domingo, 9 de marzo de 2014

PEDRO R GARCÍA. APROPÓSITO DE LA “SALIDA” QUE VIOLENTA EL ORDEN CONSTITUCIONAL

ALERTA TEMPRANA.

En el diálogo El Menón, Sócrates demuestra que también un joven esclavo sin instrucción ninguna, puede llegar por sus propias deducciones a avanzar en el campo de la geometría.  La razón no exige nada especial para funcionar, ni fe ni preparación espiritual, ni pureza de alma o de sentimientos, ni pertenecer a un determinado linaje o a determinada etnia: solo pide ser usada.
Si no queremos que sean los dioses o ciertos hombres privilegiados los que usurpen la autoridad social (es decir, quienes decidan cuál es la verdad que conviene a la comunidad) no queda otra alternativa que someternos a la autoridad de la razón como vía hacia la verdad.  Pero la razón no está situada como un árbitro semidivino por encima de nosotros para zanjar nuestras disputas sino que funciona dentro de nosotros y entre nosotros.  No sólo tenemos que ser capaces de ejercer la razón en nuestras argumentaciones sino también y esto es muy importante y quizá aún más difícil debemos desarrollar la capacidad de ser convencidos por las mejores razones vengan de quien vengan.  
No acata la autoridad democrática de la razón quien solo sabe manejarla a favor de sus tesis pero considera humillante ser persuadido por razones opuestas.  No basta con ser racional, es decir aplicar argumentos racionales a cosas o hechos.  Sino resulta no menos imprescindible ser razonable, o sea acoger en nuestros razonamientos el peso argumental de otras subjetividades que también se expresan racionalmente. 
Desde la perspectiva racionalista, la verdad buscada es siempre resultado, no punto de partida: y esa búsqueda incluye la conversación entre iguales, la polémica, el debate la controversia.  No como afirmación de la propia subjetividad sino como vía para alcanzar una verdad objetiva a través de las múltiples subjetividades. Si sabemos argumentar pero no sabemos dejarnos persuadir hará falta un jefe, un Dios o un gran experto que finalmente decida que es lo verdadero para todos.  La revelación elige a unos cuantos; la razón puede ser elegida por cualquiera, por todos.  Es lo común de la condición humana.  Se puede fingir una revelación sublime o una intuición emotiva. Pero no se puede repetirlo con nosotros o en nuestro lugar; no hay conclusión racional si otro (cualquier otro con voluntad de razonar) no esta facultado para seguir nuestro razonamiento y compartirlo o señalar errores. Frente a tantos vehículos privados, supuestamente velocísimos pero que quizás no se mueven de donde están, la razón es un servicio público intelectual: un ómnibus. (El nacimiento de la filosofía. Giorgio Collí, Tusquets, Barcelona).
Ubicando algunas pistas…
Don Mario Briceño Iragorry, con su vigorosa pluma de narrador impenitente, en “El Regente Heredia o la Piedad Heroica”, nos traza el perfil de lo que fue América, y especialmente en la Venezuela de la liberación, esa heterogénea constelación de las constituciones: “La Constitución de una nación no es una mera serie de principios incluidos en el cuerpo de un código. Constitución es estructura, vertebración, unidad, genio, sistema de vida producido por el propio pueblo en el curso de los siglos.  Constitución más que un enunciado teórico hecho por unos hombres, es labor realizada por la historia en el corazón de la varias sociedades humanas; sin que se enuncie, existe; sin necesidad de llevarla a declaraciones escritas, es realidad operante en la misma sociedad que la produce”.
Bolívar llevo a Angostura el proyecto político, síntesis de su intelecto, de su mundo circundante, de sus reflexiones políticas, de sus profundas lecturas y, ante todo, encarnó en la producción de su obra jurídica y en la elaboración de su doctrina, la propia fuerza telúrica de su entrañable ser americano… el hijo de Caracas, dejó explicito en el mensaje la influencia de una maduración indiscutible y la impronta de un equilibrio desconcertante para quienes, gratuitos enemigos, le endilgaban a sus espaldas debilidades y vicios contrario a su vertical conducta ética.  El Documento esta allí, sembrado en los siglos y para la posteridad y la historia que ha sabido reconocer su fundamental obra literaria.
Bolívar alterno la moral y los principios éticos, sin más como guía de su conducta, por que creía firmemente que “la felicidad consiste en la práctica firme de la virtud” (1.818).
Cultivó la autocrítica, enaltecedora y fecunda, para todas las tareas de gobierno y Estado.  Por su formación fue naturalista cuando abrazó la libertad roussoneana, pero tomó el timón del Historicismo hacia otros horizontes cuando olfateo tempestades.
“No seamos presuntuosos, legisladores; seamos moderados en nuestras pretensiones. No es probable conseguir con facilidad lo que no han alcanzado las más avanzadas naciones”.
No fue el desborde de un caudal lírico lo que trajo a Bolívar a los muros de Angostura para implorar la augusta autoridad “del pueblo” en la formación de una base constitucional que a sectores importante les pareció apropiada pero a otros los condujo a la duda.  Resultaría antihistórico juzgar los postulados Constitucionales del Libertador, expuestos, tomando su pensamiento y su visión doctrinal reducidos a una expresión fragmentaria.
La morigeración se sintetiza en esta frase del Libertador “solo un gobierno temperado puede ser libre”.
La pureza de su ideal revolucionario, de talante genuinamente republicano, se resume en la siguiente frase: “nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano en el poder.  El pueblo se acostumbra a obedecerle, y él se acostumbra a mandarlo, de donde se originan la usurpación y la tiranía”.
Tal ves, uno de los fragmentos de su histórica misiva, que desde San Cristóbal envió a Guillermo White, el 26 de marzo de 1.820, para contestar las severas criticas a su proyecto político esta en las siguientes invocaciones históricas: “Dracón dio leyes de sangre a Atenas y Atenas las sufrió y aún las observó hasta que Solón quiso reformarlas. Licurgo estatuyó en Esparta lo que Platón no se hubiese atrevido a soñar en su República si no hubiese tenido por modelo al legislador de Esparta… si hay alguna violencia justa, es aquella que se emplea en hacer a los hombres buenos y… a honrar a la humanidad”.
En fin de cuentas, para la evaluación de su obra emancipadora basada no solo en la eficacia de su puño guerrero sino en su portentosa imaginación y en la sabia experiencia en la Ciencia Jurídica, que demostró poseer en su periplo histórico.  La historia tiene su disciplina pero admite parangones y similitudes, aún si se trata de juzgar actitudes y conductas de sus protagonistas más resaltantes, el Discurso de Angostura, debe calibrase en su justo valor histórico.
Los exégetas del Libertador, tendrán que encontrar, en su ontológico pensamiento, la vertebración de la República en más amplio sentido espartano, pero al mismo tiempo, la estructuración de una República aristotélica de virtudes ciudadanas.
“Al trasmitir a los representantes del pueblo el poder supremo que se me había confiado, colmo los votos de mi corazón los de mis conciudadanos y los de nuestras futuras generaciones, que todo lo esperan de vuestra sabiduría, rectitud y prudencia “ (1.819).
Esa Santa violencia de la cual hablaba el Libertador, para justificar el derecho de la dignidad del hombre y la protección de sus derechos inmanentes, está expresada con dramático sentimiento (1.819) cuando dirige sus dardos contra la esclavitud y la alienación de los pueblos:
“¿A qué no se han sometido los hombres y a qué no están sometidos aún? Si hay alguna violencia justa, es aquella que se emplea en hacer a los hombres buenos y por consiguiente felices y no hay libertad legitima sino cuando ésta se dirige a honrar a la humanidad”.
El maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, uno de los más destacados diseñadores, redactores y cultores de nuestro código político, en pasado cercano, nos ofrenda con la humildad de su talante, algunas de las imágenes de la Venezuela de aquellos tiempos, recostada a la orilla del majestuoso río que sintió tan cerca el trepidar las conciencias en la forma de la nacionalidad.
“Errante, la República iba de campamento en campamento, la sostenían las lanzas levantadas como un bosque sobre la ardida tierra de los llanos. La mantenía en vigilia la espada de Bolívar, hasta que este llegó un día cabalgando sobre el lomo de nuestro gran río Orinoco. Se desmonto en la orilla y se sentó a soñar en la victoria: se puso diligente a legislar para la libertad y le creció el anhelo de traspasar montañas para sembrarse alto… con los mares por limites… más allá del horizonte que alcanzaban sus ojos o que podían medir la largura del paso de sus bestias… y otra vez Guayana esplendida ofrece al héroe su promisoria protección…tenia a su lado la justicia y combatía por la libertad contra la opresión… mientras Bolívar buscaba formar con los retazos multicolores de las patriecitas, el paño entero de la patria grande que los cubriese a todos”.
Esa inmensa cantera de riqueza y de valor, que resume la acción emancipadora, ha sido y será en la eternidad del tiempo, la más infranqueable muralla contra la cual estrellaran su rostro sombrío sus detractores e hipócritas seguidores.  Tenia razón el combativo soldado del Valle de Caracas al afirmar en su permanente angustia existencia, caviloso sentenció: “cuán difícil es dirigir por simples Leyes a los hombres” (1.819).
Hoy día, la formulación política ética y económica forman “una unidad indisoluble en la sociedad democrática cierta… sin duda desde Angostura, El Libertador dio señales claras como un militante de la modernidad.  Bolívar anhelaba un pueblo que, además de libre y fuerte, fuera virtuoso.  Por eso soñó con la “cuarta potestad” “poder moral” (El poder Moral) fue inhumano en la tierra estéril que los parlamentarios agregaron, a la Constitución de Angostura” (Sánchez Negrón, OB. Pág. 62)  de dar a la República además de compromiso publicó, las buenas costumbres y la moral republicana.
Defendió, como noción esencial de la democracia, la libertad en el Iusnaturalismo más depurado, pero decodifico, en las entrañas mismas del pueblo, su esencia condición humana y los alcances de sus atributos sociales y de los logros políticos (“que los hombres nacen todos con derechos iguales a los bienes de la Sociedad, lo esta sancionado por la pluralidad de los sabios”), pero fue historicista al afirmar que “no todos los hombres nacen igualmente aptos a la obtención de todos los rasgos, pues, deben practicar la virtud y no todos la practican”.  Añadiendo: “todos deben poseer talentos y todos no los poseen”, para admitir más adelante la existencia de la desigualdad física y moral que surge como imperativo del tiempo, del espacio y del hábitat, para generar diferencias a las que se refiere con teorética firmeza:
“La naturaleza hace a los hombres desiguales en genio, temperamento, fuerzas y caracteres, las Leyes corrigen esta diferencia porque colocan al individuo en la Sociedad para que la educación, las industrias, las artes, los servicios, las virtudes, le den una igualdad ficticia, propiamente llamada política y social”.
Desprendiéndose de esa manera valiente y sincera de sus afirmaciones referentes a los riesgos a que se expone el modelo democrático si restringe el valor programático y el contenido ético que ella encarna:
“Nuestras manos están ya libres y todavía nuestros corazones padecen las dolencias de la servidumbre” (1.819).
“¿De qué sirve la libertad política si todavía estamos a las cadenas de la ignorancia?”
Era lógico que el Libertador, conocedor profundo de pueblos y naciones, se formulara constantemente esas interrogantes, porque él, como arquetipo humano, había nacido en el conflicto, dominaba las raíces.  Por eso diseña con impresionante realismo los perfiles del diagnostico, psicológico, humanístico y social que el registro histórico hubo de constatar después: “en el orden de las vicisitudes humanas, no es siempre la mayoría de la masa física la que decide sino que es la superioridad de la fuerza moral la que inclina hacia sí la balanza política”.
De este modo explicito, ideológica e intelectualmente, el agónico mensaje del Libertador reclamando un cambio definitivo en el árido sendero de la formación republicana, para sembrar profundamente conciencia de valores humanos, éticos y morales y al fin de lograr lo que ha sido secularmente tan caro a la humanidad: el enraizamiento de la virtud ciudadana.
En el hoy y el ahora.  Señores parlamentarios, hay una forma de servir a los ideales, del Libertador. Hay una forma más de cumplir los mandatos del Libertador “extractos de el discurso de Bolívar en Angostura”. 
“Roma y la Gran Bretaña son las naciones que más han sobresalido entre las antiguas y modernas; ambas nacieron para mandar y ser libres; pero, ambas se constituyeron no con brillantes formas de libertad, sino con establecimientos sólidos.
Así, os recomiendo, representantes, el estudio del modelo político democrático Británico que es el que parece destinado a operar el  mayor bien posible a los pueblos que lo adoptan; pero por perfecto que sea, estoy muy lejos de proponeros su imitación servil”.
“Los gritos del genero humano en los campos de batalla, o en los campos tumultuarios claman el cielo contra los inconsiderados y ciegos Legisladores, que han pensado que se pueden hacer impunemente ensayos de quiméricas instituciones.  Todos los pueblos del mundo han pretendido la libertad; los unos por las armas, los otros por las Leyes, pasando alternativamente del despotismo a la anarquía o de la anarquía al despotismo: muy pocos son los que se han contentado con pretensiones moderadas”.
Señor Presidente Nicolás Maduros Moros, señores diputados miembros del Poder constituido, Jóvenes estudiantes que con fragor contienden en las calles de nuestras ciudades, señores empresarios, señores representantes de la oposición, expresada en sus individuales factores, señores venezolanos todos,  retengamos la riqueza de nuestro patrimonio histórico, ¡no lo dejemos perecer!; hagamos de nuestra Constitución Biblia de la conducta democrática de este tiempo: la fuente por excelencia del deber ser; el caudal de pedagogía que jamás dejará de hacernos falta, enseñando a nuestros jóvenes, sus deberes, sus derechos, su tradición a fin de incorporar al ejercicio de la carta fundamental el racional y consciente cumplimiento del deber para con nosotros mismos, para con nuestra familia, para con la sociedad especialmente con los más débiles, para con nuestros valores religiosos, para con la patria, para que aprendamos a saber vivir a plenitud a fines de no fracasar como sujetos humanos, articulados en el orden social pleno que como país queremos alcanzar, este desiderátum debe ser inescapable de las derivaciones de cuanto seamos capaces de realizar…
“Es de noche, hace calor y algunos jóvenes mañana no nos acompañaran”
pgpgarciacía5@gmail.com
‏@pgpgarcia5

EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.