La
indefensión aprendida es un término utilizado para ofrecer una explicación
técnica de este fenómeno y hace referencia a la condición de un ser humano o
animal que ha aprendido a comportarse pasivamente, sin poder hacer nada y que
no responde a pesar de que existan oportunidades para ayudarse a sí mismo,
evitando las circunstancias desagradables o mediante la obtención de
recompensas positivas.
Técnicamente
se ha descrito como una expectativa que produce tres efectos: a) déficit
motivacional para emitir nuevas respuestas, b) déficit cognitivo para aprender
que las respuestas controlan los resultados y c) reacciones afectivas de miedo
y depresión. Es posible
inducir indefensión aprendida a un grupo de persona en tan sólo cinco minutos
de una forma deliberada.
La
indefensión aprendida fue postulada por el psicólogo Martin Seligman en los
años setenta. No obstante en los ochenta el psicólogo social Martín Baró,
indicó que la indefensión que se experimenta a nivel social no constituye
solamente una consecuencia tanto de discursos o prácticas de socialización que
fomentan la inacción política sino que, más bien, tanto la indefensión como el
fatalismo subsecuente a la misma, serían el resultado de una experiencia
reiterada de fracaso en los esfuerzos dirigidos a controlar el entorno.
Según
otros psicólogos sociales (como, De la Corte, Blanco y Sabucedo), el fatalismo
sería, por tanto, una actitud que tendría un enorme poder a la hora de
favorecer la desmovilización política y, por tanto, para el mantenimiento de la
situación actual o statu quo.
Así,
los factores claves que definen el fatalismo, según estos psicólogos sociales,
serían: en primer lugar, el conformismo y la sumisión; en segundo lugar, una
tendencia a no realizar esfuerzos y a mostrarse pasivo y, en tercer lugar, una
excesiva focalización en el presente a la que denominan “presentismo”, el cual
implicaría una falta de memoria del pasado y una ausencia de planificación del
futuro.
¿Cómo
se puede luchar contra la indefensión social aprendida? Según Martín Baró (quié
desarrolló su trabajo en Latinoamérica) sugiere: la recuperación de la memoria
histórica, la organización popular y la acción en beneficio de los intereses
populares. Grandes debilidades de nuestro estamento político venezolano del
sector de oposición. Es por ello, que el aporte de los factores tradicionales
es importante resaltarlos, sin mezquindad, ya que, con la historia no se puede
discutir.
Es
vano tapar el Sol con un dedo, las democracias como su historia en cada país
tienen su nombre y su apellido, en el caso venezolano, Acción Democrática, Copei y el Movimiento al
Socialismo siempre tendrán un lugar preferencial dentro de este espectro, lo
cual indica que superarlo por el reconocimiento sería un asunto de madures
política, por las tendencias ideológicas y la honestidad en la labor política.
Esta fórmula es básica, y con ella lograremos ver que el adversario no es tan
temible como pensamos.
Jose
Ernesto Pons B
joseponschene@hotmail.com
@joseponsb
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