En
Caracas, escribir, como tal, no es nada difícil. A fin de cuentas, en esta
vieja ciudad provinciana con ínfulas de gran señora nos seguimos conociendo
todos y sabemos las capacidades y las limitaciones de cada cual, la probidad de
unos y dónde comienza la fila de quienes deberían ser empalados en las
principales plazas por latrocinio. Y si se ha tenido el privilegio de recoger
su pan del día a día en el hogar de muchas de las mentes más lúcidas y
brillantes del país, habrá que convenir que no es nada difícil escribir por
escribir.
Lo que sí es difícil es hacerlo con esta mezcla de ira, tristeza e impotencia que nubla mis pensamientos y estas profundas ganas de llorar por mi país; por ese pedacito de tierra que me vio aparecer al mundo y que guarda los restos de innumerables generaciones de los míos entregadas a su suelo; por MI PATRIA.
Es
difícil explicar los tres sentimientos señalados. Hay una ira colosal al ver a
marginales mentales destrozando, por su más elemental resentimiento, a una
tierra que -con todos sus defectos- iba cogiendo paso, lenta pero seguramente.
Una ira monumental ante el desmantelamiento de la economía y su conversión en
economía de puertos importadores pues hasta el petróleo escasea en manos de la
tal PDVSA robolucionaria y esa joya, a quien ni los carísimos trajes a la
medida disimulan su incompetencia, Ramírez. Ira efervescente al ver el manejo
descarado de mentiras para justificar la represión, el despojo de curules a
diputados y alcaldías a alcaldes, elegidos mayoritariamente, por un “Tribunal
Supremo de Justicia” que, en cualquier país que se precie, sería una mezquina y
acomplejada colección de aspirantes al primer año de la facultad. O unas
fuerzas armadas “dirigidas” por quienes nunca se imaginaron pasar de capitanes,
con la “ayuda fraternal” de cubanos castristas, para quienes esta robolución es
cosa de vida o muerte, nada más y nada menos…
Tristeza
profunda al entrar a cualquier establecimiento comercial y darse cuenta qué han
hecho estas mezclas de canguro con elefante en cristalería al expropiar
empresas exitosas y convertirlas en ruinas del ayer socialista que cayó por su
propio peso. Todas y cada una de las reglas fracasadas en Europa, Asia o el
Caribe, han sido repetidas hasta la saciedad como si, por arte de magia, la
segunda vez fueran a tener éxito (Einstein decía que “la locura es hacer lo
mismo una y otra vez, esperando resultados diferentes”). Invariablemente, la
mala administración de los bienes conduce a una “libreta de racionamiento” en
países que –hasta la llegada del socialistocomunismo- nunca sufrieron de
escasez. No cansaré al lector con ellas, pero véanse las cifras de aumento de
burocracia (tanto en términos de personal como en empresas o dependencias del
estado creadas para disfrutar aún más –si fuere posible- las ubres del país…)
Tristeza inconsolable en ver como se ha acostumbrado a un pueblo a vivir de
limosnas o mendrugos. Es común ver en tweets al presidente o a algún gobernador
(minúsculas, por favor) como aparece “necesito que me ayude para crear una
empresa avícola” (p. ej.), sin un estudio de mercado, cuyos únicos obreros
serán su familia más directa –hasta que se cansen- y cero aprovechamiento de
las “ganancias” más allá de gastos extras en cerveza y ron (o whisky si el mes
fue bueno). Tristeza real, al ver los papelones de estos ignorantes que juran
que se lucen donde la burla es la norma (v. gr. una hamaca de regalo con los
colores de la bandera a un dignatario chino; llegar a las exequias de Nelson
Mandela en blue-jeans; un cuadro –del peor de los gustos como “arte”- de Chávez
al pobre infeliz que toque “visitar”) (impuesta la visita y nunca propuesta por
el visitado)
Y
una impotencia corrosiva: ¿hasta cuándo deben morir estudiantes en defensa de
la Patria sin que esa inmensa masa de abúlicos reaccione? ¿Hasta cuándo una MUD
siguiendo el juego del gobierno, denunciando a los estudiantes por su
“violencia” y llamando a “diálogo” con quienes son dirigidos por una potencia
invasora de nuestra Patria? ¿O es que creen que sólo los chavistas serán
llamados a responder de tantas cosas? ¡NO!, los colaboracionistas serán de los
primeros llamados a tribunales y deberán, no sé cómo, justificar el engaño a todo
un pueblo opositor que creyó en ellos mientras solo buscaban su provecho
personal. Una impotencia inconmensurable por no haber podido ser un estudiante
más en la lucha por la Patria; por no poder retribuir en especie lo que la
Guardia Nazi y la Policía Nazi reparten a esos muchachos violando todo tipo de
leyes y normas, sacándolos de apartamentos sin orden de allanamiento,
asesinándolos de tiros a la cabeza por parte de francotiradores (¿cubanos?).
Estoy seguro de que, al voltearse las tablas, estos mismos guardias, policías y
cubanos implorarán por sus hijos, llorarán pidiendo respeto por sus vidas y
alegarán “cumplimiento de órdenes” –excusa por la cual se crearon nuevas normas
en Nuremberg- y serán “verdugos pidiendo clemencia”- ¿Dónde están los “engañados”
por Chávez?; ¿los “equivocados”?.
Es
hora de avanzar, hay que apoyar a los estudiantes y a nuestros gochos. Ellos
han dado la cara por nosotros hasta el sacrificio. “Más de 650 detenidos, más
de 300 heridos, 19 casos de tortura, 39 muertos” –Juan Requesens, dirigente
universitario, El Espectador, Bogotá. ¿Vamos a dejar que ese sacrificio se
pierda? Y ustedes, ladrones, no importa que ni donde se escondan. Tarde o
temprano aparecerán y todo el peso de la justicia les caerá encima, y ¡pobre de
quien sin ser abogado los defienda! Ya Raúl y otros de tal calaña se encargarán
de desplumarlos (“tanto tienes, tanto vales”) y dejarlos, o entregarlos, en
manos de los tribunales internacionales que habrán de juzgarlos.
Por
ello, por BOLSAS, ¡no les rindo las ganancias!
Alberto
Lossada S.
arlossadas@gmail.com
@adassol
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