Si no se atreve a decir la verdad sobre su
lugar y fecha de nacimiento, y ni siquiera habla sobre su señora madre, si vive
o si falleció, debe tener razones poderosas para ello. Sobre otras cosas si
habla hasta por los codos.
El tema del magnicidio y del golpe de estado le
provoca verborrea. Acusa a Raimundo y a todo el mundo y siempre, siempre,
siempre amenaza con presentar las pruebas que dice poseer, y que como nunca
presenta debemos suponer que son inexistentes.
En los sucesos que se iniciaron
a partir del 12 de Febrero de 2014 con los primeros muertos, Maduro inició su
andanada de ataques a la oposición, culpándola de ser responsable de los
sucesos violentos ocurridos en las inmediaciones de la Fiscalía General de la
República y a coro con su ministro-policía Rodríguez Torres expresó que la bala
que mató al estudiante Bassil Da Costa y al tupamaro Juancho Montoya habían
salido de la misma arma e insistía en señalar la responsabilidad de la
oposición y específicamente de Leopoldo López en ello. Cuando ya se tuvo
conocimiento de la participación de agentes del SEBIN, en los hechos y ya era
imposible ocultarlo, Nicolás Maduro inventó que él había dado orden de
acuartelamiento a ese cuerpo de policía política y que 2 o 3 agentes habían
desobedecido.
Las evidencias demostraron que fue un comando muy numeroso el que
allí actuó causando las muertes mencionadas e hiriendo a otros manifestantes. Y
que mataron al líder tupamaro con la clara intención de, como es ya costumbre
en ellos, acusar a la oposición de las muertes y radicalizar a los tupamaros en
su accionar violento contra quienes adversan al régimen. Contaban con que la
amplia censura que le han impuesto a los medios impediría que la verdad fuera
conocida. Ni siquiera amonestó a nadie del Sebin por “desobedecerlo” Triste
desengaño para un miserable mentiroso. ¡Qué pobre Presidente será si ni
siquiera su propia policía le hace caso y mucho menos lo toma en serio.
Cuando la jauría de motorizados que comandaba
el asesinado tupamaro llegó a la sede de la Fiscalía a hacer lo que hacen
siempre y fueron públicos los destrozos, el recurrente mentiroso acusó
inmediatamente a Leopoldo López y Fiscalía y tribunales actuaron
concertadamente con la maquinaria de la
justicia roja asquerosa procedieron a imputar al líder de Voluntad Popular,
señalándolo de haber cometido más delitos que el mismísimo Ilich Ramírez
Sánchez “El chacal” Maduro, al captar lo catastrófico que para la imagen del
gobierno implicaba encarcelar a López, sin echarse para atrás, se apresuró a
argumentar que lo encarcelaba para “protegerlo porque un “alto dirigente de la
oposición iba a atentar contra Leopoldo” y que él había comisionado a la
desangelada ministro de información Delcy Rodríguez, para que diera a conocer
las “pruebas” y el nombre del presunto implicado. Hasta el sol de hoy nada de
nada. Pura paja. Aun recuerdo aquella investigación que sobre la “inoculación
del cáncer” al difunto aquél, de cuyo nombre no quiero acordarme. Aunque todo
el mundo sabe quien lo mató y al parecer disimulan la alegría que el hecho les
causó. Mentir es uno de los placeres que más disfruta.
Con el horrible espectáculo de las
escandalosas violaciones a los derechos humanos, torturas y tratos crueles,
inhumanos y degradantes contra los estudiantes y ciudadanos que manifiestan su
desagrado por las erráticas y disparatadas políticas del régimen ha quedado muy
claro para todo el talante antidemocrático del régimen. Ahora sale con que va a
nombrar un Consejo de los Derechos Humanos, me pregunto: ¿No sería más fácil
obligar a la “Defensora del Pueblo” a cumplir sus funciones y proceder a
enjuiciar y detener a todos los funcionarios torturadores, asesinos y
maltratadores? ¿Apresar y desarmar a los escuadrones de la muerte y el terror
que actúan libremente al amparo de las autoridades? Eso si sería un paso en la
búsqueda de defender los derechos humanos y no las pantomimas que acostumbra el
embustero. Oyendo las justificaciones
que Nicolás Maduro hace del brutal y psicopático comportamiento de las fuerzas
de seguridad y las irracionales acusaciones contra los manifestantes es usual
que la gente recuerde el famoso merengue que dice: “Es mentiroso ese hombre”
Jorge Ramírez Fernández
jorgeramirezfernandez@hotmail.com
@jorgeramfer
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