“Esta
palabra “cargada de tantas resonancias emocionales” no es más que un fetiche.
Solo la ignorancia de su historia y de su contenido le puede rendir tributo.
Sin embargo el poderoso fetiche, sobrevive como una momia entre los vivos, en
las fórmulas sacramentales del ceremonial republicano.
Las provincias
venezolanas, no son más que ficciones de división político-territorial, y no
realidades geopolíticas o socio-históricas como aquellas que han formado
Estados federales, se llaman en nuestra constitución “Estados” y “entidades
federales.” (1).
Así
se expresaba Jorge Olavarría en relación al Estado Federal. No es posible
continuar una discusión como la que hemos comenzado en relación al cambio
constitucional propuesto en el Proyecto País Venezuela sin entrar a discutir
este importante aspecto de nuestra historia republicana.
(ver
https://docs.google.com/file/d/0B6yI0gUROWzDR29KUFBDQ0JPa2c/edit?pli=1)
¿Es
posible un Estado Federal, de las características planteadas en el Proyecto
País, en la Venezuela de hoy? Algunos se preguntarán porque saco este tema que
aparentemente no viene a lugar dentro de la discusión Constituyente. Pero en
realidad es muy pertinente porque lo federal está en la partida de nacimiento
de este país.
“El
21 de Diciembre de 1811 se aprobó la primera Constitución del mundo hispánico,
y la primera que adopta la forma Federal del Estado” (2). Esa fue nuestra
primera Constitución. Olavarría
fundamenta que esta destruyó la cohesión existente de la estructura de 4
poderes del gobierno colonial que había regido hasta ese entonces: 1.- El
Capitán General; 2.- El Intendente y Real Consulado; 3.- La Audiencia; y 4.- El
Ayuntamiento. De acuerdo a su historia, esta estructura no fue reemplazada por
nada mejor, arrojando “las fuerzas sociales de la división de castas y razas,
hasta ese momento tranquilas, pero potencialmente hostiles a la más cruel y
violenta confrontación racial y clasista de nuestra historia….Y la Republica
destruyó el Ayuntamiento, cambiándolo por provincias federales. La guerra
arrasó con todo y de ella emergió una República Independiente que tuvo que
construir su orden prácticamente de la nada” (3).
El
mismo Libertador hizo duras críticas a la forma federal del Estado de la
Constitución de 1811 en el Manifiesto de Cartagena del 15 de Diciembre de 1812,
y a la cual atribuye la caída de la Primera República, entre otras razones por
la discusión en torno a la subdivisión del país, en especial la Provincia de
Caracas, que generó rivalidades y ambiciones de poder.
Pero
lo central de la obra de Olavarría lo resume el siguiente párrafo:
“Es mi firme
convicción, que la mutación de esta pugna, del binomio gobierno-municipio (real
y cierto) al binomio centralismo-federalismo (ficticio y artificial) va a ser
la causa principal de que nuestras Repúblicas hayan estado siglo y medio
persiguiendo el espejismo inalcanzable de las autonomías regionales, mediante
la creación de ficciones estadales regionales que ciertamente nunca existieron
en el pasado colonial, pero tampoco existieron en el presente republicano,
cuando fueron decretados como meras elucubraciones de la alucinación del
ejemplo del norte. Podemos subrayar, enfatizar y hasta exagerar las diferencias
de los distintos componentes provinciales de la Capitanía General de Venezuela
“agregada” en un todo homogéneo en 1777. Pero jamás llegaremos a los extremos
de diferenciación que si tenían entre sí las trece colonias inglesas de
norteamérica, las cuales si podían reclamar características de Estados
soberanos, que por lo demás se justificaban por lo inmenso del territorio y lo
primitivo de las comunicaciones de su tiempo” (4).
Nuestros
fundadores, comenzando por Francisco de Miranda, vieron en el modelo
norteamericano una salida a nuestra realidad, dada la fuerte autonomía de las
provincias, sin embargo no previeron el caos que se originaria de la transición
de un viejo a un nuevo modelo de Estado y toda la complejidad que eso
conllevaría.
Solamente
la división político territorial de la Provincia de Caracas, la mayor en
población, y cuya extensión poca gente de ahora conoce, da una idea de la
complejidad del problema de la división político-territorial de ese entonces:
“Caracas era la más poblada de las provincias de Venezuela y su territorio solo
seguía en extensión al de Guayana. Sus límites abarcaban desde el Morro de
Barcelona; desde allí por la costa hasta donde más o menos está hoy Tucacas, y
de allí hacia el sur-oeste por toda la Sierra de Aroa, hasta la Sierra de
Siruma que la separaba de Coro y Maracaibo. Caracas encerraba dentro de su
territorio ciudades como Valencia, Puerto Cabello, Barquisimeto, Carora, El
Tocuyo, San Carlos, Calabozo, La Victoria, Villa de Cura, San Sebastián, y
Barlovento. Es decir, todo lo que hoy son los Estados centro-occidentales y por
el sur, todos los llanos del norte del Apure y el Orinoco que eran su límite,
hasta la confluencia del río Zuata” (5).
Aunado
a lo anterior, algunas provincias como Barcelona que se separó de Cumaná (que
incluía a Sucre Monagas y el Delta) presentaban disputas de territorio en medio
de esa división. Con todo esto tuvo que lidiar el Congreso de 1811, además del
comienzo de la guerra por la Independencia.
El
país pasó por la guerra y se asentaron las regiones. Pero nunca se cumplió la
promesa federal de desarrollo territorial. Se generaron los caciques regionales
y el país se dividió, quedando esa ilusión de federación, profundizada por
pleitos de caudillos regionales, muchos de ellos jefes independentistas, que
llevaron luego al país a una nueva guerra, esta vez Federal. Muy posteriormente
Juan Vicente Gomez pone orden y reunifica al país acabando con esos caudillos
regionales, centralizando de una vez por todas el desorden histórico. Por eso
es que muchos autores como Olavarría indicaban que la federación en Venezuela
ha sido un fetiche ilusorio que hemos reclamado, y que ha provocado muchos
muertos en nuestra historia republicana.
Visto
esto, ¿sobre qué bases podríamos nosotros pretender darle peso político a las
regiones sin que se abra una vez más la Caja de Pandora del caudillismo y la
violencia?
En
primer lugar, mucha de la convicción sobre la cual se fundamentó el federalismo
de 1811 estaba muy adelantada a su tiempo. Nadie podía decir que eso funcionara
con tan poca experiencia que demostrar. Incluso el mismo Bolívar decía en el
Manifiesto de Cartagena de 1812, que el federalismo era un “sistema improbado
como débil e ineficaz desde entonces por todo el mundo sensato…”. En un mundo
sin comunicaciones, en territorios sin arraigo y con disputas como los nuestros
era previsible que una experiencia así fracasara EN ESE TIEMPO HISTÓRICO.
Pero
no fracaso en la Norteamérica de ese tiempo. Tal vez por las razones que aduce
Olavarría pero también porque la herencia inglesa de hacer las cosas con orden
y meticulosidad no son solo de este tiempo. Aquellos que hemos trabajado con
anglosajones sabemos de su rigurosidad en el cumplimiento de los acuerdos, con
lo cual la negociación y posterior cumplimiento de un Pacto Federal para ellos
no representaba mayor problema, más aun si las distancias eran enormes. Pero en
el caso de Venezuela la cosa es diferente. Si hoy aquí hacer que alguien cumpla
algo es difícil, imagínense en la Venezuela de 1811.
Mucho
ha pasado en el mundo desde ese tiempo, incluso desde que Olavarría publicó su
libro (1988). Un mundo completamente conectado y a los ojos de todos donde no
existen las distancias federales de 1811. La experiencia descentralizadora en
Venezuela fue exitosa a partir de 1989. Sin embargo fue chucuta porque nunca se
le entregaron las debidas competencias a los Estados, ni siquiera en “los
términos consagrados” en la Constitución de 1961. El país reclamaba y reclama
un desarrollo regional que su dirigencia fue incapaz de comprender, limitando
los recursos y el desarrollo de todo el territorio de acuerdo a esa vieja
aspiración histórica.
El
discurso Ambrosio Oropeza-uno de los redactores de la Constitución de 1961-,
del 25 de junio de 1960 citado por Olavarría (6) en el sentido de que en
Venezuela nunca “pudo hablarse de una verdadera federación por la razón muy
simple de que no han existido en ningún tiempo verdaderos Estados o Provincias
con autonomía originaria que en virtud de un Pacto o compromiso convienen en
renunciar a determinadas prerrogativas o derechos en beneficio de un poder
superior o nacional, realizándose en tal forma el supuesto federal, que es la
coexistencia en un mismo ámbito territorial y humano de dos soberanías: la que
se integra en el Estado o Gobierno Federal con jurisdicción en todo el
territorio y sus habitantes por renuncia de una parte de sus facultades de los
Estados Miembros y la que estos se reservan para ser ejercitada autonómicamente
en un espacio más limitado y sobre las personas que lo habitan…”, es
rigurosamente cierto. Nunca se llegó a dar tal Pacto Federal de regiones
autónomas.
Al
centralizarse Venezuela a principios del siglo pasado, se sacrifico la
autonomía- económica y política- de las regiones, por la paz en beneficio de
todos. Las Constituciones regionales fueron letra muerta. Y eso funcionó muy
bien mientras a los venezolanos les crecían los pantalones, en educación, salud
y madurez política. ¿Han leído ustedes la Constitución del Estado Miranda? (ver
http://web.archive.org/web/20090920135412/http://www.miranda.gov.ve/archivos_pdf/Constitucion.pdf).
Eso es lo que hay que modificar en los 24 Estados para que juntos firmen ese
Pacto Federal que nunca se ha discutido ni mucho menos realizado como lo indicó
Oropeza. Un nuevo proceso Constituyente debe corregir esa situación que
lamentablemente no se ha logrado luego de 26 Constituciones. Y la última agravó
la deuda. Ya es hora de saldar esa cuenta con la historia.
Contraponemos
entonces el Federalismo del Siglo XXI, capitalista y avanzado desde nuestra
fundación como Nación, al Socialismo del Siglo XXI comunista y atrasado, que no
tiene nada que ver con nosotros e impuesto por extranjeros. Contraponemos el
Proyecto País Venezuela Reconciliada para reconstruir a Venezuela, al Plan de
la Patria que lo que ha hecho es destruirla. Creo que nuestros próceres de 1811
estuvieron muy adelantados a su tiempo al concebir para Venezuela esa
estructura del Estado. Eso no significa que estuvieran equivocados en el qué
sino en el cuándo. La segunda década de este nuevo siglo, puede ser, al igual
que lo fue la tercera del siglo pasado, el comienzo de la modernidad para
Venezuela.
Luis
Manuel Aguana
luismanuel.aguana@gmail.com
@laguana
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