Chávez no dejaba de recordarnos el aforismo
de Clausewitz: “La política es la continuación de la guerra por otros medios” y
Chávez estuvo en guerra en contra de Venezuela desde sus inicios como golpista,
no solo usó las armas en contra de sus connacionales, trató de asesinar al
Presidente Carlos Andrés Pérez e hizo el intento de apoderarse del poder por
medios bélicos, como esto no le resultó, prosiguió su intento de hacerse con el
poder por medios políticos, usó las vías institucionales que le presentaba la
democracia y por ellas llegó a la máxima magistratura.
Pero su intención de hacer la guerra nunca
cejó, como soldado fue preparado, mal que bien, para la guerra, su naturaleza
fue violenta y autoritaria, su discurso nunca bajó en lo más mínimo de su
contenido belicoso, no hay que ser un gran analista para descubrir que su
intensión desde el primer día como presidente fue alimentar el conflicto y la
confrontación.
La carrera armamentista en la que se montó
con los chinos y los rusos, comprándoles cantidades ingentes de armas
defensivas y ofensivas, sus políticas de apoyo a la subversión continental, a
la guerrilla, a grupos terroristas internacionales como la ETA, el IRA, el
Hezbolá, a figuras como Carlos El Chacal, al selecto grupo de tiranos y
dictadores a los que brindaba su amistad de manera pública, su relación
personalísima con el dictador Fidel Castro, enemigo declarado de Venezuela, con
los hombres fuertes de Irak, Irán y Siria a quienes sirve como agente de sus
intereses en la región, su conato de declaración de guerra en contra del
gobierno de Uribe en Colombia y el intento de movilización hacia la frontera
con tanques de guerra, su constante descalificación y provocaciones en contra
del gobierno Norteamericano y otras expresiones similares indican, sin lugar a
dudas, que el hombre se encontraba operando en modalidad de guerra.
Leyendo las ponencias de Michel Foucault en
el College de France (1975-1976) tituladas Defender la Sociedad, donde expone
de manera brillante la relación entre poder y política y ultimadamente, la
guerra, me encuentro con el siguiente pensamiento, esclarecedor de nuestra
situación: “Por lo tanto, podríamos oponer dos grandes sistemas de análisis del
poder. Uno, que sería el viejo sistema que encontramos en los filósofos del
siglo XVIII, se articularía en torno del poder como derecho originario que se
cede, constitutivo de la soberanía, y con el contrato como matriz del poder
político… Y tendríamos el otro sistema… según el esquema guerra/represión… La
represión no sería otra cosa que la puesta en acción, dentro de esa paz que no
es, socavada por una guerra continua, de una relación de fuerza perpetua”.
De acuerdo a esta visión nuestro país se
encuentra en guerra desde hace ya algunos años por parte del chavismo-cubano
represor, que lo que vivimos es una guerra continua con nuestro listado de
bajas reales al final de cada día y causadas por el hampa protegida por el
gobierno, con grupos irregulares armados en territorios bajo control (el 23 de
Enero en Caracas, el bajo Apure, los estados fronterizos, por mencionar
algunos), el sicariato, las invasiones y los secuestros, ahora incluso, con una
escalada de destrucción de nuestra infraestructura, de nuestras industrias,
comercio y medios de vida por parte del gobierno, con dos bandos claramente
diferenciados, los venezolanos pacíficos y democráticos, que en su mayoría no
quiere aceptar el hecho contundente de que vivimos una guerra, por lo que
protestamos y salimos a las calles para que nos escuchen (ya que nos tienen los
medios de comunicación vedados por la censura) y por el otro, los
chavistas-cubanos que quieren destruir la República.
Con Nicolás Maduro y Diosdado Cabello
suplantando al “Comandante Eterno” hemos podido conocer el verdadero valor de
la palabra dictadura, dos voluntades que hacen y deshacen por encima de la
Constitución de la República y las leyes, al punto que han convertido el
asesinato a mansalva en contra de nuestros jóvenes universitarios en el nuevo
deporte del chavismo, salir en manadas de motos, protegidos por la Guardia
Nacional, armados hasta los dientes y disparándoles a ciudadanos indefensos en
la cabeza, con tiros de gracia, de la misma forma que lo hacían en contra de
los Tutsis en Ruanda durante la limpieza étnica de ese pobre país africano.
Ponen presos a quienes ellos quieren, con
fiscales y tribunales con las sentencias elaboradas a golpe de una llamada de
teléfono, con la policía del régimen tumbando puertas sin órdenes de
allanamiento, aduciendo crímenes absurdos y aterrorizando a familias y
vecinos. Allí tienen enjaulados en sus
tenebrosas cárceles no solo a gente inocente sino a valientes líderes de
nuestra sociedad, y detrás de esos muros los vejan, los torturan, los dejan
morir de mengua.
Maduro y Cabello se han convertido en el
“coco” de muchos ciudadanos que despiertan en sus casas sitiadas por las
Fuerzas Armadas Nacionales en asociación con grupos de matones a sueldo que se
encargan de destruir, incendiar, aplastar, demoler, viviendas, autos, áreas
residenciales en medio de una dantesca nube de gases tóxicos con que “gasean” a
la población inerme y asustada, mientras ponen a todo volumen canciones
revolucionarias.
Secuestran jóvenes y se los llevan para
humillarlos, violarlos, golpearlos y hacerlos firmar declaraciones de
culpabilidad de crímenes que no han cometido, los “desparecen” y los dejan
tirados en puestos de emergencia, o peor, los esperan en los hospitales a donde
acuden a recibir primeros auxilios solo para ser nuevamente golpeados y
arrestados.
Una buena parte de los venezolanos,
lamentablemente, incluyendo algunos de nuestros líderes tienen miedo de
reconocer que vivimos en una guerra en pleno desarrollo, pero igual que sucede
con pacientes que se enteran que padecen de un cáncer, primero no pueden
creerlo, luego lo niegan, y cuando finalmente lo aceptan, ya es demasiado
tarde.
No entiendo cómo es eso de que nosotros, los
ciudadanos libres y honestos de este país, debemos renunciar a defendernos
cuando somos atacados por el gobierno que supuestamente debería protegernos de
todo daño a nuestras personas y propiedades. Hay una lógica muy turbia en eso
de mantener una posición pacifista y tolerante ante la anomia social que las
fuerzas de seguridad, supuestamente institucionales, desencadenan con sus
acciones en contra de la ciudadanía desarmada ejerciendo sus derechos
constitucionales como la protesta.
¿Por qué nosotros si debemos acatar la
Constitución Nacional mientras los comunistas, las Fuerzas Armadas y las bandas
armadas del gobierno no lo hacen? Está más que claro que al gobierno de Maduro
y su lugarteniente Disodado Cabello están haciendo lo que les da la gana, ya ni
siquiera guardan las apariencias y apresan, destituyen, persiguen, matan e
incendian sin ningún recato.
Aquí no se respetan derechos ni garantías,
los procesos judiciales están totalmente viciados de forma y fondo, los
funcionarios están actuando de manera criminal, no hay protección ni amparo
institucional, no hay instituciones a las que se pueda acudir buscando
justicia.
Para nadie es un secreto que el país se
encuentra paralizado, desabastecido, en una situación precaria en cuanto a sus
servicios e infraestructura, la economía privada se derrumba en cámara lenta,
lo único que aparenta funcionar es la industria petrolera y esos recursos son
todos represados por el estado para pagar sus gastos de guerra en contra de la
población.
Hay una dictadura en el país, han aplicado
una férrea censura en todas las formas de comunicación, el ciudadano no está ni
debidamente ni oportunamente enterado de lo que sucede, aumentando de esta
manera sus posibilidades de verse involucrado en una situación de peligro y
donde pudiera hasta perder la vida. El desabastecimiento de bienes básicos es
general, no hay medicinas, la escases es crónica y el estado lo que hace es
implementar métodos fascistas de control de los alimentos en un racionamiento
humillante y de control biopolítico de la población.
Creo que llegó el momento de dejarnos de
pendejadas y aceptar que tenemos que luchar, y vencer, en esta guerra no
declarada que nadie, sino los chavistas y los cubanos desean, y si no lo creen
vean por sus ventanas, a la calle, donde en medio de una escases y una
inflación anormal, están movilizando sus batallones, sus cohortes, sus FFAA, su
aparato de guerra psicológica, sus escuadrones de muerte volantes, todos
armados, todos en son de defender la mentada revolución que no es otra cosa que
robarse nuestro petróleo para sostener la revolución comunista en
Latinoamérica.
Si hay intentos de conferencias de paz, si
vienen observadores internacionales a promover entendimientos, si el gobierno
dice que lo están tratando de tumbar, si hay militares involucrados en acciones
bélicas en contra de población, si hay detenidos oficiales con cargos de
rebelión, si el gobierno está comprando armas de guerra, si hay un ejército de
ocupación extranjero involucrado en acciones de exterminio en contra de
nosotros, entonces estamos en guerra y si eso es así, hay unas reglas mínimas
que cumplir, entre ellas las del Convenio de Ginebra.
Hace ya tiempo perdimos ese país bonito,
pacífico y democrático en el que vivíamos, ahora estamos sobreviviendo en un
país desgarrado por una guerra planificada en el extranjero, y como nos lo
pinta Foucault, para imponernos una relación de fuerza perpetua, por medio de
un partido militar, de unos generales hambrientos de más saqueo y populismo, al
servicio de los hermanos Castro.-
Saúl
Godoy Gómez
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