martes, 11 de marzo de 2014

MALÚ KIKUCHI, ¡QUIERO OPINAR!, DESDE ARGENTINA

El tema del anteproyecto de reforma del Código Penal (583 páginas), tiene tantas aristas que no es fácil ordenarlas. Es una obra maestra del terror.  Algunos artículos son realmente “creativos” (artículo 14, desaparece la Reincidencia; artículo 8: Fundamentos para la determinación de la pena y artículo 9: Exención o reducción de la pena), y el resto es decididamente *“garantista”, a tal punto que se rebajan las penas de 146 delitos.

Argentina es un país que necesita seguridad, porque no la tiene. Y sin ser penalista, sólo por el hecho de vivir acá, quiero, exijo opinar. Soy ciudadana, pago impuestos que no me garantizan en la calle o en mi casa, ni mi vida, ni mis pertenencias, ni las de mi familia. Razones suficientes para poder opinar.

Dejando de lado la jurisprudencia imprescindible de académicos renombrados y dedicados al derecho penal,  de personas insospechadas de querer llevar agua a su molino y sin manejos políticos, los demás ciudadanos de a pie, tenemos derechos inalienables para opinar al respecto.

Hay personas interesadas en que la gente no se exprese, argumentando que los ciudadanos no somos aptos para decidir si queremos o no cambiar el actual Código Penal, ya que no lo conocemos. Es cierto, no somos expertos en derecho penal. Pero somos las víctimas reales de los reales victimarios, tenemos sentido común y estamos hartos de impunidad.

Tampoco somos licenciados en ciencias políticas, y sin embargo nos obligan (el voto es obligatorio, artículo 37 CN) a votar, acto no menor, ya que elegimos presidente, vice, gobernadores, intendentes, diputados y senadores, que han de regir nuestras vidas por varios años.  ¿Elegir gobiernos si, opinar sobre un Código del que depende nuestra libertad y otras menudencias, no?

Sería bueno que fueran un poco más coherentes. Y que no mostraran tanto la hilacha. Otro de los argumentos para forzar esta pretendida reforma, es que el Código actual, es viejo. No dicen que es malo, dicen que es viejo. Cervantes también es viejo y aún se    puede aprender a escribir leyéndolo. Roma tiene muchos años y sigue siendo un privilegio visitarla. El tiempo no es un argumento válido. Digan que hay que “aggiornarlo” ya que aparecieron delitos que antes no existían, eso es un argumento, pero no es necesario reformar todo el Código, con algunos artículos sería suficiente. Sobre todo no hay que politizarlo cambiando el sentido del mismo, tratando de convencernos que el asesino es la víctima y el muerto el victimario.

Y el último disparate argumental (fuera del enorme disparate que es toda la reforma), es que las cárceles son malas y parte del sistema penitenciario, también. ¡Chocolate por la noticia! En promedio se escapan 2 presos por día, de todas las cárceles del país, desde Coronda a Eldorado, pasando por Olmos a Neuquén, no hay provincia exenta. Las fugas son muy creativas, desde salir en remise, a disfrazarse de mujer, hacer un túnel que termina en el despacho del director del penal, a convertirse en auténticos Houdinis capaces de sacarse las esposas delante de los policías y desaparecer.

Es obvio que gran parte del sistema penitenciario argentino falla y deduzco que las cárceles han de estar en un estado calamitoso, razones por las cuales hay que reformar el sistema penitenciario y las cárceles, no el Código Penal. Si el auto está en malas condiciones, lo que hay que arreglar es el auto, no la carretera.

Por lo tanto, aunque no seamos expertos en derecho penal, somos ciudadanos que queremos oponernos a “esta” reforma del Código, y en el caso que deba ser reformado, ha de hacerse al comienzo de un gobierno, no sobre los finales. Debe estar totalmente despolitizado, con tiempo suficiente para ser discutido hasta el cansancio, cuestión de sacar el mejor Código posible. Y sé que el plebiscito no es vinculante de acuerdo a nuestra CN, pero si se consiguen 5 millones de firmas diciendo NO a la reforma, es altamente improbable que el gobierno se atreva a tratarla en el congreso.

Tenemos derechos, defendemos garantías constitucionales, no queremos narcos en libertad, ni delincuentes dentro de nuestras casas. No queremos violadores, ni asesinos dueños de las calles, ni queremos vivir enrejados y muertos de miedo. NO A LA REFORMA DEL CÓDIGO PENAL. Y esto no es un apoyo a Sergio Massa, es nada menos que en defensa propia. Firmemos, ¡podemos y debemos opinar!

*”Garantistas”: así se llaman equivocadamente a los abolicionistas del Código Penal, que sostienen que la víctima es el victimario, que se ha visto obligado a delinquir por culpa de la sociedad que no le ha dado otras oportunidades. El defensor de esta teoría, casi el inventor de la misma, es Raúl Zaffaroni. Reclamo el título de “garantistas” para los que defendemos las garantías explicitadas en la Constitución Nacional de 1853.

Malú Kikuchi
maluki@fibertel.com.ar
@malukikuchi

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