Un examen frío, desde enero hasta abril, hace
imperativa una nueva estrategia de la oposición. Una estrategia que parta de la
protesta pacífica: sin abandonar y abriéndose al diálogo.
La oposición
debe negociar.
Debe hacerlo
desde una posición firme, como la actual, y por encima de todo con un
compromiso fuerte y no mercenario con el proyecto de oposición democrática que
se ofrece desde la MUD y desde fuera de la MUD.
Como afirmaba
un experimentado líder y estadista: “Nadie que no crea en lo que hace y ofrece
genera esa credibilidad imprescindible para el ejercicio del liderazgo”. Y es
cierto: todos somos una mezcla de valores e intereses, pero el liderazgo
político es más poderoso en cuanto menos intereses personales o grupales o
mezquinos involucre el compromiso.
Y esto va con Henrique, Leopoldo y María Corina. Y todavía más allá: con la parte sana de la MUD (dentro y fuera de ella) y la no tan sana (dentro y fuera del país).
El compromiso
es demasiado grande y no admite errores ni inescrupulosidades de ninguna
índole.
Se impone la
hora del juego limpio.
Sobrevenido del
cronograma político e institucional para el régimen, a la oposición democrática
se le impone el momento de relegitimar legal y constitucionalmente la
composición del nuevo CNE y de lo que funge como Tribunal Supremo de Justicia.
Se trata de un
hecho y un mandato. Importante. Fundamental. Y esto no puede ser manejado con
criterios de pulgas amaestradas.
No es fácil. No
va a ser fácil. La dirección de la Oposición (sí, con mayúscula) tendrá que
abandonar de una vez por todas este acostumbrado pero ahora peligroso manejo en
las catacumbas. Y así deberá dirigirse al país: hablarle de frente, al opositor
y al no opositor.
Hay una
indudable fuerza en Maduro y su régimen. La única que le queda: la cívico
militar. O, mejor dicho,
la militar cívica. Al revés.
No cuenta con los trabajadores ni con los estudiantes. Ni con los empresarios ni con las academias. Ni con las universidades ni con la Iglesia. En lo que se refiere a las estadísticas de popularidad, ni él ni su gobierno son mayoría. Y lo saben: ya la Oposición no es minoría. En lo que va de enero a marzo, según el cruce de las encuestas, el bloque pasó de 37 puntos a 47. Compacto, radicalizado, frente a un bloque gubernamental entre 36 y 37 puntos.
Se ha producido
un quiebre relevante.
Y el poder
omnímodo oficialista cuenta solamente con un partido y con una estructura
férrea: el PSUV, movible pero de donde nadie se retira, y las Fuerzas Armadas
Nacionales, una estructura organizativa que se rige por rangos y cargos y que
se transforma todos los años. Ésa es la únicaunión (o cemento) que mantiene el
Gobierno que, desde ahí, mueve sus tentáculos hacia los Poderes Públicos
controlando el Estado.
Por un lado,
estas circunstancias lo hacen represivo por su condición estalinista y militar,
sin el concepto civil de ciudadanía. Por el otro, lo peligroso es que la
estructura que soporta todo es la de la figura presidencial: la
institucionalidad de la Presidencia, que siempre en nuestra democracia fue
objeto de preocupación e intención de reinvención y reforma pero que, sobre
todo durante los lustros de Chávez, ha sufrido una hipertrofia que la hace
voluptuosamente apetecible para ese mismo estamento cívico militar.
Y esta visual
es de suma importancia para entender la situación. En una frase: la conducción
de la actual resistencia no puede continuar desgastándose entre los extremos de
la resistencia pacífica y la violenta. Entre una oposición que no entiende que
se puede caminar y mascar chicle a la vez, sin irse al piso e insiste en
desmovilizar el momento. Y otra masiva y multitudinaria en ciernes, que por su
cuenta y a la deriva toma las calles. El sacrificio y coraje de esa juventud
requiere de atención inmediata.
Uno considera
que constituiría un error desconectarse de esta inmensa masa de energía
política cargada de disidencia civil que, como acaba de denunciar la Iglesia
Católica, es objeto del intento de pacificación y apaciguamiento por medio de
la amenaza, la violencia verbal y la más brutal represión física que
recordemos.
Por eso que se
cree que, primero, hay que desmontar de inmediato el desencuentro entre
Henrique Capriles Radonski y Leopoldo López y entre éste último y Primero
Justicia y Julio Borges. Y María Corina. Ya. Y no hablemos del resto de la
composición de la MUD.
Este
desencuentro mellizal, cargado de profundidades que por el momento sobran, está
afectando una agenda política superior. Todos los implicados en este momento
tienen un compromiso del más alto nivel, por sus liderazgos reales, con la
conducción total y la búsqueda de una salida a la actual situación.
Esto es un
hecho.
Y se podría
decir que, después de obtener un triunfo en el primer round, quienes pensaban
que era una pelea de un solo asalto ya a estas alturas deben de haber
comprendido que la ruta rápida es sólo deseo, voluntarismo y riesgos inútiles
si no se articula en el tiempo de una poderosa protesta pacífica. Orgánica.
Organizada.
Como demuestra
el Instituto de la Paz (PRIO) en Oslo, en su estudio La estrategia lógica del
conflicto no violento, las campañas pacíficas de resistencia civil han sido
doblemente más eficientes para lograr sus objetivos que las insurgencias
violentas, incluso ante regímenes autoritarios. Y, como afirma Erica Chenoweth
en una entrevista con Andrés Correa en Nueva York sobre su teoría de la regla
del 3.5%, el poder no está en las armas sino en la gente. Ningún gobierno puede
soportar resistencia constante, activa, visible, coordinada e inclusiva de
apenas 3.5% de su población, sin terminar cediendo ante las demandas o
desintegrándose.
De manera que,
sin desactivar la protesta civil e incluso incrementándola con concentraciones
y movilizaciones masivas, sin desactivar las iniciativas de diálogo actualmente
en marcha, pues el Gobierno está obligado a crear las condiciones para que lo
haya, la Oposición debe reacomodar la estrategia.
Con coraje, sin
miedo y sin complejos, debe reconducir estas aguas. Sin traicionarlas.
Como
pragmáticamente advierte Amnistía Internacional: “Es cierto que hay
dificultades para el diálogo, para ese acercamiento, pero en la situación en la
que estamos, con altos índices de criminalidad y proliferación de armas y
municiones en manos de la población, resulta indispensable”. No sólo es el caos
al que ha conducido este Gobierno, más la amenaza de guerra civil que alimenta
y cimenta, sino también el peligro de disolución social que enfrentamos, sin
apoyo y sin institucionalidad que nos soporte.
Se sabe y se
dice, adentro y afuera, que “sin una salida pacifica lo que hay es un conflicto
armado”. Realmente es necesario mantener el impulso.
Esto se parece
al régimen de Nicolás I… o de Putin. Podríamos (sin saberlo) estar en medio de
la desintegración.
Es imperativo
trazar los límites ya.
CRÁTERES
- Podemos
ampliar la base social de la protesta, ¿pero con cuál salida? Si ambos,
Leopoldo y Henrique, quedan enterrados en un callejón sin salida, salga bien
uno de ellos o no, todos nosotros saldríamos divididos. Éste era el juicio
político de dos partidarios de ambos, al examinar lo delicado de la situación.
“Hay que dar pequeños gestos, pues en alguna parte hay interés en que no haya
unidad. Y la agenda de ambos está afectada por los viejos recuerdos”. “Hay que
pasar urgentemente la página de las disputas, de los antagonismos…”
- La escalada
de la Sala Constitucional del TSJ, según advierte la jurista Beatriz Di Totto
(cabeza de una lógica jurídica casi kantiana), al destituir sumariamente a los
alcaldes Scarano y Ceballos y a la diputada María Corina Machado, aparte de los
actos de agresión e intimidación física realizados contra ciudadanos
indefensos, constituye todo un salto cualitativo en la violación de la
Constitución y las leyes. “Es probable que los acontecimientos del país,
encendido en protestas y desbordado por vías de hecho en todos los órdenes, nos
distraigan y abrumen hasta el punto de que no advirtamos que esta
jurisprudencia eleva mucho la magnitud de la escalada que, sin duda, es tal. No
sólo por la jerarquía del órgano que la emprende sino, sobre todo, por la
naturaleza de sus funciones garantistas de los derechos ciudadanos y nacidas
bajo el amparo de la Constitución de 1999. Acabamos de romper otro dique. Lo más
triste es que quien lo destruye es justamente el mismo órgano cuya razón de ser
era velar por su preservación”.
- Como decía un
amigo, se trasladan a San Cristóbal nada más y nada menos que la Ministra de la
Defensa y el comandante del CEO Padrino López para liberar la esquina de la
Ferrero Tamayo con la Carabobo y el ingreso a Los Pirineos, sin detenerse a
pensar en lo absurdamente “asimétrico” de su actuación…
- Y como decía
alguien más, el objetivo de la política democrática no consiste en eliminar las
pasiones ni en relegarlas a la esfera privada, sino en movilizarlas y ponerlas
en escena dentro del respeto del pluralismo. Así que algunos dirigentes no
tendrían que tener temor de moverse…
- Y
admitámoslo: lo que están haciendo con Julio Borges y Ramón Guillermo Aveledo
es muy burdo…
Luis Garcia Mora
aguilaluis_7@hotmail.com
@LuisGarciaMora
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