miércoles, 5 de marzo de 2014

JOSUE ARTURO MOLINA SUAREZ, ¿ DIÁLOGO PARA QUÉ?, TRINCHERA TACHIRENSE

         La protesta estudiantil, ahora convertida en social, ha generado llamados al diálogo para establecer la paz y permitir la convivencia; el dilema de tales llamados radica en los radicalismos existentes y en las falsas promesas por mejorar la situación presente.
        
Los radicalismos se muestran ante las acciones de agresión generadas; las evidencias hasta ahora muestran la torpeza del gobierno en el manejo de la crisis. Las excusas forman parte del cultivo ante las afrentas permitidas; los abusos “parece” gustarle a cierto sector del oficialismo; excesos salidos a la luz pública por acto de la tecnología casera y el espíritu de lucha emprendido, lo contrario sería negado por las actuales autoridades gubernamentales (como efectivamente lo han planteado).
         La exigencia de la protesta no ha evidenciado muestras reales por parte del sector gubernamental para acordar, revisar y solucionar. Ante las cadenas de radio y Televisión se habla de paz, y en esos mismos minutos se ataca con “gas del bueno” a los manifestantes, encendiendo aún más el disgusto, cortando la posibilidad de diálogo sincero.
         El diálogo debe servir en tiempos civilizados para buscar alternativas a la problemática presente; si el gobierno no da un giro de 180 grados en lo económico y respeta lo establecido en la Constitución Nacional, simplemente se perderá el tiempo y a corto plazo la explosión social será de pronóstico reservado. La escasez, inseguridad, corrupción, impunidad, intolerancia y anarquía aceleraran el estallido social.
         El desespero de los actores gubernamentales por imponer el sistema de gobierno colectivista, ha provocado las reacciones de la sociedad; la lectura dada a la protesta será fructífera si hay disposición a entender que quebrar el aparato productivo para no producir nada e importarlo todo; meter a la cárcel a dirigentes opositores para evitarse molestias o criminalizar la protesta es dañino para el ejercicio de la gobernabilidad, lo contrario es regar gasolina sobre el fuego ardiendo.
         Es falso que la sociedad voto para la profundización del sistema colectivista, los números de las elecciones presidenciales así lo demuestran; también es falso que las elecciones municipales fueron el visto bueno de la sociedad a tal deseo; en cada comunidad se voto por los dirigentes para solventar problemas locales, no para imponer caprichos.
         La juventud desea tener oportunidades en su tierra; eso lo está negando el gobierno; las inversiones no se ven, y los dólares se han regalado. La pretensión de establecer la burocracia gubernamental como solución al desempleo es un absurdo. Arrodillar a la gente con dadivas tiene su límite, y este llega al entrar la sequia de los ingresos. En consecuencia ¿diálogo para qué?
Josue Arturo Molina Suarez
jarturomolina@gmail.com
@jarturoms1

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