Lo
fundamental para garantizar el diálogo es que haya respeto, y sobre todo con la
palabra empeñada. En este diálogo, al Presidente Maduro se le ha hecho difícil
imponer su voluntad, no tanto por su posición frente a los adversarios de la
oposición, sino frente a sus propios “aliados” que lo irrespetan asumiendo
posiciones públicas no concertadas con él, y lo que es peor, a veces a sus
espaldas.
Se observa un pleito interno desgarrador alrededor del Presidente
Maduro. Igual se observa alredor de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD),
donde un sector de la oposición le dice No a rajatabla al diálogo y fustiga
constantemente a la MUD por su posición de entendimiento frente a la grave
situación que vive Venezuela.
Se hace
necesario imponerle seriedad y respeto al diálogo, cumplir con lo acordado, no
darle larga a lo que es necesario solucionar y hablarle claro y preciso a los
venezolanos, para que no nos hagamos falsas ilusiones o asumamos posiciones
contrarias a los intereses del país, no por nuestra mala fe, sino por falta de
comunicación.
La
represión en la calle, la violación de los derechos humanos, la persecución
política, los presos por manifestar, las muertes y heridos en las
manifestaciones y la arremetida contra la prensa, hacen ver al país en
dictadura.
El gobierno debería entender que mientras más reprime, más nos
obliga a defendernos, a defender nuestros puestos de trabajo, la libre
escolaridad, la autonomía universitaria, el libre pensamiento, la libertad
económica y todo lo basado en nuestros derechos fundamentales consagrados en la
Constitución Nacional.
Los problemas hasta ahora los hemos enfrentado en la
Ley, no en su contexto, sino a la hora que le corresponde al gobierno
“interpretarla” y “aplicarla”.
Existe la
defensa integral de la nación, desarrollada así dentro de la nueva doctrina
militar venezolana como respuesta a la amenaza militar estadounidense, a los
fines de disuadirlos o derrotarlos, pero el gobierno debe igualmente entender
que los venezolanos sentimos preocupación por la incursión de militares cubanos
y la amenaza que esto significa para la estabilidad de nuestras fuerza armada.
Debemos ser sinceros a la hora de valorar
nuestra soberanía. El diálogo entre nosotros nos hace más soberanos, menos
dependientes de los intereses de otros países.
No es verdad que los Estados Unidos puede tener más interés que nosotros en resolver nuestros problemas políticos, económicos y sociales, incluso, ni la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU) le preocupa el destino de Venezuela más que a nosotros.
Si el gobierno entiende que le es mejor acordarse con los productores de arroz
de Venezuela, en vez de hacerlo con los de África, pues entonces le
encontraremos sentido al diálogo, si la oposición entiende que es mejor
explicarle a los barrios lo que está sucediendo, en vez de ir a Washington,
estaríamos fortaleciendo el diálogo entre nosotros, y si escucháramos a los
estudiantes y les permitiéramos sentarse en la mesa de diálogo, nos daríamos
cuenta que hemos errado y que si rectificamos seríamos sabios. Aún tenemos la
oportunidad, ¡hagámoslo!
Hay
algunos que están utilizando métodos muy bajos para defender sus criterios y
desconocemos a que intereses oscuros pertenecen
o bajo que tutelaje están actuando, pero si el Presidente Maduro se faja
los pantalones, toma el bastón de mando y actúa en función de la democracia, la
oposición encontrará en él a un interlocutor válido, capaz de hacer respetar la
palabra, de infundir respeto a los suyos y conquistar de su adversario la
credibilidad que le da su investidura de Presidente de la República.
El diálogo
se congeló por lo fría de la conversa. Esperemos que el pleito lo caliente de
nuevo.
Lenin
Valero
leninvalero1@hotmail.com
@leninvalero2
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