miércoles, 21 de mayo de 2014

CARLOS E. AGUILERA, LOS GENUFLEXOS SOCIALISTAS

En una conocido restaurante de Las Mercedes escuché las sandeces de un santo barón, que se encontraba en la mesa contigua (lo de barón así, con b, porque presume de aristócrata, y santo, porque pretende ser honesto, honrado y transparente. Perdón, transparente no, porque entonces veríamos, como en una placa de rayos X, todas sus lacerías morales), jactarse entre quienes compartían con él, de manejar su entorno político y de amistades, a su real antojo y voluntad. ¡Al más claro estilo de los mafiosos de oficio!

El personaje sin disimulo alguno se mostraba dominante y altivo.  Exhibía sin escrúpulo su prepotencia pues afirmaba – sin tapujo y en voz alta - que hasta tirones de oreja les había dado a sus camaradas enquistados en el poder, como si se tratara de los equinos de su Cortijo o del rebaño de ovejas de su finca, pero sólo aparentaba, porque en el fondo -y esto deduzco por algunos de los pasajes que refirió -siente que un hilo caliente de líquido le desciende por sus muslos. 
Estoy casi seguro que probablemente sonreía y asentía a todos los rugidos del hijo de Barinas, cuando lo tenía frente a sí. Acomodaticio y maestro en el manejo del oportunismo, no dudo que tuvo que disimular su adhesión a Chávez cuando habitaba este mundo terrenal, pero hábil en el dis-cursi, creo que también coquetea con la oposición, por si acaso el nuevo inquilino de Miraflores, sea dado de baja y cambien las riendas del poder.
Mi intención es dibujar la semblanza del fulano, zutano o perencejo que se cree la última pepsi c--- en el desierto. Y no debe ser el único, pues en el lado del oficialismo muchos disimulan su total adhesión a la causa roja, pues otrora vistieron ropaje de los partidos Acción Democrática, COPEI, PCV, por citar algunos, y les cuesta mucho digerir las monsergas populistas y demagógicas de sus protagonistas principales, hoy transmutados en revolucionarios. 
Si, pero revolucionarios de nuevo cuño, salvo pocas excepciones como Rodríguez Araque, entre otros. No confían en el PSUV en un Aristóbulo Isturiz que militó en varios partidos –suman más de cinco – y ahora es más chavista que el propio finado, a quien en cierta ocasión lo mandó a “fumarse una lumpìa”. Y todo esto preocupa al inquilino de Miraflores, porque unos cuantos plebeyos están amenazando sus espacios de poder, tanto en el Tribunal Supremo de Justicia, Contraloría General de la República, Consejo Nacional Electoral, Fiscalía General, como en el propio cenáculo parlamentario.
Maduro, el hijo putativo de Chávez sabe que no las tiene consigo en su propio partido y mucho menos en la oposición, a la que convocó para la llamada mesa del diálogo suspendida en varias ocasiones, debido a su táctica dilatoria, lo cual ha dado pie para conjeturas sobre sus perversas maniobras, que no son otra cosa que malintencionados propósitos para pretender hacer creer a la gente, que quienes no muestran interés en la búsqueda de los problemas del país, son los representantes de la oposición.
Su doble discurso así como el de Cabello y otros jerarcas del socialismo bolivariano, marxista y por ende comunista, como lo afirmara en cierta ocasión Fidel Castro en una entrevista concedida a VTV hace algún tiempo, es una evidente demostración de que no priva en ellos interés alguno, en que el país encuentre el camino que haga posible la concreción y anhelo de millones de venezolanos que claman por una verdadera justicia, seguridad, empleo, abastecimiento alimentario y de medicinas, optimización de los servicios públicos, libertad de los presos políticos, fin a la represión contra los estudiantes y sociedad civil, sanciones legales a los corruptos y la sana administración del erario nacional.
Maduro predica a los cuatro vientos todos los días en sus tediosas cadenas televisivas nacionales, ser amante de la paz y el amor, pero su insinceridad brota de inmediato cuando sin reparos ni escrúpulos, acusa de conspiradores, fascistas, oligarcas, traidores a la patria, y otros denigrantes calificativos a quienes no comulgan con el socialismo del siglo XXI, cuyo mentor Dieterich refiere que se ha desviado de su proyecto fundamental, y manifiesta el despropósito del mismo, por parte de quien por ahora ocupa la silla de Miraflores. Lo de Maduro es cosa juzgada, intenta convencer a sus corifeos, que en medio de aplausos, bostezos y pancartas gritan ya no la consigna de “¡Patria Socialismo o Muerte”, sino la repetitiva y cansona frase de: así…”Así…así es que se gobierna”.
Es inconcebible desde todo punto de vista, que el país nacional esté presenciando la más brutal represión contra los estudiantes y la sociedad civil, con el único fin de liquidar estas acciones que legítimamente contempla la propia Constitución Nacional. La respuesta del régimen es cada día más atroz y jamás vista en los anales de la historia del país. Centenares de jóvenes han sido apresados en redadas, cual vulgares delincuentes y sometidos a salvajes golpizas y torturas, perpetradas por quienes indignamente portan el uniforme de la Guardia Nacional y de la Policía Nacional, mal llamada Bolivariana, las cuales con su incivilizado comportamiento hasta han detenido a menores y personas de la tercera edad, en franca violación de los derechos humanos, la Carta Magna y leyes como la Lopna.
La furia bestial del régimen, arroja un trágico saldo de 42 muertos, más de dos mil y tantos detenidos, muchos de ellos encarcelados en lugares que comparten con hombres juzgados por delitos comunes como crímenes, violaciones, atracos, etc. Y todo  el andamiaje represivo cuenta con la celestina protección de la Fiscalía General de la República y un sistema de jueces provisionales, que han hecho causa común en su pretensión por tronchar el sueño y la esperanza de jóvenes anhelantes por un mejor país. Olvidan que delitos como la brutal represión, tortura y violación de los derechos humanos, no prescriben en el Tribunal de la Haya.
En las reuniones de la mesa del diálogo, tantas veces diferidas por el régimen, la oposición debería hacer punto de honor del anhelo de millones de venezolanos que confían aún en sus representantes, exigiendo el fiel cumplimiento a los deberes constitucionales que burlan a diario quienes detentan el poder. Exigir a quienes representan al socialismo del Silgo XXI, que se definan los propósitos, objetivos y metas, para que se alcance la sana convivencia verdaderamente democrática, ajena a la intimidación que suele ser el común denominador del régimen.
Seguir solapando las argucias del oficialismo, solo convertirá a quienes representan a la oposición, en cómplices del desastre económico, político y social que enfrenta el país, amén de haberle servido al régimen para que se arrope de un manto institucional ante la comunidad internacional, la cual ya ve con intensa preocupación los acontecimientos que desde hace tres meses están sucediendo en Venezuela. La Comunidad Europea y varios organismos internacionales han fijado posición al respecto.
El régimen le resta importancia a estos hechos, y así lo demuestra, cuando estrecha el cerco económico de los medios de comunicación, al no otorgarles las divisas para la importancia de papel periódico, y forzarles al cierre de los mismos, además de negarles pautas publicitarias si publican informaciones sobre la corrupción, tráfico de influencias, negociados, etc., que a diario suceden en las esferas del poder. Una libertad de expresión que no existe, por cuanto está sujeta al capricho de quien se cree dueño absoluto del país, y que lejos de dedicarse a gobernar, ocupa interminables horas en tareas de ideologización de sus huestes, en cadena televisiva y radial diaria, con recursos del estado, cuyas cifras son millonarias.
El país está urgido del cese de la violencia y clama al mismo tiempo que se evite la destrucción definitiva de la disidencia democrática. Es una tarea apremiante que exigen los sectores que abanderan la resistencia popular en calles y avenidas de todas las ciudades de la nación. Se trata, por último, de evitar el fortalecimiento de un sistema totalitario comunista a todas luces, o la consolidación definitiva de un auténtico sistema democrático, en el que las libertades públicas y los derechos ciudadanos privilegien.
Es un reto y compromiso definitivo para salvar a la Patria, y aún estamos a tiempo.
Carlos E. Aguilera A.,
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)

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