Euro-pesimismo o Euro-realismo pero poco Euro-optimismo
El 25 de Mayo se realizará la octava elección
en la que se definirán los nuevos
integrantes parlamentarios de la Euro Cámara, en una campaña muy diferente a la
que proyectaron en la década de los 70 líderes como Helmuth Kohl, Willy Brandt, Simon Weill, Leo
Tindemans y tantos otros dirigentes
vanguardistas que promovían una Europa
de esperanzas y sueños, basados en la unidad supranacional, el
desarrollo económico compartido y la solidaridad con los países del mundo.
No hay duda de que la Europa del 2014 es muy
diferente a la que existía en 1979 cuando por primera vez se convocaron elecciones para elegir al Parlamento Europeo.
Los jóvenes de ese entonces ya son hoy sexagenarios y han sido testigos de una
evolución determinante: Hoy hacen sus compras con un Euro como la moneda
común; constatan la existencia de una
política exterior definida en Bruselas;
son sometidos a los mismos impuestos europeos; tienen la posibilidad de
desplazarse fuera de sus fronteras para realizar sus actividades profesionales
y han visto la aparición de una Europa diferente con aliados provenientes del
Este de Berlín; de Bucarest, de Budapest, de Sofía, de Varsovia, integrada por
28 países, que sigue expandiéndose al igual que lo ha hecho su institución
hermana, el Consejo de Europa que hoy suma 47 países miembros.
Pero lo cierto es que no existe el mismo
ambiente electoral esperanzador de hace cuatro décadas. Hay mucha pasividad e
indiferencia en las calles. Tan solo se nota alguna mención en la prensa o en
los paneles frente a los colegios electorales lleno de afiches y un mayor
número de partidos. Las encuestas indican que los jóvenes no se sienten motivados para concurrir a las urnas.
Existe un euro-pesimismo que se transforma
en un creciente abstencionismo; o a lo sumo,
un euro-realismo, que procura aspectos concretos con formulas para combatir el desempleo; en rechazo a la austeridad o propuestas para retornar a
una mayor participación de sus respectivas naciones frente a la Europa Supra
Nacional o a la Europa de las Regiones.
Para motivar a los electores, se ha querido darle mayor fuerza al Parlamento Europeo, ya que en esta
oportunidad tendrán la posibilidad de designar por mayoría a la persona que
será el próximo Presidente de la Comisión. Pero tampoco ello constituye una
gran motivación, porque no hay sorpresas: es muy probable que esta importante función recaiga
en el ex Premier demócrata cristiano de Luxemburgo Jean Claude Juncker, o en el
ex Presidente del Parlamento Europeo el Socialista alemán Martin Schultz, ya
que los dos representan las dos fuerzas políticas principales.
Hay poco espacio para el euro-optimismo, ya
que aquellos europeístas que asumen un papel aguerrido en pro de la
construcción de una Europa diferente y de empuje con ideas originales que
propician un “aggiornamento” que transforme
la estructura actual interna y externa, tendrán dificultad para resultar
electos o son descartados de antemano por los cogollos de
sus partidos de origen (sean de izquierda, de centro o de derecha), ya que
existe una tendencia común de rechazar turbulencias internas, prefiriendo
asumir cada uno su aporte tradicional en un dialogo horizontal de una Europa
que marcha a su propio ritmo.
Lo cierto es que la Europa de hoy es
indetenible al igual que lo es su papel
en pro de los derechos humanos y de la libertad, y esa es la garantía
latente por la transformación hacia un
mundo mejor.
Milos Alcalay M
milosalcalay@yahoo.com
@MilosAlcalaym
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