ASÍ
SON LAS CRISIS
Desde
esta esquina se ha sostenido que la transición comenzó hace un buen rato y que
se está en camino a un cambio de régimen, deseablemente en forma pacífica y
constitucional.
Ésa
parece ser la ruta en la cual se transita si se le mira a distancia; pero,
cuando se ve de cerca y se está en esa trocha, se observa que está llena de
obstáculos, zigzags, subidas y bajadas, así como multitud de viandantes que van
de un lado a otro, mismamente lagartijas, cascabeles, bichajos de un solo ojo,
sin faltar turpiales y flores, y gente bella sentada a la vera de las
tortuosidades, zagaletones fumándose una lumpia, y, desde luego, analistas
políticos, vendedores de lotería, y académicos de la legua, que no de la
lengua.
"Gris
es la teoría y verde el árbol de la vida" decía el genio. Sí; la
realidad-real es irreductible al análisis racional, no acepta meterse en las
ecuaciones de quienes lo saben todo y nada entienden. El galimatías venezolano
pareciera estar dirigido hacia el cambio, aunque envuelto en el ambiente tóxico
de las lacrimógenas y la ruindad de la represión oficial en contra de los
jóvenes; aderezada con las luchas por el poder que tienen lugar en todos los
ámbitos.
Las
crisis son así. Si está en crisis la economía, las instituciones públicas y
privadas, los gremios, la sociedad, el abastecimiento, la seguridad, el PSUV,
la energía eléctrica, el suministro de gasolina, la cordura de los próceres,
los medios, y mi compadre Ambrosio Plaza, nada más natural que también la
oposición también lo esté. Son procesos inevitables de descomposición y
recomposición engendrados al calor de las nuevas situaciones. ¡Quien esté libre
de locura que lance la primera sensatez!
EL
CREPÚSCULO DEL MADURAMEN
Nicolás
Maduro sobrevive políticamente pero no gobierna en el sentido de formular,
decidir, ejecutar, evaluar, rectificar, políticas públicas. Habla y habla sin
parar, día tras día, para ganar una esquiva legitimidad que cada minuto parece
perder. No es la legitimidad frente a los opositores quienes no se la han
otorgado desde que Henrique Capriles denunció el fraude el 14 de abril, sino
dentro de sus propias filas, ante las que es tenido como desmañado e
incongruente heredero.
A
la falta de liderazgo de Maduro se añade que le ha tocado recoger el legado del
difunto, en la forma de un desastre económico de proporciones siderales. Tiene
que moverse y no sabe ni cómo ni adónde.
Por
trascorrales llegan a acuerdos con las empresas petroleras extranjeras, para
que manejen el negocio con el que ya no puede Rafael Ramírez; algunos fundos
expropiados, confiscados, robados, los devuelven de hecho, pero no de derecho;
aceptan elevar precios de productos de consumo final pero no publican los decretos
sino que son "partos de caballeros"; hacen el ajuste cambiario más
brutal del que se tenga memoria en Venezuela, con esta especie de trencito que
va de Cadivi a Cencoex, de Cencoex a Sicad I, de Sicad I al II, y como diría
Dolores, la Segunda Combatiente, así sucesivamente; masajean la opinión pública
con el aumento del precio de la gasolina para ver si tal vez, en algún momento,
quizás y quién sabe, se toma la decisión.
Por
su parte, los ministros Rafael Ramírez y Nelson Merentes, y el Zar General García
Plaza, dejan saber que es conveniente un nuevo Gran Viraje por aquello de haber
mantenencia. Sin embargo, cuando se asoman esos extravíos respecto a la
ortodoxia, vienen los fieles guardianes de revolución y le encajan a Maduro el
reclamo: "¿es que te atreverás a traicionar el legado de nuestro Eterno?
¿Es que vas a devolver las tierras y los dólares que con tanto esfuerzo Él
repartió?" Entonces el advenedizo se paraliza, a pesar de que los cubanos
-ahora en plan de permitir que la pasta de dientes sea propiedad privada- lo
estimulan.
Sus
pares no quieren tumbarlo porque prefieren que esté en control del botín antes
de que otros lo administren, pero sí tienen el propósito de impedirle
movimientos independientes. La motricidad fina de Nicolás está, entonces,
averiada. Mientras tanto, el ministro general Rodríguez Torres ha asumido la
represión como su diversión particular, lo que parece combinar con una
hemorragia de declaraciones que si no es una precampaña electoral tiene el
tufillo de ansias precipitadas de poder; y Diosdado Cabello marca la línea
estratégica, no tanto por el carácter propositivo de sus planteamientos sino
por el poder de veto a las decisiones de Nicolás, el sobrevenido. Así no parece
que el régimen pueda mantenerse debido a que los cambios de ruta parecen
impedidos. La represión es la última ratio de un régimen que agotó la magia,
los argumentos, el pudor y los dólares.
LA
OPOSICIÓN.
También
las fuerzas democráticas viven sus tempestades. La actual Mesa de la Unidad
Democrática representó una forma de organización de los partidos para enfrentar
con corrección y a veces con éxito las demandas electorales; no tuvo capacidad
de asumir las recomendaciones que le encargó al equipo dirigido por Arístides
Hospedales y engavetó el Informe que le habría permitido una adaptación a las
nuevas realidades; no renovó su dirección y no parece estar en capacidad, tal
como está, de enfrentar los desafíos de la hora. La protesta nacional en marcha
no fue adecuadamente interpretada por sus más conspicuos representantes, lo que
ha carburado el debate que atraviesa el campo opositor.
La
protesta, con un altísimo y doloroso costo en vidas -responsabilidad
intransferible del régimen- ha generado una situación inédita en la búsqueda de
una salida hacia la democracia. Nuevos liderazgos han emergido. El gobierno ha
tenido que sentarse a aparentar que dialoga. La comunidad internacional ya
percibe que la imperfecta democracia venezolana, como la concebían, en realidad
es una nueva forma de dictadura. Y las fuerzas se van articulando de manera de
crear las condiciones para la transición. Nadie sobra y todos hacen falta para
lograrlo, ¿puede la MUD readaptarse? ¿Puede aceptar incluir los liderazgos que
no están representados o va a prevalecer lo que el gobierno procura, "el
deslinde" en su seno? ¿Pueden crearse mecanismos de diálogo entre las
diferentes formas de entender las tareas que la disidencia tiene por delante?
Tal vez sería admirable que los entusiastas del diálogo dediquen algunos de sus
fervores a promoverlo dentro de las filas democráticas.
De
modo inexorable se producirá una convergencia entre opositores de diferentes
texturas; también entre chavistas que procuran un cambio y la oposición; entre
cívicos y militares; entre atrasados, modernos y posmodernos; y vendrán
renuncias, nuevo CNE, nuevas elecciones y un nuevo país. La transición está en
marcha, sólo demorada por la brutal represión de la Guardia Nacional, la
Policía y los paramilitares. La democracia se conquistará sobre los escombros
de un proyecto ruinoso y homicida.
www.tiempodepalabra.com
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@carlosblancog
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