lunes, 26 de mayo de 2014

DOUGLAS JÁTEM VILLA, LIBERACIÓN DEL CAMBIO

Ya los venezolanos entendemos que cuando algo escasea se puede vender a un precio mayor. No se trata simplemente de especulación, la cual puede producirse cuando la escasez es artificial, es provocada, cuando se acapara para “monopolizar” la oferta.

En situaciones, como las que se han registrado en Venezuela, sin que haya especulación, los compradores ofrecen pagar más para obtener lo que necesitan. En estas condiciones, los vendedores pueden racionar la venta para procurar satisfacer el mayor número de compradores con lo que tienen disponible para vender. Esto lo ha intentado el gobierno, pero lo que ha logrado que se satisfaga ha sido muy insuficiente, porque, por un lado, aumenta el salario mínimo lo que no disminuye el número de compradores, y por otro lado, no aumenta lo disponible para vender, porque ha hecho disminuir la producción y ha hecho imposible importar. 
En el caso de algo escaso como el dólar, se puede aumentar su precio para reducir su demanda para que se iguale con la oferta, la cual por su parte se tiene que aumentar.
Esto lo ha tratado de hacer el gobierno con SICAD I y SICAD II, pero aún así no se ha atrevido a aumentar el precio suficientemente porque pretende evitar el costo político, y por eso todavía hay dólares a 6,30 y 11 bolívares, y también por eso la oferta para SICAD II ha sido reducida.
Esto es similar al error de no aumentar el precio de la gasolina. Aún aceptando que nadie es dueño de la verdad, se llega a la inevitable conclusión de que el gobierno, sea cual sea, tendrá que asumir el costo político de elevar suficientemente el precio del dólar, a un nivel no inferior a la cotización de SICAD II, para tratar de bajar la demanda y acercarla a la oferta porque no dispone de los dólares suficientes, en parte porque aparta una buena cantidad para proporcionarlos a Cuba y otros destinos políticos. Ahora bien, se debe comprender que esta situación caracterizada doblemente por la necesidad de aumentar el precio del dólar y por la insuficiencia de la divisa, equivale a eliminar el control de cambio, y además que esto se ha hecho inevitable, de modo que en el transcurso de los próximos meses, quizás hasta el primer trimestre de 2015, los venezolanos recobraremos el cambo libre, pero obviamente con una tasa de cambio que no podrá ser menor a 50 bolívares por dólar. 
Pero todavía hay más, el cambio del sistema cambiario tiene que ser acompañado por un conjunto de medidas, algunas duras para la población, que restablezcan la estabilidad macroeconómica, es decir que se sanee el endeudamiento del país, que el gobierno se equilibre fiscalmente y no gaste más de lo que recaude, que se controle la inflación y, sobre todo, que se recupere la inversión y la producción nacional. Si no se hace así, se tendrá que seguir devaluando indefinidamente. 
Se debe recordar el comportamiento positivo de la tasa de cambio y del crecimiento económico derivado de la política de estabilización macroeconómica de CAP II. Es obvio que esto significa que se cambia radicalmente el modelo económico que ha aplicado el gobierno, y probablemente que se cambia el gobierno.
Douglas Jatem
djatem@gmail.com
@djatemv

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