“Cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho”. Simón Bolívar
Uno de los venezolanos más notables de
nuestra historia moderna es sin duda el General en Jefe Eleazar López
Contreras, Ministro de guerra y Marina y luego Presidente de Venezuela a la
muerte del Tirano Juan Vicente Gómez. Militar de verdad y general de prestigio
y méritos militares, supo ver el futuro de una Venezuela que recibió postrada
por la larga y dura dictadura de Gómez y nos encauzó hacia la paz verdadera, la
democracia y la libertad; su afán lo combinó con iniciativas de modernidad en
lo político, social, internacional e institucional.
Todo
eso es harto conocido por lo que es ocioso recordarlo aquí, pero sí quiero
resaltar la fundación, de su mano y empeño, de un cuerpo auxiliar en lo militar
e indispensable en aquel país rural que ya sentía el efecto modernizador del
petróleo.
Me quiero referir a la Guardia Nacional, fundada por López Contreras
el 4 de agosto de 1937 para cubrir la necesidad de una policía nacional, con
estructura militar, nacida en octubre de 1936 desde Villa Zoila, Caracas, en la Escuela de Policía Nacional que de 136
alumnos se formaron los primeros 100 guardias nacionales y 36 investigadores,
semillas del Servicio de Identificación Nacional que tuve el honor de dirigir
con tan solo 26 años, bajo el comando de ese enorme venezolano que fue Lorenzo
Fernández en el Ministerio del Interior con el inestimable concurso de Alberto
Palazzi, ambos hombres patriotas y honestos como pocos.
Esa Guardia Nacional nacía bajo el comando de
su primer Director, el Coronel Aniceto Cubillán, y la asesoría de los capitanes
de la “Benemérita” Guardia Civil española Cecilio Marrero Suárez y Mario Luis
Ponce. Se formó así un cuerpo indispensable para atender nuestro agro, las
riquezas naturales que Dios regaló en nuestro suelo y las nacientes
instalaciones industriales que empezaron a crecer al amparo del petróleo que
cambiaba a Venezuela. La naciente Guardia Nacional se convirtió en una fuerza
indispensable y apreciada por la colectividad. Su auxilio a todos fue consuelo
y seguridad de todos. Luego creció bajo el comando genial del Coronel Oscar
Tamayo Suárez hasta convertirse en las Fuerzas Armadas de Cooperación, auxiliar
de las FAN sin dejar de servir al pueblo. Por muchos años era vista con
confianza y respeto, respeto que no nacía del miedo sino de su riguroso apego a
la ley. En las escuelas de los guardias se estudiaba derecho como asignatura
fundamental y en su EFOFAC los oficiales se graduaban con una gran preparación
de militares ciudadanos. Todo eso está en peligro y la institución parece
condenada a un fatal deterioro y desnaturalización por obra de la maquinación
iniciada por Hugo Chávez y complacida por mandos oportunistas, sin sentido de
historia ni responsabilidad.
Una de las maniobras más arteras en contra de
la Guardia Nacional es la fundación de la llamada Guardia del Pueblo, especie
de milicia corruptora de las FAC, decretada por Hugo Chávez, con toda la mala
intención, el 17 de noviembre de 2011 desde la Plaza Diego Ibarra de Caracas,
integrada entonces por 1.575 mercenarios bajo el comando del general Vivas
Landino; por cierto el mismo que sustituyó a su colega represor del pueblo
tachirense Bermúdez Pirela por su fracaso frente a los “Gochos”, según informa
como falsa buena nueva el inestable Vielma Mora. Las funciones bajo las cuales
se pretendió encubrir a estos esbirros disfrazados de guardias fueron, según el
decreto de Chávez, el desarme, control de alcoholes (SIC), microtráfico (SIC)
de drogas, violencia escolar e investigaciones policiales con el CICPC. Todo un
“cuerpo de paz” para distorsionar a la verdadera FAC ante los ojos ciudadanos y
crecer como el agente represor por excelencia del régimen chavista. Es de ese
engendro paramilitar que salió el que disparó contra la mejilla del estudiante
barquisimetano el 15 o 16 de abril de 2014 en las protestas por el fraude de
Maduro, y de allí sale Josneidy Castillo Mendoza, eso que torturó en la vía
pública y a la vista hoy de toda la prensa internacional a Marvinia Jiménez,
una costurera, una inofensiva joven en Valencia; hechos singulares que no
parecen preocupar a los oficiales, suboficiales y guardias nacionales porque
ninguno cree, desgraciadamente, en un castigo mañana por la Justicia
Internacional pero que si deben reclamar a su honra y vergüenza, al menos
frente a la cara de sus parejas y el rostro aterrado de sus hijos, que conocen
las horribles imágenes por la prensa y las redes indetenibles. Dos ejemplos
entre muchísimos de la sevicia nacida del odio inculcado en un cuerpo
desnaturalizado y corrupto adosado injustamente por el castro comunismo de
Chávez y Maduro a la Guardia Nacional que crearon López Contreras y Tamayo
Suárez.
¿La Guardia del Pueblo es responsabilidad de la Guardia Nacional? ¿Es obra de los oficiales graduados en la EFOFAC? No. Pero sí es responsabilidad de ese cuerpo, con rango constitucional, someter al que no lo es. El que calla otorga, dice el viejo y sabio adagio, y está en la doctrina y ley de las FAC someter y neutralizar a quien está al margen de la Constitución. Ya no vale el “respeto debido” ante torturas públicas y constatadas internacionalmente; ya no vale la excusa de negarse en privado. La Guardia Nacional debe tomar una decisión ante los desafueros de eso que llaman “Guardia del Pueblo”. Tiene la palabra. Nos han enseñado desde niños que se falta por acción y por omisión, por lo que hay que recordar las sabias palabras de Mahatma Gandhi: “Lo más atroz de las cosas malas, es el silencio de la gente buena” ¡Ya basta!
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