latina, Zaid sugiere aplicarle los
mismos cálculos a la corrupción del sector privado.
De este epidérmico rastreo debe quedar claro la existencia de una axiología
legislativa en la mayoría de las Constituciones y su obligación de cumplirla,
así el Profesor Germán José Bidart Campos nos dice: "Toda Constitución
cuenta con lo que los españoles llaman el techo ideológico, o bien, el conjunto
de principios y valores, de fines y de razones históricas, que alimentan el
complejo normativo supremo. Este eje principista axiológico no es una mera invitación, ni un
cúmulo de consejos o recomendaciones, ni una declaración declamatoria carente
de obligatoriedad. Vincula a todos: a los poderes públicos, y a los
particulares. Orienta, inspira y nutre a todo el articulado constitucional;
impone deberes; suministra pautas para aplicarlo y cumplirlo y, sobre todo, da
base a la filosofía que comparte la parte dogmática (derechos y garantías) con
la parte orgánica (estructura del poder, de sus órganos y funciones).
Y con este razonamiento reingresamos al campo
de la función pública, como nos recuerda González Pérez " Asistimos a una
quiebra general de los valores morales. En la vida política y en la privada. En
el político y en el ciudadano, En el administrador y en el administrado. No
siempre ha sido así. Mientras en algunas épocas la inmoralidad de la clase
política contrastaba con la probidad del ciudadano medio, en otras era la
conducta de lo ciudadanos la que no estaba a la altura de la ejemplaridad de
los gobernantes. Hoy desgraciadamente, ni unos ni otros están en condiciones de
elevar su voz pidiendo moralidad, aunque unos y otros alardeen de unas
probidades, de las pocas virtudes a que ha quedado reducida la ética necesaria
para una convivencia mas elemental "Ética de los náufragos" (como ha
sido designada en una obra reciente. Y no es infrecuente que, a veces, en
ciertos sectores afortunadamente reducidos o si se quiere, de la masa, hasta se
encuentre justificada la conducta corrupta de sus líderes: si antes se lucraban
los otros ¿porque no van a poder
enriquecerse “los nuestros” al llegar al poder? De aquí la urgencia e
insistencia con que se demanda una nueva regeneración".
El papa Juan Pablo II en su mensaje para la
Jornada Mundial de la Paz en 1.998, nos indico que la corrupción "socava
el desarrollo social y político de tantos pueblos. Es un fenómeno creciente que
va penetrando insidiosamente en muchos sectores de la sociedad, burlándose de
la ley e ignorando las normas de justicia y de verdad. La corrupción es difícil
de contrarrestar porque adopta múltiples formas; sofocada en un área rebrota a
veces en otra. El hecho mismo de denunciarla requiere valor. Para erradicarla
se necesita además, junto con la voluntad tenaz de la autoridades, la
colaboración generosa de todos los ciudadanos, sostenidos por una fuerte
conciencia moral".
Pedro
R. Garcia M.
pgpgarcia5@gmail.com
@pgpgarcia5
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