El
7 de abril de 1928 constituye una fecha de gran significación en la historia
republicana contra la tiranía, la dictadura y el autoritarismo representado
entonces por el gobierno del general Juan Vicente Gómez. La voluntad
indiscutida del caudillo que dominaba férreamente la vida venezolana se había
impuesto hacía entonces 20 años y aspiraba continuar, no obstante algunos
signos ya evidentes de descrédito político y moral. La dictadura consolidó su
autoridad infundiendo temor, obediencia, arbitrariedad, sometiendo a los
ciudadanos, vigilando y anulando a sus enemigos, silenciando la conciencia de
muchos entre ellos los intelectuales más notables y el mando militar y civil al
servicio de aquel hombre: "Judas Capitolino" como lo calificó Blanco
Fombona.
Ese
orden implacable que logró detener a otros caudillos, se empezó a fracturar gracias
a la juventud venezolana, a la juventud universitaria, cuya presencia relevante
en la política anunció la incorporación de Venezuela a la modernidad política y
social del siglo XX.
En
ese entonces, tal y como señalamos en nuestro texto: "Un Patriota
Insurgente" (en homenaje a Alvarado Franco): "Venezuela se encontraba
sometida al autoritarismo gomecista sin libertades ni derechos, perseguida la
disidencia, silenciada la opinión nacional. El Congreso acataba las
disposiciones del "Benemérito", y había reformado la Constitución
para reservarse cubrir sus faltas absolutas y temporales conforme a la voluntad
del dictador. La libertad de pensamiento quedó formalmente limitada bajo el
pretexto de impedir la difamación, la injuria y la calumnia. Se prohibió el
"comunismo", como símil de cualquier ideología democrática. El país
de los Libertadores donde se pretendió fundar una República, no era más que una
hacienda gobernada por Gómez y los suyos".
Igualmente,
destacamos lo siguiente: "En febrero de 1928, los estudiantes
universitarios escenificaron un significativo acto cívico en demanda de
libertades que finalizó con el encarcelamiento de sus líderes pero que
contribuyó a evidenciar el malestar social. Ello motivó que el día 7 de abril
se produjese la insurrección de jóvenes militares que encabezó el valiente
capitán Rafael Alvarado Franco, Instructor de Artillería, con estudios en
Chile, con aspiraciones democráticas, opuesto como muchos a los males del
Régimen".
Esa
insurrección, esfuerzo de reivindicación republicana, estuvo vinculada a
distintos sucesos: las acciones estudiantiles de comienzos de ese año, la
rebeldía militar que había surgido y la huelga general del pueblo de Caracas, y
si bien fracasó producto de una traición, evidenció una vez más el carácter
opresivo del régimen ante el cual comenzaba a erigirse una nueva sociedad
democrática.
"La
acción – indicaba en el texto- se desarrolló en el Palacio de Miraflores, en el
Cuartel San Carlos y en la Academia Militar, y cuando intentaron apoderarse del
parque existente en el segundo sitio para distribuirlo entre los estudiantes
que aguardarían en la Plaza del Panteón, fueron delatados y sometidos por el
general López Contreras, quien se dice, traicionó el movimiento. A Alvarado y
otros oficiales, se les redujo de manera implacable, fueron torturados y
llevados a prisión en el Castillo de Puerto Cabello, donde tuberculoso,
encadenado y sujeto a los peores tratos, murió el 12 de diciembre de
1932".
La
situación para los estudiantes era también terrible: se les encarceló en el
Castillo Libertador de Puerto Cabello y se les redujo a trabajos forzados en
las colonias del estado Miranda y de Palenque en Guárico, entre otras.
El
general López Contreras, actor fundamental en el sostenimiento del gobierno ante
aquel hecho, reconoció años después que: "Indudablemente que el gobierno
logró un triunfo decisivo en el año 28, pero su acción política careció de
sentido liberal y humano, por la intensidad de las medidas de represión
adoptadas...", y señaló además que: "el Gobierno del presidente Gómez
estaba ya suficientemente desgastado en la opinión...".
López
Contreras finalmente admitió años después la significación histórica de la
llamada: "Generación del 28" en defensa de los valores republicanos,
civilistas y democráticos, enraizados definitivamente en la conciencia política
y ciudadana del país.
"¿Será
posible que aquí no haya hombres con sentimientos de patria libre, coraje y
vergüenza como para rebelarse contra este bárbaro que dispone de vidas,
prostituye conciencias y doblega voluntades?" preguntaba con templanza
Arévalo Franco entonces. La respuesta ejemplar de nuestra historia ha sido dada
siempre, Venezuela sabe actuar con heroísmo a la hora de exigir sus derechos y
asegurar su libertad.
Las
dictaduras marchan siempre en sentido contrario de la historia, de la evolución
inevitable de los pueblos, de la conciencia y de la dignidad de la nación.
Jose
Felix Diaz Bermudez
jfd599@gmail.com
@jfd599
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