Doce años se
cumplieron este viernes de la más grande manifestación, solo comparable con la
promovida y liderada por la juventud universitaria el 14 de febrero 1936. Ambos
movimientos marchaban con destino a Miraflores.
La consigna del siglo
pasado muy bien identificaba a la protesta estudiantil surgida el 12 de febrero
del 2014.
“No somos comunistas, queremos prensa libre y
garantías constitucionales”.
En ambas
oportunidades ocupaban la sede del Gobierno Nacional dos figuras militares, muy
distantes en el ejercicio del mando; el primero con mentalidad civil abrió las
puertas del Palacio y el segundo en posición guerrera, las cerró.
Esto condujo a la
pacificación del gobierno de transición a la democracia del General Eleazar
López Contreras y a la deplorable crisis la del comandante Hugo Chávez, que lo
llevó a la renuncia del cargo. Todo fue consecuencia del Paro decretado contra
desmantelamiento gerencial de la industria petrolera que en forma burlesca
anuncio con pitazos en su programa Aló
Presidente. Dicho paro se hizo
indefinido y resaltó el 11 de abril del 2002. Allí surgieron las criminales
milicias incitadas por injerencia de la dictadura cubana, que desde el Puente
Llaguno causaron 19 muertes y unos 300 heridos.
Según análisis del ex
Comandante del Ejército general Carlos Peñaloza, Fidel Castro vio la
oportunidad de montar trampa para apoderarse de PDVSA, dejar fuera de juego a
la CTV, dominar la calle, y purgar a los antichavistas de la Fuerza Armada.
Pero la dignidad impidió esa
intromisión, como lo demostró el general Manuel Rosendo, Jefe del Comando
Unificado, con la desobediencia de activar el Plan Ávila.
Significativa fue
actuación de la Iglesia en dicha crisis, como lo está siendo en la vigente que
entró en su segundo mes. Al abandonar el Poder la madrugada del 12 de abril,
con solicitud de bendición, el Comandante rogó a Monseñor Baltazar Porras,
acompañarlo al avión que lo llevaría a Cuba. Quizá ignoraba que su mentor
Castro no quería recibirlo y pidió que
lo hiciera al Jefe del Gobierno español, José María Aznar. Testigos de
excepción fueron también el Cardenal Ignacio Velasco y monseñor José Luis
Azuaje.
Hasta el Cardenal
Jorge Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires actuó con la Oración y ahora como
Papa Francisco invocó "un diálogo sincero" con una "justicia que
afronte temas concretos”.
En nota publicada el
13 de abril del 2002, el director del diario tenido como oficialista observó en
el renunciante Presidente “poca voluntad de diálogo”. De allí que, en su opinión “La mayoría del país
recibió complacida la formación de un nuevo gobierno presidido por Pedro
Carmona Estanga”.
Enfatizaba una
afirmación plenamente vigente y que de seguro ahora niega:
“Un país que ha estado lleno de pugnacidades,
que se ha caracterizado por la confrontación en todos los campos, que ha estado
dividido, lleno de angustias e incertidumbres, necesita cuanto antes recorrer
el camino del diálogo y de la reconciliación”.
AL MARGEN. Era vox
populi, pero para los cogollericos dirigentes de partidos de oposición lo
presentaban como secreto. Nos referimos al diálogo.
Alberto Jordan Hernandez
Jordanalberto18@yahoo.com
@albertojordanh
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