CARLOS E. AGUILERA A., EL FALSO SOCIALISMO BOLIVARIANO

Norberto Ceresole, sociólogo y politólogo argentino, quien fuera influyente asesor de Hugo Chávez en el inicio de su gobierno, y que poco después se distanciara por mostrarse contrario a las influencias marxista del fallecido, marcó una hoja de ruta en el futuro de lo que más tarde se convertiría en la denominada revolución socialista, a la que posteriormente la etiquetaron de bolivariana, para hacer uso demagógico de la figura y nombre del Libertador.

A partir de entonces comenzaron a cobrar fuerza los conceptos contenidos en uno de los libros de Ceresole “Caudillo, ejército, pueblo”, con la posibilidad de la creación de un movimiento, una fusión entre pueblo y ejército como mecanismo de acción, que de la teoría pasó a la práctica, de tal manera que hoy  más que nunca Maduro amenaza en sus constantes apariciones diarias en las tediosas cadenas de televisión y radio, con poner en acción al tal llamado estado mayor ejército-pueblo.

Se pretende hacerle creer que la mentada revolución socialista es la continuación de la genuina independencia que nos legó Simón Bolívar, y que para alcanzar la plenitud de la misma deberemos esperar largos años, dando a entender por supuesto, que para ello será necesario la continuidad  del socialismo que ellos denominan bolivariano, en abierta contradicción de lo que ofrendó Bolívar y con él todos los Próceres que lo acompañaron en la gesta independentista.

Bolívar en uno de sus discursos  afirmaba: “ ¿Quienes son los autores de esta revolución? ¿No son los blancos, los ricos, los títulos de Castilla y aun los jefes militares al servicio del Rey? ¿Qué principios han proclamado estos caudillos de la Revolución? Los actos del gobierno de la República, son monumentos eternos de justicia y libertad. ¿Qué han reservado para si la nobleza, el clero, la milicia?! Nada, Nada! Todo lo han renunciado a favor de la humanidad, de la naturaleza  y de la justicia que clamaban por la restauración de los sagrados  derechos del hombre”

Antonio José de Sucre, el Gran Mariscal de Ayacucho, luego de la victoria en la Batalla de Pichincha con la cual se selló la independencia del Ecuador, y de cuya gesta el pasado sábado se cumplieron 192 años, escribió una carta al Cabildo de Pasto, el único que aún se encontraba leal al dominio español, notificando los hechos acaecidos en la batalla. Estas son sus palabras: “Puedo dirigir otra vez mis cartas a Vuestra Señoría Ilustrísima siempre hablándole de la paz y de la amistad. Después de que mis deseos de una tramitación por terminar la guerra de este país fueron desatendidos, y que la desgracia me forzó a una batalla cuyos resultados eran seguros, tuve anteayer el dolor de ver sobre las faldas del Pichincha seiscientos cadáveres sacrificados, a mi despecho, inútiles. La victoria nos dio posesión de todo el país, y a nuestra merced quedaban los rendidos; pero siempre moderados en el triunfo y siempre amigos de la humanidad, preferimos el acto generoso de conceder una capitulación que salvase el honor de los militares españoles, y cubriese a los pueblos de otros males que los amenazaban. Yo me he lisonjeado que este término de la guerra nos abra el camino de la conciliación y de la amistad. Desde ahora me congratulo de que pronto abrazaré a V.S.I y que unidos todos los hijos de Colombia, nos recordaremos las diferencias y desgracias pasadas, sino para estrecharnos más y más, y para enjugar el llanto de los pueblos por la cordial amistad que hemos prometido a nuestros hermanos”.

Con dichas palabras Sucre invitaba a sumarse en un solo sentimiento. Un olvido total de todo cuanto había pasado, con lo cual se reafirma la grandeza de nuestros libertadores de ayer, preñados de generosidad, moderados en el triunfo, amigos de la humanidad, magnánimos y llenos de pundonor y patriotismo auténtico, como base del nuevo estado republicano que nacía.

Una verdadera lección para quienes arropados en el falso bolivarianismo, sin escrúpulos de ninguna naturaleza  mancillan la memoria  del Libertador.  No procuran de manera alguna la reconciliación nacional que clama el pueblo y por el contrario se empeñan frenéticamente en sembrar el odio, la diferencia de clases sociales, acrecentar la represión que cada día se torna brutal y despiadada contra los estudiantes y la sociedad civil, con dolorosa pérdida de vidas humanas y cientos de presos - muchachas y muchachos – menores y personas de la tercera edad, y un sin fin de atropellos y conculcación de los derechos humanos.

El legado de Bolívar se ha convertido en letra muerta para los furibundos revolucionarios socialistas, marxistas, bolivarianos y por ende comunistas, como lo afirmara Fidel Castro en una entrevista del VTV., pues en todas las manifestaciones públicas, sedes del ejecutivo, legislativo  e instituciones y empresas del estado, colocan la bandera venezolana la lado de la cubana, indigno desde todo punto de vista, y acusan a los Estados Unidos de injerencia en los asuntos venezolanos. ¿Acaso la presencia y permanencia de altos personeros del gobierno castrista en Venezuela, además de ser una injerencia, no es un delito de alta traición a la Patria?.

Se pretende acaso confundir o engañar al pueblo haciendo creer que la sociedad venezolana es una sociedad cerrada, que divide a las personas entre buenas y malas y que manda a callar a quienes piensan distinto en voz alta, cuando la cara de la moneda es otra, pues el origen de nuestra sociedad tiene sus primigenias raíces que conforman su propia naturaleza, la cual ha dotado a todos l@s hij@s nacid@s de esta patria, de un espíritu libre que les permite discernir, reclamar y hacer valer sus derechos ciudadanos sin restricción alguna, porque esos mismos derechos no están reñidos con la libertad.

Una cosa es cierta: Sabemos quien fue el Padre de la Patria, pero muchos desconocen su ideario político, lo cual los convierte en presa fácil del engaño.

Carlos E. Aguilera A.,

careduagui@yahoo.com

@_toquedediana

Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)

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