martes, 15 de abril de 2014

EUGENIO MONTORO, NADIA Y EL CONDE

Había una vez un país que tuvo la desgracia de caer en las garras del comunismo. Llegó a cultivar el culto a la personalidad de sus gobernantes y a pelearse con la Iglesia. Tuvo una reducción drástica de los artículos de primera necesidad, restricciones severas a la libertad y empezaron manifestaciones en muchas de sus ciudades importantes. El régimen, finalmente, perdió el apoyo y se constituyó un Frente de Salvación Nacional. Fue el inicio de un duro período de transición desde una economía dirigida y controlada por el Estado a una de libre mercado. Pero su democracia, libertades y economía se fueron consolidando y mejorando y hoy es un país de gran futuro.

Vlad Tsepesh, el verdadero Conde Drácula.
Este cuento es absolutamente real. Se parece mucho a lo que  pasa en Venezuela con la escasez, las limitaciones a las libertades y las protestas que van en aumento.

El país del cuento se llama Rumania, situado en Europa tocando al Mar Negro. Fue territorio romano y de allí su nombre. Como otros cercanos a la antigua URSS se infectó de la dominación totalitaria comunista y llegó al colapso inevitable de su economía. Sus ciudadanos, al igual que nosotros, se cansaron de tanta pendejada y formaron unas protestas inmensas por todo el territorio. El régimen se derrumbó y desde hace años Rumania es miembro de la Unión Europea y su progreso es evidente.
Además de lo mencionado, nos une su idioma heredero, como el nuestro, de las llamadas lenguas romances por lo que, para nosotros, aprender a hablar rumano es más fácil que pelar mandarina.
Y como si eso fuese poco a Venezuela el mundo la conoce  por sobre simplificación a dos cosas, el petróleo y sus bellas mujeres. Pues igual, a Rumania la conocen más por la ficción del Conde Drácula y por la mejor gimnasta de todos los tiempos Nadia Comaneci.
Por supuesto las diferencias entre el proceso político social de Rumania tiene miles de diferencias con el nuestro y nada garantiza que al final los resultados sean similares, pero hay varios aprendizajes. El primero es que la instalación de los sistemas comunistas ha existido en muchos países y nos tocó ahora a nosotros. El segundo es que con el cuento de eliminar las diferencias de “clases”, se establece un sistema económico controlado por el Estado que asfixia la iniciativa privada y genera en pocos años un nivel de pobreza traducido principalmente en la escasez de todo. El tercero es que el reclamo social aparece y usualmente es muy duro y el cuarto es que la posibilidad de que se genere un cambio de rumbo existe.
Los rumanos crearon un gobierno de transición y en él participaron también personeros del antiguo régimen. Tal vez sea una buena idea para nuestro caso y podría facilitar el proceso.
No tenemos otra opción que convivir como hermanos y construir un bonito país. Rumania lo hizo y hasta convirtió a su pavoroso y sanguinario Conde Drácula en una de sus mejores fuentes de ingresos por el turismo.
Vamos bien.
Eugenio Montoro
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67

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