El
estado de ánimo de la sociedad está íntimamente vinculado a la evolución de la
economía real, y a la percepción sobre el comportamiento “nominal” del dinero y
su cambio “real” lo cual conforma una ilusión monetaria si tal acción se
desarrolla en un escenario inflacionario; siendo que la mayor ilusión se genera
cuando el Gobierno crea en los ciudadanos una sensación de “bonanza real” mediante un aumento persistente de la
liquidez monetaria, cuyo efecto pronto desaparece ante inelásticas respuestas
del aparato productivo en su función generadora de la oferta, y ante fallas en
la política de importaciones como alternativa complementaria de la oferta
doméstica.
Pensaba Marx que la Realidad Social imperante a nuestro alrededor, en concreto las condiciones de Vida Material, son las que determinan nuestra conciencia. |
Es de señalar que la inflación es la principal destructora de las
expectativas favorables que se generan
al producirse, por ejemplo, un incremento de sueldos ( y de pensiones y
jubilaciones) que en un primer momento se traduce en un estimulo al consumo de
bienes y servicios (esperanza por comprar más que antes), en razón de tener
“más dinero en el bolsillo” lo cual en la práctica se convierte en un efecto
irreal ya que la erosión inflacionaria reduce el poder adquisitivo en un grado
mayor que la mejora de los ingresos; o lo que es lo mismo, al restarle el
efecto inflacionario al incremento salarial, el aumento efectivo de los sueldos
resulta muy reducido o incluso negativo habida cuenta que dichos incrementos
salariales son administrativamente escalonados
mientras que la inflación es día a día con el consecuente deterioro del
poder adquisitivo real.
En
un escenario inflacionario (como es el caso venezolano) emerge el endeudamiento
como otro tipo de ilusión monetaria, ya que la gente piensa que va a ganar más
en el futuro y por tanto adelanta las compras mediante operaciones de crédito
(superior al 60%); hecho que se perfila con mayor intensidad cuando una familia
no tiene capacidad de ahorro y más del 70% de sus ingresos los destina al
consumo de alimentos. Ha de destacarse que la ilusión monetaria tiene un
negativo efecto no sólo para los consumidores, sino para la economía en general
ya que al incrementarse la demanda como consecuencia de un aumento en los
ingresos de los consumidores sin la existencia de una oferta para satisfacer
esa mayor demanda, la obviedad demuestra que se producen nuevos incrementos de
precios dados por la escasez reduciendo aun más el poder adquisitivo del
“atormentado” consumidor. Tal “ajuste de precios por inflación” es
económicamente injusto y socialmente desigual ya que castiga con mayor intensidad
a las clases sociales más desprotegidas, lo cual impulsa hacia nuevos errores
de política gubernamental como el mantener artificialmente bajo los precios
(soslayando la inflación de costos y la inercial) que más temprano que tarde
tendrán que ajustarse a la luz de la inflación acumulada y reprimida dentro de
la estructura de costos de las empresas; a menos que el Gobierno tenga la
ilusión que los trabajadores acepten una
caída del salario real.
Venezuela
presenta un alarmante exceso de dinero en circulación (liquidez monetaria) que
en mucho no se traduce en producción de bienes y servicios, muy por el
contrario se “compensa el desequilibrio” mediante la inflación al desestimular
el deseo de comprar ante la elevación de precios. Tal situación se visualiza
con claridad al observar que el porcentaje de exportaciones del sector privado
apenas supera el 2% del total exportado por el sector público (98%), donde el
sector petrolero representa un 95%, que a la postre facilita configurar una
economía de puertos (la mayoría de la oferta domestica es importada) y ratifica
nuestra condición de país rentista, situación que ha generado en los últimos 15
años ingresos fiscales por un monto superior a los USA$ 1,3 billones (millones
de millones) para un promedio anual de USA$ 72 millardos, quedando
suficientemente claro que el dinero por sí mismo no genera riqueza material ni
bienestar social. Resulta de sumo
interés indicar que en el lapso 2003-2013 las reservas internacionales se
incrementaron en apenas un 9,7%, mientras que durante el mismo lapso la
liquidez monetaria creció en ¡¡ 2.980% !! , y durante el periodo 1997-2013 el
crecimiento acumulado mostró un ¡¡ 10.480% !!, y en lo atinente al 2012-2013
aumentó en un 69% hasta ubicar el circulante monetario para enero 2014 en más
de 1,5 billones de bolívares, fundamentalmente inducido por el financiamiento
del BCV a distintos entes del sector público, así como por el alto nivel de
gasto público que para 2014 se sitúa en un monto superior a los 665.000
millones de bolívares, el cual es cubierto en gran proporción con dinero
inorgánico.
A
tenor de lo expuesto, se puede concluir sobre la necesidad de reducir el exceso
de liquidez como condición básica para instrumentar algún tipo de política
antiinflacionaria. De igual modo, y situándonos en el campo de la obviedad, ha
de quedar claro que las políticas
basadas en un estimulo a la demanda (con intenciones soterradas en materia
electoral) sólo induce una “ilusión de crecimiento económico y de bienestar”,
ya que el crecimiento económico real (condición indispensable para el
desarrollo sustentable) es motorizado mediante políticas que impulsan la
oferta, a la luz del aumento sistemático de la producción interna y no
asumiendo una sumisión hacia las importaciones.
Jesús
Alexis González
Jagp611@gmail.com
@jagp611
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.