Ya los venezolanos entendemos que cuando algo
escasea se puede vender a un precio mayor. No se trata simplemente de
especulación, la cual puede producirse cuando la escasez es artificial, es
provocada, cuando se acapara para “monopolizar” la oferta.
En situaciones, como las que se han
registrado en Venezuela, sin que haya especulación, los compradores ofrecen
pagar más para obtener lo que necesitan. En estas condiciones, los vendedores
pueden racionar la venta para procurar satisfacer el mayor número de compradores
con lo que tienen disponible para vender. Esto lo ha intentado el gobierno,
pero lo que ha logrado que se satisfaga ha sido muy insuficiente, porque, por
un lado, aumenta el salario mínimo lo que no disminuye el número de
compradores, y por otro lado, no aumenta lo disponible para vender, porque ha
hecho disminuir la producción y ha hecho imposible importar.
En el caso de algo escaso como el dólar, se
puede aumentar su precio para reducir su demanda para que se iguale con la
oferta, la cual por su parte se tiene que aumentar.
Esto lo ha tratado de hacer el gobierno con
SICAD I y SICAD II, pero aún así no se ha atrevido a aumentar el precio
suficientemente porque pretende evitar el costo político, y por eso todavía hay
dólares a 6,30 y 11 bolívares, y también por eso la oferta para SICAD II ha
sido reducida.
Esto es similar al error de no aumentar el
precio de la gasolina. Aún aceptando que nadie es dueño de la verdad, se llega
a la inevitable conclusión de que el gobierno, sea cual sea, tendrá que asumir
el costo político de elevar suficientemente el precio del dólar, a un nivel no
inferior a la cotización de SICAD II, para tratar de bajar la demanda y
acercarla a la oferta porque no dispone de los dólares suficientes, en parte
porque aparta una buena cantidad para proporcionarlos a Cuba y otros destinos
políticos. Ahora bien, se debe comprender que esta situación caracterizada
doblemente por la necesidad de aumentar el precio del dólar y por la
insuficiencia de la divisa, equivale a eliminar el control de cambio, y además
que esto se ha hecho inevitable, de modo que en el transcurso de los próximos
meses, quizás hasta el primer trimestre de 2015, los venezolanos recobraremos
el cambo libre, pero obviamente con una tasa de cambio que no podrá ser menor a
50 bolívares por dólar.
Pero todavía hay más, el cambio del sistema cambiario
tiene que ser acompañado por un conjunto de medidas, algunas duras para la
población, que restablezcan la estabilidad macroeconómica, es decir que se
sanee el endeudamiento del país, que el gobierno se equilibre fiscalmente y no
gaste más de lo que recaude, que se controle la inflación y, sobre todo, que se
recupere la inversión y la producción nacional. Si no se hace así, se tendrá
que seguir devaluando indefinidamente.
Se debe recordar el comportamiento
positivo de la tasa de cambio y del crecimiento económico derivado de la
política de estabilización macroeconómica de CAP II. Es obvio que esto
significa que se cambia radicalmente el modelo económico que ha aplicado el
gobierno, y probablemente que se cambia el gobierno.
Douglas Jatem
djatem@gmail.com
@djatemv
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