Ninguna persona, al
menos ninguno con sentido común, lo duda: que el desgobierno
socialista-comunista venezolano se desempeña requeté mal desde sus inicios en
1998. Hay síntomas, señales e indicios de sobra para no asombrarnos..
El índice de
abstención en todos los comicios es siempre alarmante. A los ciudadanos,
hastiados de las mentiras y engaños de siempre de los mal llamados
socialistas-comunistas, les importa un rábano los asuntos públicos.
Nadie,
repito, lo ignora o lo desconoce. Y, sin embargo, pocos son los que hacen algo
para transformar las prácticas políticas; ningún partido puede decir con
orgullo y en voz alta que en sus filas no hay corruptos o condenados por los
entes de control.
Ni a la izquierda del
PSUV, cómplice de las desastrosas alcaldías gobierneras, ni a los miembros de
los partidos de oposición, ni a los
miembros de la Iglesia, fanáticos capaces de amenazar a los contradictores con
el látigo divino, ni mucho menos a los miembros d los poderes públicos, les
preocupa la nula cultura democrática del grueso de los venezolanos. A ellos les
beneficia el status quo. Pescan en río revuelto.
Acudo a Perogrullo:
una verdadera y auténtica democracia necesita de una opinión pública fuerte,
bien informada. Requiere el argumento como el pez el agua, pero este régimen
que nos desgobierna, no es una democracia. Los manuales insisten, lo subrayan
cada tanto. Vivimos en una dictadura
Ahí entran los medios
masivos, responsables del contenido de la agenda noticiosa. La ciudadanía
aprueba el trabajo de los gobernantes si aquello que ve en la pantalla o
escucha en la radio habla bien de sus gestiones. Si, por el contrario, una
denuncia sigue a otra, la aludida con seguridad hará mueca de desagrado al oír
el nombre del alcalde o del gobernador.
El compromiso social
de los periodistas y de los dueños de los conglomerados informativos es, en
consecuencia, enorme. Otra vuelta de tuerca: las grandes cadenas televisivas y
radiales no han estado a la altura de los desafíos de la vida nacional, porque
les aplican la llamada ley mordaza, son censurados o amenazados por el régimen.
No investigan ni
debaten, solo lo hacía la anterior Globovisión. Privilegian el espectáculo
–pasarela de tetas y traseros retocados en quirófanos–, encumbran ídolos de
barro, desvían la mirada de los temas neurálgicos. Abren micrófonos a los
portavoces del oficialismo, no cuestionan, no debaten, no luchan por la
información veraz.
Las lesiones de unos futbolistas como Falcao García o Cristiano Ronaldo ocupan más minutos en el aire que los altos niveles de corrupción de los gobiernos nacional, estadal o municipal, o la baja calidad del sistema educativo venezolano que es pésima.
La respuesta digna al
problema comienza con un hipotético y casi imposible despertar de la conciencia
ciudadana. Hombres y mujeres venezolanos que de verdad estén dispuestos a
participar de manera activa en la vida comunitaria, sabedores de la importancia
de los mecanismos de veeduría, serán quienes algún día, le pongan el punto
final al sistema de pillaje, ratería y
mediocridad.
Arrebatarles a los
líderes politiqueros el protagonismo, hacer efectivas las conquistas de la
Constitución del 99, son tareas urgentes, ineludibles, relegadas gracias a la
destreza de los lagartos rojos-rojitos y los multicolores.
Lo sé amigos
lectores, lo anterior suena bonito pero evidencia ingenuidad. También conozco
las razones de la siesta común. No obstante, el grito es útil: la solución está
en nuestras manos. Bastan unas cucharadas de lucidez, inteligencia y
perspicacia. De lo contrario, no tendremos ni mereceremos otra oportunidad de
tener Libertad y Democracia en nuestra Venezuela.
Zenair Brito Caballero
britozenair@gmail.com
@zenairbrito
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