Venezuela vive tiempos difíciles, confusos; el acceso al poder se ha
cerrado para unos y enquistado para otros, sembrando anarquía, abuso, odio,
desesperanza, frustración, corrupción y confrontación. La lucha de las ideas en
el ejercicio del gobierno desaparece para tratar de imponer el pensamiento
único a la sociedad, en contraposición de la pluralidad y el derecho a
disentir.
La arbitrariedad y violación al Estado de Derecho consagrado en la
Constitución Nacional, ha revelado el espíritu gregario de la masa estudiantil,
irreverente por naturaleza, pero centrada en la lucha asumida, por la negación
de oportunidades y la miseria aplicada a la población desde el gobierno;
aplicación de métodos de lucha compartidos por unos, rechazados por otros, ha
generado el despertar de la gente y el apoyo masivo a los estudiantes,
evidentes en las concentraciones convocadas y en las comunidades.
El gobierno ha respondido a la rebeldía con la muerte, el terror, el
abuso y la tortura. Veinte (20) asesinatos se han cometido contra estudiantes y
personas comunes durante las protestas; centenas de heridos de bala, perdigones,
asfixias, golpes; torturas aplicadas a detenidos, tanto físicas como verbales y
validadas por la defensora del pueblo; censura a los medios de comunicación
para evitar que la información baje a las comunidades; largas cadenas para
ocultar la verdad; llamados a la paz generando la guerra; colectivos armados
(paramilitares) atentando contra la vida de los ciudadanos, cuya arma es el
pito, la cacerola, y su voz; disparo de perdigones y gas lacrimógeno a granel,
no han mermado el reclamo, la gente sigue en la calle y la protesta se
profundiza.
El pueblo sigue esperando del gobierno la lista de empresas a las que
les otorgaron los más de treinta mil millones de dólares, y que le han querido
endosar a la sociedad; los responsables de los veintiocho kilómetros de
alimentos podridos en el puerto de Puerto Cabello; la detención de los
asesinos de trescientos mil venezolanos
acaecidos en la llamada revolución; la salida de la injerencia cubana en los
asuntos internos y el manejo de organismos de información civil y militar; la
libertad de los presos políticos y los detenidos en la protesta, por nombrar
algunos. La generación del 90 ha marcado la ruta, tal como lo hiciera la del 28
en su momento; ayer, hubo un antes, ahora, hay un después.
Josue
Arturo Molina Suarez
jarturomolina@gmail.com
@jarturoms1
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