jueves, 20 de marzo de 2014

JAIME REQUENA, ESTA REVOLUCION NO CUAJO, CONCIENCIA

    Esta revolución no cuajó. Vacía de logros y carente de acciones, está optando por agraviar a sus cuestionadores y culpar a fantasmas de sus fracasos. De paradigma político, la revolución bolivariana ha devenido en papel; pura retórica. Si el vocablo significa cambios, será por aquello de permutar anaqueles surtidos por estantes vacíos, con el agravante de que luce imposible verlos llenos de nuevo. Si de vueltas se tratase, los últimos acontecimientos recuerdan los de hace una docena de años, con la evocación de la salida incluida. En caso de que sean giros, Chávez por Maduro es equivalente a ir de guatemala a guatepeor.
    
Negar que Venezuela está en un brete es una guasada. Cierto que en el pasado estuvimos mal pero como estamos ahora nunca lo habíamos estado. En 1999, un país ­más o menos unido­ entendió que necesitaba cambiar para atender sus grandes problemas sociales y por ello adoptó soluciones que resultaron ser inconvenientes. De hecho, se escogieron los peores caminos, tanto por su naturaleza como por la manera en que estos fueron puestos en práctica. Los malos remedios trajeron consigo una descomposición del tejido social y económico del país. Hoy por hoy, somos una sociedad fracturada. Nos hemos convertido en una nación improductiva que ha pasado a depender ­totalmente­ del excremento del diablo y de quien lo administra. Nos hemos quedado en la cola del concierto de naciones. La posibilidad de mejorar que parecía entrañar la Constitución de 1999 se evaporó como lo fue el billón de dólares que ha costado el ensayo bolivariano.
    
El futuro del país luce oscuro, muy especialmente para quienes tienen toda una vida por delante. La esperanza se pierde y la paciencia se agota. Entre quienes hacen ciencia, la desilusión es rampante. Sin la ayuda de una generación de relevo, reactivos, insumos, equipos nuevos o mejores facilidades, no es posible crear conocimiento. Los jóvenes, entre ellos los estudiantes, son los que más sienten el descalabro. Ellos están protestando pues son ­y siempre han sido­ el denominador común de los giros, vueltas y cambios que mueven el espíritu; ellos son los revolucionarios eternos.
    
Ante la protesta el gobierno debería prestar atención a las quejas. No sólo se trata de los problemas de inseguridad o desabastecimiento. El meollo es el futuro. Los jóvenes tienen exceso de razones para reclamarlo porque sólo a ellos les pertenece. Ellos no pueden ser condenados a vivir sin sueños.Tildarlos de golpistas o fascistas y enfrentarlos con sicarios uniformados o mercenarios motorizados es la respuesta vacía de quienes sólo se sienten vivos mientras envejecen aprovechándose de los excesos del poder.
   
Sirvan estas líneas para decirles a los estudiantes, especialmente a la hija que sueña con graduarse de ingeniero, que estoy con ellos en razón, espíritu y corazón. Desde lo más adentro de mi ser simpatizo con su causa y por ello condeno su represión.

Jaime Requena
conciencia.talcual@gmail.com
@jaimerequena


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