Las manifestaciones de ayer contra la injerencia de la Cuba castrista, fueron multitudinarias, a pesar de la escasez de propaganda y de la fatiga normal al cabo de 33 días de movilizaciones callejeras. La primera deducción es que se ha configurado una conciencia sostenida de rechazo a la injerencia cubana y de indignación colectiva ante el pisoteo de la soberanía nacional. Si nos descuidamos, podríamos quedarnos sin patria.
Lo de la penetración cubana no es invento de
opositores radicales que necesitan el oxigeno de la confrontación. Los hechos hablan por sí solos. Desde que la Unión Soviética colapsó siendo
una super potencia por culpa de un modelo político económico fracasado, Rusia
suspendió la ayuda a Cuba montante en cinco millones (US$ 5.000.000) de dólares
diarios. Chávez, deslumbrado por Fidel Castro, asumió esa ayuda
multiplicándola. Solamente los cien mil
(100.000) barriles diarios de petróleo despachados gratuitamente a Cuba, superan ampliamente lo que le entregaba
Rusia. Por otra parte, como lo
denunciara Antonio Ledezma, en la manifestación, en Venezuela hay 45.000
agentes cubanos para garantizar el flujo ininterrumpido de esos 100.000
barriles diarios de petróleo. Además la
ayuda a Cuba no es solamente en petróleo, configura una especie de delta cuyos
múltiples canales vuelcan en el erario castrista recursos multimillonarios.
Que Venezuela haya asumido la carga de financiar durante años a Cuba, con su aparato productivo destruido por la terquedad en aplicar un modelo económico- fracasado, que ya había colapsado a la Unión Soviética, es realmente demencial.
A pesar de carecer por
completo de explicación racional, fue una de las aberraciones ideológicas de
Chávez que la mantuvo por años abusando de su poder omnímodo. En la
actualidad, no solamente Chávez es
difunto, la situación económica de Venezuela ha cambiado radicalmente. Somos un país en situación económica
comprometida. Los dólares que percibimos por las exportaciones del
petróleo, que si nos pagan, son insuficientes para financiar la importación de
artículos de primera necesidad, presentándose una situación de desabastecimiento
que ha conducido a la adopción de la Libreta de Racionamiento, disimulada con
el nombre de Tarjeta de Alimentación.
La reacción de Maduro es típica de quien ejerce el poder por delegación. No sopesa las repercusiones que esta
situación de colonialismo pueda tener en los venezolanos, incluso en el mundo
castrense. Convocó al embajador de Cuba
a Miraflores para definir nuevas modalidades de ayuda. El cipayo perfecto.
No hay dólares para comprar comida, pero si hay dólares para comprar bombas lacrimógenas (US $ 25 c/u). Se compran conciencias, pero no se compra comida ni medicinas para los hospitales. La reacción contra esta realidad que avergüenza tiene que mantenerse como bandera de la resistencia callejera para restablecer la democracia en Venezuela.
Octavio Lepage
olepageb@gmail.com
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